Capítulo 14. Fuego

479 70 8
                                    

La tela lila se moldeaba desde mi pecho a mi cintura para tener una caiga delicada y fina de mi vestido de graduación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La tela lila se moldeaba desde mi pecho a mi cintura para tener una caiga delicada y fina de mi vestido de graduación. Mi cabello con tiernas ondulaciones me había quedado perfecto y mi maquillaje—hecho por mí—me encantaba; maquillarme era algo que me relajaba y me ahorraba tiempo y dinero.

Me miré al espejo una y otra vez, satisfecha por mi elección de vestido. En eso, Gastón salió con su esmoquin a la medida y se acercó a mí para besarme y acomodar sus manos alrededor de mi cintura.

—¿Sabías que irradias una belleza que perturba mi tranquilidad?

Su elocuencia de época me hizo sonreír.

—¿Regresarás a la casa?

Frunció el ceño con sutileza.

—Tenemos que hablar primero, Maddy.

—Yo te amo, Gastón, no tengo dudas en quedarme a tu lado.

No me miraba, su atención había sido atrapada por el inusual reflejo del espejo, solo yo, en una postura extraña; en el espejo parecía que mis brazos rodeaban algo muy grande, pero no se mostraba la imagen de Gastón.

Alcancé a ver como su nuez se movía al pasar saliva, posiblemente atormentado por no tener su parte humana.

—No sé si creerte —me miró con una expresión melancólica, algo que no se miraba muy a menudo—. Me tienes miedo.

Me dolía que dijera eso.

Cierta parte de mí concordaba con eso, sin embargo, había pasado el tiempo suficiente con él para aceptar toda la parte imperfecta, si es que se podía usar esa palabra para describir a alguien como Gastón.

—Yo...

—Olvidémonos por esta noche de ese tema ¿Sí? Es tu fiesta de graduación —acarició mi mejilla con delicadeza—. Quiero que la disfrutes y si me lo permites, quiero estar a tu lado.

Sonreí y me acerqué para volver a besarlo.

—Nada me haría más feliz en este momento.

Cuando entramos a su auto, Gastón se estiró hacia los asiento de atrás y vi en su mano una pequeña cajita de cristal con ese tradicional ramillete de flores que usaban las chicas en sus graduaciones.

Las pequeñas flores blancas combinaban con el lindo y delicado follaje alrededor. Gastón me sonrió y abrió la cajita para ayudarme a ponérmelo.

—Esto es sumamente ridículo para mi gusto, pero sabía que te gustaría tener uno y como el caballero que soy...

—Solo cállate y abróchalo ¡Es hermoso!

Gastón enseñó sus dientes en una gran sonrisa y me ayudó con el ramillete. Me quedaba perfecto y me gustaba como se miraba en mi muñeca.

—Joder que bonito. Gracias.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

El salón de eventos donde se llevó a cabo la fiesta de graduación era de los más grandes y lujosos de la ciudad. Dejamos que el valet se hiciera cargo del auto sin antes una amenaza por parte de Gastón si encontraba el auto con algún diminuto daño.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora