❝Savior.❞

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Cuando el reloj dio la una, y el cielo estrellado podía apreciarse a la perfección, ambas chicas se escabulleron del apartamento en el que se hospedaban con Mike y Normani. 

Por precaución, Dinah había tomado un cuchillo, ya que ir completamente desarmadas sumaba riesgos que podían evitarse. Si se podían defender con eso, no estarían en tanta desventaja. Sin embargo, no sabían a qué se estaban enfrentando. 

La rubia cruzaba los dedos por que fuera un anciano que quería a Camila cómo compañía, y que no representara demasiada amenaza para ellas. Pero, en el fondo, sabía que era lo menos probable. 


Tras unas cuantas cuadras que recorrieron a pie, sin nadie que pudiese llevarlas o ningún vehículo que acelerara el recorrido de esa distancia, llegaron a un vecindario común. Estaba conformado por casas grandes y de varios pisos, y asumieron que estas pertenecían a gente adinerada. 

El hogar que las citaba allí, parecía ser de dos pisos. Las ventanas estaban cerradas y cubiertas por cortinas gruesas, que impedían ver hacia adentro. Poseía un jardín pequeño, rodeado por una cerca baja, y un camino de piedras en el centro conectaba la vereda con la casa. Tenía flores bonitas y muy bien cuidadas en el césped. Cuando se acercaron a la entrada, tras subir dos escaloncitos para pisar el porche,  notaron un felpudo rojo dándoles la bienvenida.

Les resultó irónico. 


Intentaron abrir la puerta, pero estaba cerrada. 

  — Típico. — Murmuró Dinah. — ¿Qué nunca has visto una peli de terror? Tenemos que entrar por las ventanas. 

— No estamos en una peli de terror. — Lauren la regañó, por que la comparación entre lo que sucedía en esos instantes con una de esas películas, logró ponerla más nerviosa de lo que ya estaba.  

Revisaron las ventanas, para ver si podían levantarlas, pero les fue imposible. 

— Oye, mira esto. —  La rubia le llamó la atención, para que Lauren se acercara a la ventana que parecía dar a una cocina. La cortina estaba entreabierta. El vidrio presentaba una pequeña ruptura, cómo si le hubiesen arrojado una piedra. 

— ¿Qué hacemos? 

— Podemos romperla de a poco para que el vidrio no haga tanto ruido. — Sugirió. — Claro, suponiendo que quién vive aquí está durmiendo, y no escuchará sonidos pequeños. 

Dicho y hecho, fueron rompiéndolo de a poco con una piedra, procurando no ser muy escandalosas. Cuando formaron un agujero por el cual ellas podrían entrar, Dinah le dio su chaqueta a Lauren para que pudiera cubrirse la cabeza, y no se hiciera daño con los vidrios rotos a los costados. Estos rasgaron su ropa, pero no le hicieron daño. Cuando estuvo dentro, pasó la chaqueta de regreso, y la rubia le dio el mismo uso. 

El ambiente dentro no era preocupante, ni aterrador, pero ellas temblaban de miedo por sólo pensar en que alguien estaba allí, y que podía lastimarlas si se lo proponía. 

Abandonaron la cocina, encontrándose con un amplio pasillo. Allí estaba la parte interna de la puerta de entrada, cerrada con unas tantas trabas. Se aseguraron de sacarlas, en caso de que debieran salir huyendo y necesitaran una vía de escape rápida. 


De puntitas, fueron avanzando a lo largo del pasillo. Una puerta abierta daba a la sala de estar, donde vieron a un hombre sentado en un sofá. Estaba dormido, con la chimenea encendida frente a él. 

Las chicas cerraron cuidadosamente la puerta, por si acaso. Recorrieron el primer piso, pero no encontraron nada relevante, ni que les indicara que Camila estaba por allí. 

Al subir al segundo piso, tampoco encontraron nada. Pero entonces, descubrieron una delgada soga que caía del techo. Al jalar de ella, se abrió una escalera que llevaba al ático. 

Dinah y Lauren se observaron entre ellas, muertas de miedo. 

  — ¿Quién sube? — Susurró la ojiverde.

— Yo no. —  Respondió su acompañante. 

— Alguna de las dos tiene que hacerlo, Dinah. —  Insistió, manteniendo los susurros. Temía alzar la voz y despertar al hombre. 

— Pues no seré yo. 

— Pero yo tampoco quiero hacerlo. Anda, hazlo tú.

— Tú eres la mayor aquí. Hazlo tú.

Los susurros fueron volviéndose un leve murmullo mediante discutían, hasta que Lauren acabó por cansarse. 

— Hagamos un piedra papel o tijeras. — Propuso, enseñándole la mano cerrada.

— Bien. La que pierde, sube.

Se prepararon para jugar, posicionando las manos una frente a la otra, y se vieron a los ojos. 

— Piedra, papel, o tij... 

Un ruido las sorprendió, haciéndolas saltar en el lugar. Las escaleras se habían cerrado solas, tras varios minutos permitiendo la entrada, golpeando el techo de forma más que audible desde el primer piso. 

— ¡Ay, no! — Dinah alzó la voz sin querer, y Lauren le tapó la boca. 

— Busca un escondite. Rápido. — Corrió a esconderse dentro de un armario, y la rubia la siguió. 

El sonido de las escaleras no tardó en hacerse oír, y la puerta se abrió de forma violenta. Al abrir un poquito las puertas del armario, pudieron ver cómo un hombre buscaba cualquier origen del sonido. Él tiró de la soga, volviendo a abrir las escaleras, y subió en busca del origen del ruido. 

Sin decir más, Dinah tomó la mano de Lauren para salir del armario y correr escaleras abajo. Él lo notó, desde luego, e inició la persecución. Mientras bajaban, la rubia quiso sacar el cuchillo de su bolso, pero se le cayó. Las manos le temblaban demasiado. 

Muy mala suerte fue la suya, ya que él aprovechó para levantarlo. Ahora las perseguía con el arma que se supone que iban a usar para protegerse. 


Lograron salir, cerrándole la puerta en la cara, y con eso ganaron algo de tiempo para correr en busca de ayuda. Regresaron al hotel, y Dinah fue llorando con el padre de Lauren para explicarle lo ocurrido. La susodicha, no obstante, no podía quedarse tranquila. No podía sentirse a salvo.

¿Y si esa era la última oportunidad que tendría de rescatar a Camila? 

¿Y si no volvería a estar tan cerca de ella jamás?


Su naturaleza impulsiva, entonces, la llevó a regresar a la casa mientras su amiga pedía ayuda a su padre. 



Y, de nuevo, corrió con una muy mala suerte. 

Por que "él" estaba esperándola en la puerta, y no dudó en noquearla con un objeto contundente cuando tuvo la oportunidad.  

  

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora