Capítulo 36. Nuevo hogar

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El sonido encajoso del metal contra la piel hasta astillar el hueso paralizó toda la habitación

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El sonido encajoso del metal contra la piel hasta astillar el hueso paralizó toda la habitación. La nuca de Ledger fue perforada, pero eso no logró tumbarlo por completo. Todos los presentes se encontraban hipnotizados por la escena, expectantes de lo que fuera a suceder a continuación.

Yo me volví un flan al ver que mi fuerza no fue suficiente para matar a Ledger y no tenía más opciones. Si tan solo hubiese bendecido el arma.

Gastón apenas parpadeó y sin inmutarse por lo que ocurrió, levantó a su hermano como si se tratase de un saco vacío; lo sujetaba del cuello sin haberle quitado el arma que tenía hincado gracias a mí. La arrogancia y la victoria festejaban en el brillo de su mirada esmeralda, podía percibirlo desde mi posición.

Todo en silencio, solo algunos quejidos de animal mal herido que soltaba Ledger.

—Tú decidiste que así fuera —dijo Gastón—. Jugaste bastante bien al no verte tan desesperado por obtener el título de rey, pero aun así te condenaste al fracaso.

—No... me arrepiento y... tampoco me voy... a disculpar...

Sus últimas palabras siguieron al orgulloso vampiro que mantuvo su espíritu de lucha hasta que Gastón sonrió como un villano que había ganado el combate.

—No me sorprende, saluda a mis hermanos y a Igor por mí.

Sin remordimiento, lanzó por los aires el cuerpo de Ledger, ni si quiera tuvo fuerzas para pelear cuando los vampiros de clase baja se apoderaron de su cuerpo para descuartizarlo en mil pedazos, todos contra el vampiro de guerra que los hizo entrar en un bucle de pelea para matar a Gastón. La sangre de Ledger se esparció como una explosiva gotera entre los vampiros que destrozaban su cadáver para alimentarse y por fin deshacerse de la maldad que tenía a los Valfartneanos bajo control.

Gastón me miró y yo a él. Alzó su mano y yo sin pensarlo caminé a él cuando las aguas turbulentas de los vampiros se detuvieron. Todos admirando como me unía con Gastón en lo alto de la habitación, justo enfrente de los tronos de los reyes del Valfart.

Su helada y áspera mano me recibió con gusto y cariño. Su mirada solo estaba en mí y la mía solo en él. Embelesada por la belleza bajo esa cara sucia y manchada de polvo y escombros e incluso salpicada de sangre, podía ver su atractivo incomparable. Con mi mano libre traté de quitarle un poco de suciedad de sus labios y parte de sus mejillas, él se dejó como si fuera un cachorro doméstico.

—Gracias por confiar en mí, Maddy. Por no dejarme —atrapó mi mano con la suya y acercó sus labios para besar mi palma con toda la tranquilidad del mundo.

—Te dije que estaría contigo. Te amo.

Lo abracé, envolviéndome en mi lugar seguro, en ese espacio ancho y frío que me perteneció desde un principio y el cual me negaba a aceptar. Gastón me abrazó muy fuerte y me dio un beso en la frente que me erizó la piel.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora