La niña que vivio.

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De Verdad muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia.

Trataré de avanzar en los primeros años solo para aclarar un par de cosas sobre la vida de Harriet, contendrán pequeños SPOILERs de lo que se avecina, así que espero que les gusten.

Las interacciones entre los personajes, al principio serán relaciones platónicas, como admiración y respeto, pero con el tiempo estas cambiaran, Harriet será en ciertos aspectos precoz, de Verdad espero que les guste.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo II. La niña que vivió.

La estación King's Cross, cada año veía en su plataforma nueve y tres cuartos a la nueva generación de magos y brujas de las islas británicas, cientos de jóvenes viajaban hacia las tierras altas de Escocia para continuar con sus estudios en los artes de la magia.

Hogwarts era considerada por muchos la mejor escuela de magia, ya sea por su historia milenaria, o por la gran cantidad de ilustres magos y brujas que cruzaron por sus puertas, siendo los propios fundadores iconos en la cultura mágica.

El ruido en la estación era casi sofocante, las familias no tan apegadas a las viejas costumbres, se despedían de sus hijos demostrando en frente de todos lo orgullosos que se sentían por ellos, sin embargo, los hijos de las familias más apegadas a las costumbres con las que su sociedad se ha guiado durante siglos, se tenían que conformar con ligeras amenazas disfrazadas de palabras de aliento.

Sin que nadie se percatara, una niña de cabellos negros y lentes de armazón delgado empujaba su carrito atiborrado de baúles entre las personas, su sonrisa no podía ser más grande, estaba ansiosa por conocer a los que serían sus compañeros por siete años, pues nunca había podido conocer a muchos niños de su edad. Estaba siendo acompañada por la mujer que consideraba su madre, hoy por primera vez desde que se habían encontrado una a la otra, se separarían, y era difícil decir quien estaba más nerviosa.

Harriet se detuvo frente a la puerta para abordar, y vio a su madre sonriéndole con los ojos llorosos. - ¿Segura que no quieres esperar otro año? - pregunto Lyra medio en broma, medio enserio. - Incluso podríamos contratar tutores si no quieres que yo te siga enseñando.

La pequeña sonrío y se lanzó a los brazos de la mujer, ella también la extrañaría, pero sabia que había cosas que no podían enseñarse con un tutor.

- Sabes que te amo, pero esto es lo mejor. - le contesto Harriet, dandole un beso en la mejilla.

La mujer sonrío, y se separo de su hija para poder verla. - Recuerda, divierte, no te desveles muy seguido, y sobre todo, recuerda que te amo, y si quieres que valla por ti solo manda una carta.

Ambas se volvieron a abrazar, escuchando el silbato que anticipaba la salida del tren, y antes de que pudiera arrepentirse, la pequeña se separo de su madre y subio al tren arrastrando sus cosas.

Con una sonrisa Lyra se despidió de su pequeña sabiendo que estaba creciendo, un sentimiento agridulce para la mujer.

Después de acomodar la mayoría de sus cosas, solo cargando consigo un baúl mucho más pequeño de lo convencional, Harriet encontró casi enseguida una cabina desocupada, ella hubiera querido que unos cuantos primeros años estuvieran para poder conocerlos, pero durante su pequeño recorrido solo había visto niños mayores a ella, por lo que solo le quedo esperar y ver si alguien quería sentarse con ella.

Cuando el tren comenzó a avanzar, abrió su pequeño baúl viendo que no hubiera olvidado nada, dentro habían todo tipo de dulces, y varios cartones de leche de chocolate, lo suficiente como para que le durara hasta las vacaciones de invierno, y todo se conservaría en perfecto estado gracias al hechizo de estasis que tenía el baúl. Tomo un vaso rosa que guardaba celosamente dentro, y se sirvió leche en el, con algo de suerte, le ayudaría a relajarse.

Harriet Potter. La princesa Le FayWhere stories live. Discover now