❝Maybe God can be on both sides.❞

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La mañana llegó más temprano de lo esperado para ellas. A las seis, ya estaban despiertas. Camila no tenía un horario fijo para ir a casa, pero sabía que sus padres estaban despiertos desde muy temprano debido a los horarios escolares de Sofi, así que aprovecharía a ir con Lauren hasta mitad de camino y luego dejar que esta se fuera a encontrar con sus amigas. 

Se escabulleron por la puerta trasera, ya que su padre estaba preparándose para salir a trabajar y no estaba enterado de que tenía una visita en casa todas las noches. El enorme silencio a esas horas les jugaba en contra, pero lograron salir sin que Mike detectara la presencia de Camila en su hogar. 

— Si necesitas algo, llámame. O envíame lo que alcances a escribir en un mensaje, lo que sea. — Mencionó la mayor, a modo de despedida. — Yo entenderé. — 

— Está bien. Te mantendré al tanto. — 

— Cuídate. — 

Intercambiaron besos en la mejilla, y tras un breve lapso en el que sólo sostuvieron el contacto entre sus miradas, se fueron cada una por su lado. Lauren tomó el camino que la guiaría hacia el parque, dónde sus amigas debían de estarla esperando, para ir a tomar un café juntas. Camila tomó el camino que llevaba a su casa, temerosa de lo que pudiera suceder allí. Cargaba cierta intriga, preguntándose lo que podría querer su madre, pero preferiría no verse obligada a averiguarlo. 

La muchacha de ojos verdes no pudo dejar de pensar en su amiga en ningún momento. Estaba preocupada por ella, e incluso estando a unos metros de distancia, ya sentía la necesidad de enviarle un mensaje para asegurarse de que siguiera todo en orden. Por un momento, pensó en dejar abandonados sus planes con las chicas y salir corriendo hasta alcanzar a Camila, para acompañarla, pero sabía que no era la mejor decisión que podría tomar. Ya estaban lo suficientemente enojadas cómo para darles otra decepción. Esa vez, debía hacer las cosas bien con ellas. 

Al verlas, lo primero con lo que chocó su mirada fue con la cara de Normani. La mejor forma de describir la misma, era con un dicho muy presente en boca de su madre; le harían falta dos calzones. Uno para el trasero, y otro para la cara. En palabra simples, la morena no estaba nada feliz de verla. Ally, en cambio, era el rayo de sol que siempre había sido. Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de la rubia al verla, y no dudó en ayudarla a romper la distancia, y caminar en su dirección hasta poder rodearla con un fuerte abrazo. — ¡Lolo! Mani creyó que no vendrías. — Mencionó, eufórica. Era muy temprano para que Lauren estuviera igual de feliz, pero correspondió al cariño, estrechándola entre sus brazos. 

— También me alegro de verte, Allycat. —   Sonrió ampliamente, al apartarse de ella, contagiándose un poco de la innegable felicidad de ella. — Hola, Manibear. — Intentó llamarla por ese apodo cariñoso que le tenía, para conseguir una reacción similar por su parte. 

— Hola, Lauren. — Respondió, con un tono más seco. Definitivamente no quería estar allí. 

— ¡Mani! ¿Por qué tan seria? —  Reprochó Ally. — Lolo está aquí, y por fin volveremos a estar juntas. Además, ¡Mira! Camila no vino. —  Tras decir eso, se dio cuenta de que fue un error, y se cubrió la boca con rapidez. — Auch. Lo siento. — 

— Allyson... —  La regañó Normani, entre dientes. Luego, soltó un suspiro, antes de llevar su mirada hacia Lauren. — No somos muy fans de Camila por aquí. — 

— Sé que no. — Le disgustaba que sus amigas no pudieran ser amigas de ella también, pero no había mucho que hacer al respecto. — Pero cómo bien dijo Ally, Camila no pudo venir. Así que somos sólo nosotras tres, cómo los viejos tiempos. — 

— ¡Sí! — La rubia casi estaba dando saltos de la alegría, cuando las tomó de las manos, queriendo llevarlas a toda velocidad hacia la cafetería. — ¡No hay tiempo que perder, jolín! Andando. — 

She keeps me Warm ;; CAMRENWhere stories live. Discover now