Había algo que nunca me había gustado de mi forma de ser, y era lo explosivo que me ponía cuando algo me superaba, lo intenso que podía llegar a ser cuando el enfado me nublaba. De niño, me había metido en varias peleas por defender a mis amigos de situaciones que creía injustas, mi madre había trabajado mucho para enseñarme a controlar la ira por medio de ejercicios de respiración y cosas parecidas.
Con el tiempo y la madurez aprendí a controlar mis emociones, sobre todo aquellas que me desbordaban, pero esta vez no me estaba resultando tan fácil. Quería golpear al idiota de Juanjo y odiaba que hablara de Martina de esa manera, además me sentía celoso y angustiado por esa charla que estaban teniendo. Sé que estaba siendo irracional, pero es más fácil decirlo que vivirlo.
Fui a la casa de Bruno para desahogarme con alguno de esos juegos de guerra que a él tanto le gustaban, me abrió y me dejó pasar.
—¿Qué sucede? —preguntó porque me conocía bien.
—Odio al ex de Martina, es un idiota.
—¿Va a volver con él?
—No, o eso espero... —La duda me desbarató la paciencia y comencé a aporrear el control con fuerza.
—Cálmate, hermano... Oye, en cualquier momento vamos a hacer la reunión entre compañeros antes de que Shirley se regrese, su madre ya está mejor. ¿Van a participar?
—Le diré a Martina... —respondí.
—Estaría bueno que la llevaras... ¿Tienes algo con ella?
—¿Qué?
—No sé, me parece que algo se traen, se ha mudado a tu casa y tú has rechazado al bombonazo de Shirley... Hablas solo de ella y hasta te molesta su ex...
—Bueno, no lo sé... me gusta y en eso estamos —respondí con seriedad y firmeza.
—Así que te gusta Martina, quién lo iba a decir...
—Pues no tiene nada de raro, Bruno, es hermosa e inteligente, tiene un corazón enorme y me encanta pasar el rato con ella, ¿tienes algún problema o algo que objetar? —Soné mucho más desagradable de lo que esperaba.
—No, nada, cálmate —respondió y seguimos jugando un rato más en silencio.
Volví a la casa luego de pasar por un restaurante para comprar algo para comer. Entonces llegué y noté que había silencio. Primero pensé que ella no había regresado aún, pero vi su bolso en la sala, así que dejé la comida en el mostrador y fui hasta mi habitación.
Y la vi.
En ropa interior mirándose al espejo y haciendo poses como si se tratase de una modelo.
—Marti... —susurré.
—Adri... Yo... Estaba aquí...
Buscó la bata que estaba en el suelo y se envolvió con ella con rapidez.
DU LÄSER
Una chica como yo
RomantikLa vida de una persona con sobrepeso es una lucha constante, un sinfín de dietas, ejercicios, subidas y bajadas mientras el espejo te muestra lo que eres y la sociedad te recuerda a diario todo lo que no eres. Martina lo sabe en primera persona porq...