❝Beginning of the end.❞

1.9K 182 20
                                    

{ HE REGRESAO (?) } 

Tras los más recientes acontecimientos, Sinuhe fue llevada al hospital más cercano en la zona para recibir atención médica y psicológica. Debido al estado en el que fue encontrada, no se le permitió a Lauren hablar con ella. La policía trató de hacerle un breve interrogatorio, pero la mujer estaba tan alterada que fue prácticamente imposible sacarle información que pudiera ser de utilidad para las investigaciones en torno a Alejandro Cabello y el secuestro de sus hijas. 

Lo único relevante que sucedió con respecto a ella y la ojiverde, fue que le entregó un papel arrugado que conservaba en su bolsillo desde el comienzo del plan de escape. Éste, escrito con la tan reconocible letra de Camila, indicaba en pocas palabras lo mucho que la susodicha extrañaba a Lauren, y mencionaba el hecho de que sabría de ella pronto. 

Ese pequeño trozo de papel fue la causa de las nuevas esperanzas de Jauregui y su pequeño equipo, ya que debía de ser reciente. 

Camila seguía viva, y tenía algún tipo de plan.


Al cabo de varias semanas, y desde una mugrienta casa abandonada, la cubana encontró la oportunidad que estaba buscando. Por que sabía bien que ésta, tarde o temprano, llegaría. Luego de que Sinuhe escapara, se sentía más valiente, más decidida a seguirla. Si su madre, en el estado en el que estaba, había podido... Ella podía también. 

Su padre ahora se juntaba con un hombre alto y corpulento, quién vigilaba a sus hijas cuando tenía que salir. Sin embargo, el grandullón se cansaba de las muchachas luego de unas horas, y se distraía leyendo el periódico, o haciendo cualquier cosa que pudiera mantenerlo entretenido. 

La oportunidad de Camila llegó cuando Sofía no estuvo atenta a ella, y el hombre se quedó dormido durante una larga película. Tomó su teléfono, que su hermana escondía encima del refrigerador, y pudo enviarle algo a Lauren. Lo más rápido posible, lo que menos tiempo le ocupara. Una foto. 

Abrió la cortina por un instante, y tomó una foto de lo que vio por fuera. La envió, borró la conversación, y dejó el teléfono en su lugar. 


Algo muy grande, comenzó con esa imagen. 


~~~


— ¿Ya has guardado todas las cosas? 

— Sí, tengo todo listo en ese carro. — Alejandro señaló con la cabeza un coche que tenía aparcado junto a la casa en la que se estaban quedando. — Tengo a un interesado aquí, y a otro en México. El segundo me pagará mejor por ella, así que veré si puedo cruzarla para allá en estos días. 

— ¿Y la otra niña?

— No sé aún. Luego veré que hago con ella. Por lo pronto, quiero deshacerme de ésta cuanto antes. Es peligroso que aún la tenga. 

— Lo sé, hombre. Y con su madre allá afuera... 

— Debí haber matado a esa zorra cuando tuve la oportunidad. — Resopló, y luego se pasó aquellas grandes manos sudorosas por la cara. — Estoy cometiendo demasiados errores. 

— Aprenderás con el tiempo. Es tu primera vez en el negocio, hermano. —  El otro hombre le dio una palmada, mientras achinaba sus ojos debido a la intensidad del brillo del sol. — Estarás bien. 


El acompañante de Alejandro se acercó al auto, para cerrar la puerta del maletero, dónde tenía algunas herramientas sueltas y varias pertenencias de Sofía y Camila. Faltaban pocas horas para el atardecer, cuando saldrían con rumbo a la frontera con México. Tenía entendido que unos coyotes podrían escoltar a Camila desde ese punto, hasta el sitio al que debía llegar, a cambio de una buena paga. 

Sin embargo, algo interrumpió sus planes de forma más que inesperada. Vieron unos coches a lo lejos. No pudieron ver que eran coches patrulla hasta que estuvieron lo suficientemente cerca, ya que llevaban las luces apagadas, al igual que las distintivas sirenas policiales. 

  — ¡Oh, mierda! ¡Nos encontraron! —  El corazón de Alejandro comenzó a palpitar a un ritmo más veloz, mientras se sujetaba del brazo del otro hombre, temiendo caerse de espaldas debido al susto. — ¿¡Que hacemos!?

— ¡¡Demonios!! — El otro sujeto caminó un poco, armando un plan rápido. — Toma mi coche y lárgate de aquí. Vete a dónde sea. Yo me llevo a estas idiotas en el coche, e intento librarme de ellas. Más tarde acordamos un punto de encuentro. ¡Rápido! 


Dicho y hecho, las sacaron a los empujones, y las metieron en el vehículo. El hombre salió huyendo de allí, a una velocidad claramente ilegal. Alejandro tardó más, pero se marchó también. 

Los policías se separaron para poder perseguirlos a ambos. Lauren se aferró a su asiento para no golpearse con las ventanas, ya que también iban a toda velocidad. Ella y Dinah ocupaban el asiento de atrás, e iban a los saltos. El viaje fue una locura. 

La persecución fue larga e intensa, pero el coche de Alejandro se quedó sin gasolina. 

Intentando escaparse, su coche derrapó, y se dio vuelta. Quedó atrapado en el interior del mismo.


Por fin, estaba allí. A merced de las autoridades.

El sudor se deslizaba por su frente, y el sonido de su corazón retumbaba por todo su pecho. Estaba a punto de ser atrapado. Debido al golpe con el volante, un pequeño camino de sangre nacía desde un tajo en su frente, y bajaba hasta el comienzo de su mejilla. Su pecho subía y bajaba de forma violenta. 

En un último intento de escape, se arrastró hasta alcanzar la ventanilla, y salió por la misma. Sus piernas se rasparon con el filo de los cristales rotos, asegurando que no llegaría muy lejos. Igualmente, el hombre se puso de pie y trató de correr, incluso mientras las armas de los policías se alzaban en su dirección. 

Realmente creyó que aún tenía una mínima chance de salirse con la suya. 

Cayó al piso debido al dolor de sus piernas, y uno peor lo inmovilizó. Recibió un disparo en el gemelo izquierdo, que lo dejó quieto en el piso. Se retorció por un momento, y luego trató de arrastrarse con la mera fuerza de sus brazos. Un oficial no tardó en ponerle el pie sobre la espalda, y obligarlo a estarse quieto. 

  Lo levantó del brazo, mientras él se revolvía y emitía graves quejidos gracias al dolor de la bala. Ya podrían vendar aquella herida cuando llegaran a la ciudad. Había sido un disparo limpio, por lo cual no quedaban restos de la bala dentro del cuerpo del hombre. 

Por fin, pudieron oírse una serie de gloriosas palabras;

La advertencia Miranda, siendo usada con Alejandro Cabello. 

— Usted queda arrestado. Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno de oficio. 


Lauren y Dinah no podían creer lo que veían, cuando bajaron del coche. 

Realmente lo habían detenido. Estaba allí, esposado, mientras dos oficiales lo ayudaban a llegar hasta la patrulla. 

Estaban más cerca de Camila que nunca. 

She keeps me Warm ;; CAMRENWhere stories live. Discover now