Primer dia. Pt. II

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Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo IV. Primer día. Pt II.

Minerva McGonagall había visto a cientos de estudiantes pasar por su salon de clases, después de todos sus años de enseñanza nunca pensó que una alumna se clavaría tanto en sus pensamientos como la que acababa de abandonar la aula, aun cuando se vio sola entre los escritorios que abarcaban todo el salón no podía apartar la imagen de la niña sonrojada por sus palabras, la forma en la que su mirada vago por todos lados lejos de ella, la clara vergüenza que sentía, quería dejar de pensar en ella, pero su mente se rehusaba a dejar de lado tan magnifica imagen, trató inútilmente forzar su pequeña conversación al fondo de su mente, en donde residían aquellos recuerdos y pensamientos que solo podían ser invocados en la santidad de su recámara, mas sin embargo mientras mas trataba de hacerlo, parecía que el pensamiento volvía con mayor fuerza, haciendo que su cuerpo reaccionará involuntariamente comenzando a sentir una presión terriblemente conocida en su abdomen bajo, y por primera vez se sintió asqueada de si misma.

Ella nunca había ocultado su orientación, sabia que para el mundo mágico, el solo pensamiento que una bruja amara a otra era casi una abominación, pero Minerva McGonagall se rehusaba a esconder sus sentimientos ante otros, ella vio como muchas mujeres que llego a amar, se casaban para esconder sus sentimientos, y fue testigo de como se marchitaban por sus decisiones, ella no las juzgo, sabia perfectamente lo difícil que era y es ese tipo de vida, el ocultar el amor detrás de una amistad, saber que en cuanto se descubriera tu propia familia pudiera repudiarte, que aquellos que amas podrían ser los primeros en apuntar sus varitas en tu contra, pero ella tuvo la oportunidad de vivir su vida como quería, nunca necesito casarse y formar una familia para sentirse plena, el enseñar siempre había sido la luz de su vida, y fue suficiente para hacerla feliz. Y siempre fue así hasta ese momento, cuando vio a la hija de dos de sus mejores alumnos, no sintió felicidad por verla nuevamente, no pensó en lo mucho que le recordaba a Lily y a James, y aunque tenia sus preguntas sobre ella algo más nació dentro suyo, algo que nunca pensó sentir, mucho menos por una alumna, nunca se había sentido así, era como si algo dentro suyo le quisiera obligar a hacerla suya, como si su misma magia la empujara a ella, y se dio asco, aquel pensamiento le hacía querer apuntar su varita a si misma.

Lo peor de todo es que su misma mente comenzaba a darle excusas para con sus sentimientos.

"Hay niñas que son entregadas por su misma familia a hombres mucho mayores que tu"

-¡Cállate! - se gruño a si misma, sintiéndose presa de su mente.

"Si eso es lo que quieres lo haré, pero solo déjame decirte esto... No tienes que hacer algo de inmediato, déjala crecer, pero cuando llegue el momento ella podría ser tuya."

La que era considerada de las profesoras mas estoicas de Hogwarts, sintió el picor de las lagrimas en sus ojos, considerándose tan repulsiva que sus piernas le fallaron cayendo al suelo, ahogando un sollozo en su mano.

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Sin ser consciente de lo que sucedía con la profesora McGonagall, Harriet caminaba hacia las mazmorras donde tendría su clase de pociones, habría que cruzar casi la mitad del castillo para llegar, el lado bueno es que Hermione casi le había obligado a llevar desde antes sus utensilios para ello, lo malo es que no había tenido la oportunidad de comer un solo pedazo de chocolate, y comenzaba a sentir a su cuerpo exigir detenerse y comer un poco, pero no quería hacer esperar a su amiga de cabello tupido sabiendo que posiblemente ignoraba un paso fundamental para poder preparar correctamente cerveza.

Harriet Potter. La princesa Le FayWhere stories live. Discover now