CAPÍTULO 29

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Diana De Gales

Un título.

Para muchos podía ser eso, solo un título  pero para otros, esto significaba demasiado. Un título era una responsabilidad, que podía llegar a ser demasiado grande. De tal título podían depender tan solo una persona, hasta poder depender todo un país, todo un pueblo y todo un reino.

Respire con profundidad mientras miraba a mis padres junto a sus nietas. Ellos les sonreían a las pequeñas, que se encontraban dormidas.

Habían regresado de su retirado viaje en este mes, pues habían estado durante mucho tiempo fuera. Hasta ahora, ni siquiera habían llamada y solo habían llegado de sorpresa con regalos para Harry y William. Los cuales solo mostraron respeto ante sus abuelos, pero a mi parecer, no se sentían igual de como se sentían con la reina y el duque. Entendía esto, pues miraban muy pocas veces a mis padres. Habían asistido en compañía de mi hermana, Sarah.

—entonces, tienen un mes—repite mi padre sin dejar de ver a la pequeña.

—tienen dos meses—digo y el solo asiente.

—¿cuando las bautizaran?—mi madre voltea a mirarme.

Me sorprende ver lo poco que les interesa mi vida, pues no me habían llamado ni siquiera cuando tuve a las pequeñas y realmente se habían enterado de que había dado a luz, Sarah me informó que les había dicho.

—ya las bautizamos, mamá—dije sin muchos ánimos.—pero no te lo pude informar, no contestaron el teléfono.

—¿como dijiste que se llamaban?—mi padre pregunta con mucha duda.

—Alicia y Sofía. Papá todo el mundo lo sabe—responde Sarah al ver mi incomodidad ante el asunto.

—tienes razón, cariño—mi madre suaviza el tono de su voz.

Sentí la mano de Carlos sobre la mía. el se encontraba a mi lado sin decir nada, mis padres no eran demasiado de su agrado. No le gustaba el modo en que...me trataban.

—todo salio en periódico y noticias. ¿No leen el periódico, no ven las noticias?—Carlos finalmente habló.

—solo leemos y vemos lo que realmente nos importa—mi padre respondió.

Sus palabras realmente me apretaron el pecho al instante, pues el estaba insinuando que, mi vida y lo que pasaba en ella no les importaba en lo absoluto.

—¿la vida de diana, no se les hace importante?—Carlos hablo con indiferencia.

—no—respondo por mis padres.—nunca, en realidad.

—diana, por cosas como estas no te visitamos. No entiendo como tienes el apodo este...como era...la reina de corazones—mi padre dijo en un tono molesto, pero lo último lo dijo en un tono, que no pude entender del todo.

—lo tiene muy merecido—mi hermana defiende con dureza.—diana tiene un gran corazón, algo que ustedes nunca han podido ver. Fue un error venir con ustedes.

—no es necesario pelear—digo en un tono sereno.—bueno, ya conocieron a las pequeñas. Me alegro que no se alejen demasiado de sus nietos.

—sabemos que es un error venir aquí y—ellos se levantaron y Sarah se acercó cuando ellos hicieron un gesto para que recibiera a las bebés.—solo lo hicimos por los niños.

—gracias por venir, papá.

El no dijo nada, no volteo a mirarme.

Mire a Sarah acercarse con Alicia en sus brazos, la cual tenía cargada mi padre. Carlos la sostuvo en sus brazos y después Sarah se acercó a mi madre, para recibir a Sofía, pero esta vez, ella la siguió sosteniendo en sus brazos.

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