Capítulo 22. Conviviendo con las gárgolas

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Salí de la cama de un salto, asqueada por lo que leí

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Salí de la cama de un salto, asqueada por lo que leí. Abrí la puerta y no di ni cinco pasos cuando me detuve de golpe y encontré a Gastón recargado en la pared. Me miró, su rostro dejó la serenidad para envolverse en la preocupación.

Corrí a sus brazos y él me rodeó como un escudo de protección y exploté en llanto. A quienes consideraba mis amigas nunca lo fueron, jamás me quisieron o me vieron como yo siempre las vi, como mis hermanas, por personas que daría mi vida.

—Lo siento tanto, Maddy.

—¿Por qué nunca me dijiste nada?

—Sabía que no ibas a creerme. Por eso preferí que todo se acomodara con el tiempo.

—¿Tú las descubriste desde un inicio? —se me entrecortó la voz cuando sus manos pasaban por todo mi cabello de una manera delicada como si intentara no quebrarme más de lo que ya estaba.

—Lo intuía, Janis fue mucho más discreta que Nora, pero opté por ver sus alcances.

—Me odiaban —sollocé sin poder controlarme—. Nunca fueron mis amigas.

—Tú no perteneces al mundo humano, Maddy —me alejó un poco para permitirme verlo a los ojos, la serenidad gobernaba en su mirada, ni una pizca de mentira, era palabras tan fuertes y reales—. Y por naturaleza, las Draconias son odiadas por sus destacables habilidades.

La medicina.

—¿Todos me odian?

—Es un sentimiento que suelen despertar las Draconias en los mortales, pero no todos entran en esa estadística —besó mi frente y luego me miró—. Me perteneces, y perteneces a mi mundo.

Seguía aturdida por la desgarradora realidad que me golpeó el cuerpo.

—Max era el único sincero y rescatable de los humanos, ya es parte de nuestra raza y es un vampiro con mucho futuro —un borde de sus labios se estiró hacia arriba en una sonrisa sexy, aminorando el agujero en mi pecho.

Era extraño, dentro de mí la furia bullía como la lava de un volcán, y otra parte me aplastaba sin piedad con la idea de que a quienes consideré mi segunda familia, siempre me odiaron.

—Me siento traicionada... no es justo que me hayan mentido así.

—Una ya pagó con su vida. Nos falta la otra.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

Una semana y media pasó volando desde el último caos que protagonizó mi existencia; me sentía mucho más tranquila y segura de la decisión que había tomado con mi futuro. Tal vez una parte de mí era egoísta por no darle más importancia a lo que sucedió con Janis, o incluso investigar el asunto de Nora que me dejó un trago tan amargo que en ocasiones me provocaba pesadillas, al punto de rasguñar a Gastón mientras tomaba su rol de mi almohada favorita. Él estaba alerta en todo momento, incluso despertó a todas las gárgolas para defender la mansión si era necesario, así que no estaba del todo sola durante las horas que Gastón salía.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora