❝Clara.❞

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La preocupación de Lauren se hizo presente cuando abrió los ojos nuevamente, y fue encandilada por la inmensa cantidad de luz que provenía de su ventana. Camila no estaba a su lado ya. 

Se levantó cómo pudo, aún más dormida que despierta, y comprobó que no estuviera escondida en alguna parte de su habitación para no ser descubierta por Clara, o algo similar. Pero no estaba en ninguna parte. Y al tener que pensar en alguna habitación en la que pudiera estar, una alarma se activó en su cerebro. Marchó a toda velocidad hacia el baño, y al tratar de abrir al puerta, se dio cuenta de que estaba trabada desde adentro. La desesperación regresó, y comenzó a tironear del picaporte, ubicando una de sus piernas sobre la madera de la puerta. No sabía si gritarle, por que sus padres oirían, y sabrían que estaba allí. — Camila, soy yo. Ábreme. Dime que estás ahí. — Murmuró, esperando que pudiera oírla, dispuesta a derribar esa entrada si era necesario. 

Pero no lo fue. 

Se abrió desde adentro, provocando que Lauren se cayera. La causante de ese escándalo matutino, portaba un cepillo de dientes en la boca y un vaso de agua en la mano, junto a una expresión divertida. Se enjuagó la boca con el vaso, dejó éste y el cepillo en dónde los había conseguido, y volteó hacia la otra adolescente. — ¿Podrías decirme por qué casi rompes tu propia puerta? — 

— Hmm... ¿Por que será?. ¿Por que creí que estarías muerta, quizás? —

— ¿Qué te dije ayer? — 

— No puedo confiar en alguien que, por poco, se arroja a las vías del tren ayer. Eres demasiado inestable. — 

— Dinah confía en mi. Cuando le digo que no lo haré, sabe que no lo hago. — 

— Ya te lo dije, no soy Dinah. Y no puedo confiar en ti. Me preocupas. — 

— ¿No crees que es muy temprano para tener esta conversación?. Lávate los dientes, desayuna algo, y más tarde comienzas a preocuparte por mi. Te van a salir canas. — 

Y con toda la elegancia, Camila abandonó el baño para dirigirse a la habitación de nuevo. Nunca dejaría de sorprenderla. 

Lauren optó por hacer eso. Se lavó los dientes, teniendo que compartir su cepillo con la invitada, se arregló un poco, y fue a comprobar la hora. Eran las seis de la mañana. Sus padres y sus hermanos, por lo general, se levantaban a las siete. Tenía tiempo para decidir que hacer con la chica que ahora estaba acostada en su cama, jugando con el celular. Por lo pronto, fue a servirse algo de cereal con leche y jugo de naranja. Llamó en voz baja a Camila, dejándole también un desayuno a ella, pero se sentó en silencio y apartó el tazón de su alcance. 

— No tengo mucha hambre, pero gracias. — 

— ¿Comiste algo ayer? — 

— No me siento muy bien. Quizás más tarde. — 

— Camila, ¿Comiste algo ayer? —  Insistió, bajando la cuchara para dejar de comer, y enfocarse en ella. 

— No tuve hambre. — Replicó, dándole muchas más cosas a pensar a Lauren. 

— Eres un saco de piel y huesos. Necesitas comer más. — 

— Todas las mujeres de mi familia somos delgadas, es normal. Descuida, no te preocupes de más. —          

— De ti se puede esperar cualquier cosa, sinceramente. — Suspiró, para seguir con su desayuno. 

— Me viste comiendo helado hace poco, no fastidies. — Apoyó ambos codos sobre la mesa, y descansó su rostro sobre las manos. 

— ¿Se te va el hambre con lo de tu padre? —

— A veces. Pero no es por eso esta vez, en serio. Sólo me siento un poco enferma. — 

She keeps me Warm ;; CAMRENWhere stories live. Discover now