nueve

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A la mañana siguiente, Jungkook se levantó con los ojos pegados. Había estado llorando unas horas antes de poder "pegar ojo"; y eso era lo que ahora le molestaba, irónicamente, no poder despegarlos. Eran las diez, nadie le había despertado. No es que esperara que alguien lo hiciera, ya que ese alguien sería Hoseok y... bueno, ya sabía lo que pasó la noche anterior.

Ni siquiera se cambió de ropa, se lanzó entre las sábanas con lo que llevaba puesto del día anterior. Estaba todo sudado, se sentía incluso peor al darse cuenta de ello. Aunque en realidad quería quedarse en la cama y dejar de existir, arrastró su cuerpo hasta la ducha, dejando caer las prendas de ropa que se iba quitando por el suelo de la habitación, sin preocuparse mucho por ello.

Al entrar por la mampara y girar el grifo, miró el borde de la bañera donde hace un tiempo Hoseok y él se besaron. Jungkook recuerda encenderle un cigarrillo, luego Hoseok sopló el humo hacia su cara. Miró la marca que le dejó anoche en su mano. Su mente se quedó en blanco, no sabía qué pensar. No sabía qué pensar de Hoseok, ni de él mismo.

Terminó de ducharse y cuando se secó con la toalla, miró hacia la cama desde la puerta del baño. De veras se replanteó volver a tirarse entre aquel alboroto de sábanas, sudor y lágrimas, pero decidió reprimir sus impulsos.

Desde que fue... ¿secuestrado? No sabía como expresar la situación actual, pero desde que fue confinado en el edificio, su móvil había sido requisado. Lo habían sustituído por un móvil de empresa, sin acceso a Internet y con los únicos contactos de los trabajadores de Kang. Entre ellos, Jung Hoseok.

Sentado en el borde de la bañera, con una toalla atada en la cintura, observó la pantalla donde se podía ver el contacto del chico junto con su nombre. Mierda, ¿debería llamarle? Pero... ¿por qué debería llamarle? ¿Qué iba a decirle? Ni siquiera sabía eso.

Cuando se vistió, cambió las sábanas sucias por unas nuevas que había en el armario de la habitación y se dirigió hacia la ventana blindada, subiéndose a un taburete para poder mirar a través de ella. El cielo estaba despejado, ni siquiera volaban pájaros, ni un solo avión. Estaba solo, como él.

Sacó el móvil de su bolsillo trasero y navegó en él hasta que encontró algo útil: el número de Namjoon. Era el único a quien conocía (a parte de ya-sabemos-quién) y... sinceramente, era el único a quien podía contarle todo lo que había pasado, era amigo de Hoseok y, aunque le costara admitirlo, en el fondo quería que entrase en razón.

─ Namjoon-hyung -hizo una pausa después de que el otro saludara-, buenos días... ¿te he despertado?

─ No. Es más, ya estoy en la oficina con Hoseok. ¿Le estás buscando? Puedo-

─ ¡No, no, tranquilo! Quería saber si podrías... venir a mi habitación...

Namjoon miró de reojo a su compañero, que peleaba con una máquina de café. No eran su punto fuerte.

─ ¿Quieres que hagamos algo? -susurró al aparato.

─ Sólo necesito hablar. No se lo digas a Hoseok, por favor.

El mayor volvió a mirar a Hoseok, nervioso, suspiró y aceptó. Colgó el teléfono y lo siguiente que vió fue a su amigo en su cara.

─ ¿Quién era? Me ha parecido oír mi nombre. -preguntó sonriente.

Namjoon estaba aterrado.

─ E-era Junghwa, la mujer que se encarga de todo esto mientras yo no estoy... -mintió.

─ Entiendo. Entonces ibas a montártelo con Junghwa, una mujer de cincuenta y siete años a punto de jubilarse.

─ ¿...me gustan maduritas?

Hoseok soltó una carcajada, indignado. El otro estaba temblando.

─ Joonie, cielo. Tenías el altavoz activado. ¿Qué te ha dicho Jungkook?

─ Nada, de momento. Debería ir...

