EPÍLOGO

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"Un matrimonio feliz es una larga

conversación que siempre se hace corta"

– André Maurois

DIANA DE GALES.

Tres años habían pasado desde la muerte de la reina, tres años en los cuales muchos sucesos se hicieron presentes.

Una nube negra, siempre viene acompañada de una larga tormenta y está no sería la excepción. Pues el duque había muerto seis meses después de la muerte de su esposa, no pudo aguantar demasiado y enfermo poco a poco, hasta el punto de morir. El se había rendido ante el dolor de su pérdida, haciendo que ese mismo dolor lo hundiera en una oscuridad que nadie pudo evitar. Había sido un golpe demasiado fuerte para la familia y mucho más para sus hijos, que en su momento esperaron refugiarse en su padre para afrontar la pérdida de la reina, sin imaginarse que el también moriría. Realmente la tristeza inundó el palacio y esta capa perduró durante mucho tiempo en este.

Pero a pesar de eso, todos como hermanos se habían apoyado, al igual que su tía. La princesa Margarita había estado al pendiente de todos sus sobrinos, dándoles apoyo moral y estando para ellos, realmente se había portado muy bien con ellos y se los agradecían, pues ahora era su único apoyo como tía.

Por respeto al duque, la coronación de Carlos se había aplazado y finalmente se hizo un año después de la muerte de la reina. Una ceremonia en la cual fue proclamado rey, que tal como la de la reina fue transmitida por televisión. Su reinado, había sido aceptado de buena manera, teniendo buenas críticas al respecto de su gobierno.

Con respecto a nosotros, Carlos no se había alejado de nuestra familia y siempre estuvo en los momentos importantes, de hecho éramos mucho más unidos y eso me alegraba. Pues el no se perdió del crecimiento de los niños, los primeros pasos de las pequeñas y sus primeras palabras, también muchas primeras cosas de William y Harry.

Finalmente en la vida de todos había cambiado algo, Ana y Tim habían tenido un hermosos niño que ahora ya tenía poco más de un año, Andrés y Sarah ahora tenían dos niñas hermosas, una de casi dos años y otra de dos meses. Mientras Eduardo se preparaba militarmente al igual que sus hermanos en algún momento lo hicieron.

Ahora éramos el rey y la reina de reino Unido, habíamos tenido buena aceptación y eso nos alegraba a los dos, ya que en su momento sentíamos temor, pero tuvimos un buen resultado después de todo.

Respire el aire fresco del lugar, disfrutando del verdoso jardín frente a mi.

—Felipe, ven aquí—llamo Carlos mientras intentaba detener a nuestro pequeño hijo.

Si, habíamos tenido un nuevo bebé en nuestra familia, el cual había traído alegría a nosotros y era un hermoso niño. Había heredado el cabello mono de mi, sus ojos tenían un negro claro, casi grisáceo y ahora tenía un año y tres meses. Su nombre era Felipe, pues se había elegido así en honor al duque.

—mamá—Alicia llegó corriendo a mi lado.—William no quiere darme mi chocolate.

—cariño, tu ya comiste tu chocolate, el tiene el suyo—tras mis palabras, ella lo pensó un segundo y negó con la cabeza.

—pero...el me dijo que me lo daba y después dijo que no, pero el chocolate ya es mio, el me lo dio—dijo cruzándose de brazos enfadada.

—toma—dije dándole el chocolate que tenia a mi lado.

Su rostro se iluminó y tomó el dulce en sus manos, para después quitarle la envoltura y volver en dirección a sus hermanos, para poder seguir jugando con ellos.

—este pequeño no se cansa—vi a Carlos llegar y sentarse a mi lado junto al pequeño Felipe, el cual estaba en los brazos de su padre.—corre de un lado para otro.

—no puedes descansar demasiado, hay cuatro pequeños—hice una pausa señalando a los pequeños frente a nosotros.—que nos esperan para jugar con ellos.

—déjame descansar, cariño—el trato de normalizar su respiración.

—mamá—dijo en casi un balbuceo el pequeño, mientras estiraba sus brazos hacia mi.

Lo cargue con una sonrisa al ver que su padre no dudaba un segundo en pasármelo, pues tenía el cansancio por todas partes haciéndose presente.

—Highgrove House es un lugar muy tranquilo—Carlos hablo. Volteé a mirarlo mientras sentaba a Felipe en mis piernas.

—siempre lo ha sido, es nuestro lugar más familiar—le digo con una sonrisa. El estiro su mano y tomó la mía, dándole leves caricias.

—siempre lo será—dice el y lo veo levantarse.—hora de ir a jugar.

Asiento con una sonrisa y luego bajo al pequeño Felipe y lo tomo de mi mano, mientras el camina con rapidez, intentando llegar lo más rápido a jugar con sus hermanos.

—no—vi a Sofía correr al ver que Harry la perseguía con un caracol en su mano.—no me gusta, el taratol.

—deja a tu hermana y deja al caracol—dijo Carlos con diversión al ver que Harry se divertía con lo que hacía.

Sonreí divertida también y vi a Harry soltar el caracol, para después acercarse a su hermana y darle un abrazo para tranquilizarla, pero a la vez burlándose de ella por momentos.

—te amo—escuche a Carlos susurrar cerca de mi oído y tomarme por la cintura.

Pase mi mano por su espalda y me recosté un poco su hombro sin dejar de verlo, haciendo que su mirada y la mía se unieran en un profundo contacto visual, además de una sonrisa dibujada en nuestros rostros. Me acerque a él y le di un beso, un corto pero tierno beso, en el cual nos transmitimos calidez mutuamente y diciéndonos lo que sentíamos en el.

—también de amo, Carlos—digo cuando nos separamos. Después me recuesto en el hombro de Carlos y dirijo una mirada a nuestros hijos.

William jugaba con Alicia y ahora con su pequeño hermano, mientras Harry seguía consolando y burlándose de su hermana.

Finalmente lo habíamos conseguido, tener una familia feliz. Cinco hermosos pequeños, que eran felices, estábamos unidos en cualquier situación y tomábamos decisiones juntos sin pasar uno por encima del otro, además de comprendernos y apoyarnos. Había logrado todo lo que esperaba en nuestro matrimonio y aunque en algún momento pensé que nada de esto podría llegar a hacerse realidad, ahora teníamos una buena relación, un buen matrimonio y sobre todo, un mutuo y bonito gran amor. Habíamos logrado tener algo diferente.

                         Fin.

"El amor es eso: cuando alguien, aún conociendo tus cicatrices, se queda para besarlas" – Benjamín Griss

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