❝I'm somewhere, you're somewhere.❞

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— Necesito librarme de ella pronto. 

— Y entiendo el apuro, señor Cabello, pero no puedo viajar hasta allá. Ustedes tienen que venir.

—  Hombre, ¿Desde Arizona? ¿Es en serio? 

— No es tanto... Cruzas por Nuevo México y ya estás aquí. O por Utah. Es lo mismo. Además, no estarás tan lejos de la frontera por si necesitas irte. No tardarás más de un día en llegar ahí. 

— Dejé una casa vacía en Tucson. Podrían estar rastreándome. 

— Vienes, la dejas, y te vas. No te pediré más que eso. ¿Tenemos un trato? 

— Ugh, bien. Espero que no cause más problemas hasta entonces, o no llegará en tan buenas condiciones. 

— Oye, no. Mantenla bien alimentada, y que no esté enferma. No quiero una niña que no sirva. 

— Lo sé, lo sé. Llegará bien. Adiós. 

— Nos vemos allá.   


¿En que momento se había vuelto mera mercancía? Su padre estaba usándola para comerciar, cómo si fuera un paquete para entregar a distancia, y no quería que llegase abollado. Lo peor, para ella, era no saber siquiera para que sería utilizada. La duda la carcomía, y su necesidad de escapar de allí era cada vez mayor, pero estaba demasiado vigilada. No podía ni mover un dedo sin que su padre se enterara. 

Desde que había intentado llamar a Lauren, además de llevarse un buen golpe que dejó su labio inferior hinchado y ennegrecido, la vigilancia había aumentado. Alejandro pasaba mucho tiempo fuera, pero dejaba a Sofía y Sinuhe a cargo de Camila. Una era casi una versión en diminuto de él, y la otra estaba al borde de convertirse en su esclava mental. Dudaba que pudieran ayudar en lo más mínimo a la castaña a escapar, pese a ser de su propia sangre. Él se había encargado de que jamás quisieran a Camila. Y, tras dieciséis años, esto daba sus resultados. 

Ella yacía en el suelo, jugando a tapar la luz que ingresaba por un agujerito en el techo, con el dedo.  Si quitaba la mano, el pequeño rayo de sol le daba directo en uno de los ojos, obligándola a achinarlo. 

Estaban quedándose en un complejo de apartamentos, el más barato. Afuera, los niños corrían y jugaban, con sus padres merodeando por allí. Y Camila podría pedir ayuda, pero estaba tan trastornada por el miedo a su padre que no se atrevía a dar un alarido y suplicar que la rescatasen antes de que Alejandro tomara la pistola y la matara. Y, en el mejor de los escenarios, si lograba conseguir ayuda, sabía que su padre encontraría la manera de hacer su vida jodidamente miserable. El hombre ya era el único protagonista de sus pesadillas. La tenía tan asustada, que no se atrevía ni a pasar cerca suyo.

"Si llegaras a intentar escaparte..." Le mencionaba, a veces. "Me escaparía yo de la cárcel, sólo para venir a buscarte. Torturarte a ti, a tu hijo, y matarte. Pero no darte una muerte lenta y pacífica. Morirías agonizando. Sufrirías hasta morir, y con esa cría pasaría exactamente lo mismo. Podría morir frente a tus ojos, mientras te desangras. ¿No quieres eso, verdad?"

Obviamente, estaba aterrorizada. Su corazón se aceleraba de sólo recordarlo, y de saber que él sería más que capaz. 

Mientras estaba bajo vigilancia de Sofía, salieron a sentarse a la puerta del apartamento. Camila estaba atravesando muchos malestares, y necesitaba aire. 

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora