17. Martina

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Luego de despedir a mi último paciente, salí con destino a mi cita con Nadia, me recibió y pasé a sentarme, me ofreció un vaso de agua que se lo agradecí porque el día estaba muy caluroso y luego comencé a contarle las últimas novedades

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Luego de despedir a mi último paciente, salí con destino a mi cita con Nadia, me recibió y pasé a sentarme, me ofreció un vaso de agua que se lo agradecí porque el día estaba muy caluroso y luego comencé a contarle las últimas novedades.

Le relaté mi discusión con Juanjo, mi salida de la casa, mi llegada a lo de Adri y lo que sucedió después. La verdad era que yo no era de contar esa clase de cosas, me daba tanta vergüenza hacerlo que sentía que tenía el rostro en llamas. Siempre había sido así, quizá por eso nunca había tenido de esas amigas de los libros, las que saben todo de ti y con las que hablas a calzón quitado. He tenido amigas que me han contado sus intimidades a mí, Merce era una de ellas, directa y sin tapujos, y aunque solía contarle algunas cosas cuando preguntaba, no intimaba demasiado... no sabía por qué... solo sabía que me daba mucha vergüenza.

Por eso, hacerlo con Nadia fue liberador, pero también molesto. Claro que se lo dije, por lo que se mostró comprensiva y paciente.

—¿Entonces te gusta Adrián? —preguntó.

—No lo sé, la verdad es que jamás había pasado nada entre nosotros... Nada con una connotación que no fuera amistosa...

—¿Y qué crees que pasó la otra noche?

—Pues, lo he intentado analizar y solo puedo decir que fue una atracción muy fuerte de mi parte. Adrián es guapísimo, Nadia... tienes que verlo —insistí.

—Pero al parecer esa atracción fue bilateral, ¿o no?

Me encogí de hombros.

—Eso dice él, pero a lo mejor solo no quiere lastimarme.

Nadia negó.

—Bueno, creo que tú mejor que nadie sabes que hay cosas que solucionar con Juanjo antes de que decidas embaucarte en otra relación, es lo que yo puedo recomendar, claro que tú harás lo que te parezca —añadió—, pero según lo que me has contado, yo pienso que al tal Adrián tú le gustas, Martina. Después de todo fue él quien comenzó todo...

Suspiré.

—Es mi mejor amigo... siempre lo ha sido... —comenté confusa.

—¿Y qué ha cambiado?

—Nada y todo al mismo tiempo. Hay momentos en que somos los mismos de siempre, pero entonces él dice algo y se prende una chispa... y es una muy grande, Nadia, nunca me había pasado...

—¿Te refieres a una chispa que despierta tu deseo sexual?

Asentí y me llevé las manos al rostro, cubriéndome la vergüenza. Nadia sonrió.

—Él dijo algo bonito que no había pensado antes. Dijo que mi cuerpo podía responder y darme sensaciones placenteras, aunque yo no lo aceptara... Me hizo pensar, ¿sabes? O más bien, me hizo sentir... Cuando estoy con Juanjo o con mi anterior pareja, nunca he dejado de pensar, era como si una luz roja estuviera siempre encendida en una zona de mi cabeza, nunca me he dejado ir del todo... siempre analizo en lo que el otro puede estar pensando de mí en ese momento, cómo me estaría viendo o sintiendo... Por eso nunca he hecho nada con la luz encendida o nunca he dejado que me tocaran el abdomen, porque se siente blando...

Una chica como yoWhere stories live. Discover now