❝Road to Tucson❞

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    —  Bueno, Clarita... Creo que es hora de que nos vayamos. — Mike levantó un bolso al hombro, cargando otro de Lauren en la mano libre. — Te llamaremos cuando estemos allá. 

  — Con cuidado. — Rogó la mujer, mientras abrazaba a su amado. — Esta gente parece peligrosa. — Lo mantuvo cercano a ella, en una mezcla de miedo, emoción, y preocupación. — Cuida de Lauren. 

  — Lo haré. — La abrazó cómo pudo, con todo lo que llevaba. — Mírame un momento, cariño. Ella se apartó con lentitud, sus ojos chocando con los ajenos. Su labio inferior temblaba. — Estaremos bien. Te amo. 

— Yo también te amo. — Correspondió, dándole un último abrazo. El hombre acabó por soltar los bolsos, dejándolos caer en el piso, y le dio un verdadero abrazo. Acabó por extender uno de sus brazos, invitando a sus tres hijos a sumarse. Así, acabó formándose un abrazo grupal entre los Jauregui. 

— Háblanos cuando estés allá. — Taylor tomó las manos de Lauren, tras separarse, y acabaron por intercambiar sonrisas. 

— Lo haré. Cuídense. 

Chris asintió, pasando un brazo por el hombro de Taylor, quién estaba comenzando a soltar algunas lágrimas por la despedida. 

— Y Lauren. — Llamó su mamá, capturando su atención. — Traéla de vuelta. Demando, por lo menos, que venga a cenar con nosotros. 

Sonrió internamente. Su madre no tenía idea de las incontables veces en que habían compartido su comida con Camila, sin tener idea de ello. 

— Está bien. — Se abrazó a la mujer que le dio la vida, antes de tomar uno de los bolsos, ayudando a su padre. — Nos vemos en unas semanas.

— Nos vemos. 

Terminado el momento de despedirse, padre e hija subieron al coche, y cargaron sus bolsos al mismo. Lauren se asomó por la ventana, para saludar a su madre y hermanos. Éstos, con lágrimas en los ojos, alzaron las manos.

Chris persiguió el coche, para poder ir sujeto de la mano de Lauren por algunos segundos, antes de dejarla ir de forma definitiva. No era fácil para ninguna familia dejar que dos miembros de la misma fueran a buscar a una chica posiblemente secuestrada al otro extremo del país, y tuvieran que enfrentarse, por ende, a quiénes la mantenían cautiva. Sin embargo, estarían rezando por ellos. Y por Camila, de quién aún no había noticias. 

 No tenían dinero para pagar los boletos de avión, y preferían ahorrar lo que llevaban para la estadía. No sabían cuanto tiempo pasarían allí. Así que, recorrieron la muy extensa distancia en coche, parando para dormir en la carretera, y en gasolineras para ir al baño. 

Finalmente, la ciudad de Tucson les dio la bienvenida. 

Lo primero que Lauren vio al bajar del coche, dirigiéndose a la entrada del hotel, fue una fotografía de Camila con aquella frase de si alguien la había visto. Al parecer, la policía había estado haciendo su trabajo. 

La desprendió, llevándola consigo. Le serviría. 

Dejaron las cosas en una habitación, y su padre se recostó a descansar. 

— Voy a salir a preguntar por Camila. Vengo luego.

— Espera un poco, Lolo. Acabas de llegar, ¿No quieres descansar un poco?

— Vine a buscar a Camila, y es exactamente lo que voy a hacer. 

— Llévate un mapa turístico, por lo menos... No vayas a perderte. Yo te ayudo más tarde.

— Gracias. Volveré temprano.

Con foto en mano, teléfono en el bolsillo, y un pequeño mapa de la ciudad, abandonó el establecimiento. Comenzó a recorrer la cuadra, hasta ver acercarse a un hombre.

She keeps me Warm ;; CAMRENWhere stories live. Discover now