( . . . )

Unos diez minutos después de que Jungkook colgara el teléfono, pudo oír cómo alguien tecleaba la contraseña de su puerta. Por un momento se alegró, pero luego se dió cuenta de algo... ¿estaba abriendo la puerta, conocía su contraseña? ¡Ni siquiera él mismo sabía cuál era su contraseña! Solamente una persona conocía de ella.

─ Hoseok.

─ Hola.

Un semblante serio se asomó por la rendija de la puerta. Al menor casi se le corta la respiración, su corazón late como loco. En su mente maldijo a Namjoon y a su lengua larga.

─ Sé lo que estás pensando. No es culpa de Namjoon. Ya hablaremos de eso -aclaró Hoseok-. Ahora tenemos que aclarar otras cosas.

Cerró la puerta tras de sí y caminó hasta la cama donde Jungkook se encontraba, sentándose a su lado.
A decir verdad, las emociones de Hoseok no se alejaban de ser similares a las de Jungkook. Había pasado la noche en vela, con un gran nudo en la garganta y un enorme dolor de cabeza. Quisiera haber hablado de ello con Namjoon, pero justo cuando iba a hacerlo ocurrió la repentina llamada de teléfono.

─ Jungkook... -comenzó a hablar con un tono suave- ...te voy a ser sincero. No sé que quieres, o querías que hiciera.

─ Ayudarme... -respondió con un hilo de voz, mirando al suelo y entrelazando los dedos de sus manos.

─ Esa parte sí la he comprendido. Pero, ¿cómo querías que tomara esa decisión tan rápido?

La cabeza de Jungkook giró y Hoseok pudo ver sus ojos por primera vez. Estaban rojos e hinchados. Y su rostro mostraba una expresión dolorida.

─ ¿Qué decisión? -arrancó Jungkook- ¿¡La de ayudarme!? ¿¡Tienes que pensar en si quieres ayudarme!?

Rompió en llanto en cuanto terminó de hablar. Rápidamente apartó la mirada de nuevo y tapó su cara con sus manos, encogiendo su cuerpo sobre sí mismo. El otro chico mordió sus mejillas y se quedó inmóvil unos segundos, sin saber qué hacer. Nunca lo sabía. Se levantó de la cama y se puso de cuclillas delante de Jungkook, apartando sus manos temblorosas y húmedas y tomándolas, entrelazando sus dedos con los suyos propios. Jungkook seguía en la misma posición, haciendo difícil para Hoseok el poder hablarle a la cara. Se acercó un poco más a él, casi rozando su cabello negro con la nariz. Acariciándole con sus dedos pulgares, dijo con una voz suave:

─ Necesito que me digas cómo conseguir lo que necesitas.

El menor levantó la cabeza, lo necesario para poder comunicarse con él. Quisiera haberle sonreído, aunque fuera con la cara llena de legañas y el pelo alborotado.

─ Hoseok, no me estoy sintiendo bien...

─ ¿Eh? ¿Desde cuándo?

─ Anoche...

─ ¿Es por... eso?

Jungkook asintió. Su amante se reincorporó de inmediato y le indicó que se tumbara en la cama. Mierda. Tendría que haber ido a por la droga antes. Mierda, mierda, mierda. No era momento para pelearse, tampoco era momento para quedarse parado y pensar.

─ Vale, Jungkook, voy a llamar a Namjoon para que esté contigo. Pero necesito que me expliques lo mejor posible dónde puedo conseguir la droga, ¿vale?

Ya tenía el teléfono en la oreja y estaba comunicando con el teléfono de Namjoon. Observó a Jungkook, estaba muy pálido, no se había dado cuenta hasta ahora porque lo le había dejado verle por completo. Suspiró agobiado, teléfono en mano.

─ ...solamente tiene acceso a ella el jefe Kim...

Si no hubiera sido porque Namjoon por fin había decidido contestar a la llamada, Hoseok hubiera gritado un "QUÉ" tan alto que las paredes del edificio hubieran temblado.

no gods, just us | hopekook +18Where stories live. Discover now