23. Martina

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La miré e intenté que no fuera tan directa, hacía unos meses atrás a lo mejor no me incomodaba tanto esa charla, pero con los últimos acontecimientos entre Adri y yo, aquello me parecía íntimo e incómodo

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La miré e intenté que no fuera tan directa, hacía unos meses atrás a lo mejor no me incomodaba tanto esa charla, pero con los últimos acontecimientos entre Adri y yo, aquello me parecía íntimo e incómodo.

—Martina cree que el sexo no es lo principal en una relación, y que, si en el amor y en otras cosas se está bien, eso puede pasar a segundo plano. Yo no estoy de acuerdo, pienso que una relación sin sexo es una amistad, y para eso ya los tengo a ustedes —afirmó.

—¿No te parece importante el sexo, Marti? —preguntó Adrián.

—No digo eso —admití y luego bufé—. Voy a tratar de explicarlo.

—Espera, iré a traer la otra pizza del horno —dijo Merce y se levantó. Unos minutos después regresó, dejó la pizza en la mesa de centro y me miró—. Continúa que quiero escuchar la opinión de Adri.

—Bueno... —suspiré y miré la pizza—. Para mí una relación es como la pizza —afirmé, los dos se echaron a reír—. El amor sería la masa... el queso podría ser el sexo, la salsa podría ser la comunicación, y el resto de los ingredientes, que puede o no tener una pizza, serían otras cosas que conforman a una pareja. Mi punto es que los elementos se complementan entre sí para hacer un todo, una pizza...

—Por eso mismo, una pizza sin queso no es pizza —añadió mi amiga llevándose un bocado a la boca y lamiéndose los dedos. Adrián asintió.

—Yo no digo que no haya sexo —expliqué—, por supuesto que es uno de los ingredientes, pero no creo que sea el principal... es parte del todo, pero no es el todo... Si la masa es buena, la pizza será buena.

—Pero si el queso es bueno, la pizza será mejor. Y ni hablar de la pizza cuatro quesos, Martina, eso es delicia pura —respondió Merce y los tres nos echamos a reír—. El punto de toda esta clase de cocina —añadió mirando a Adri—, es que ella está dispuesta a comerse una pizza con un queso malo y yo no. Juanjo era muy básico en el sexo, y ella no se quejaba porque para ella así estaba bien, pero yo así me aburro... ¿La misma posición siempre? ¿Nada de sexo oral? No, yo a esa pizza no le entro, es como comerte una de esas pizzas veganas que no llevan queso y que hacen una pasta de papa para suplantarlo, no es queso, amigos, no sabe igual —bromeó.

Negué y me encogí de hombros.

—Solo digo que el sexo no lo es todo, pero ¿por qué estamos hablando de mí si hasta hace un momento nos estabas contando de Genaro?

—Bueno, es que no me gusta su pizza —respondió Merce con diversión—, le falta queso... ¿Y tú? —Le preguntó a Adri—. ¿Qué piensas de todo esto? Yo sé que a ti sí que te gusta el queso, picarón —bromeó y Adri se echó a reír.

—Creo que las dos tienen su punto... Para mí el sexo es importante, me gusta experimentar y probar mis límites y los de mi pareja —añadió Adrián y me miró de una forma que sentí que me calentaba las entrañas—, pero definitivamente el amor también lo es. No niego que tuve mi época de relaciones de una noche, pero no es lo mío. Prefiero algo más completo... algo con futuro, al menos en esta etapa de mi vida.

—¿Y estarías con alguien que, por ejemplo, no quiere hacerte sexo oral o no le gusta experimentar? —preguntó Merce.

Adrián pareció pensarlo y luego se encogió de hombros.

—Supongo que no si pudiera elegir, pero si me enamorara perdidamente de alguien que lo ve de manera distinta, tendríamos que hablarlo y negociarlo. Pienso que la comunicación es muy importante, sobre todo en esta clase de cosas, un ingrediente principal para la pizza —añadió divertido—. También me parece extremo descartar a alguien porque no le guste algo...

—Sí, en eso estoy de acuerdo —respondió Merce—, pero cuando es una relación seria... El caso es que yo no busco eso y, si no me voy a divertir, prefiero ver una película en mi casa o leer una novela erótica de sadomasoquismo.

Asentimos entre risas y dejamos morir la conversación allí. Hablamos de otra cosa como de lo cansados que estábamos por haber pasado la tarde en el cumpleaños. Al día siguiente era lunes, pero era feriado, por lo que pensábamos dormir, aun así cerca de las doce de la noche nos despedimos y regresamos a la casa.

Una vez allí fuimos para nuestras habitaciones a prepararnos para dormir, y como ya era casi una costumbre, fui a hacerme un té antes de hacerlo.

Lo sentí detrás de mí y me volteé a mirarlo.

—Gracias por acompañarme hoy —dijo y yo asentí.

—No tienes que agradecer, ha sido bonito verte con él, estabas muy feliz.

Adri asintió.

Nos miramos con intensidad, no sé qué pasaba por su mente en ese momento, pero yo solo podía pensar en lo guapo que se veía en todas sus facetas, cuando estaba recién despertado, cuando se vestía para una reunión, cuando salía de la ducha con el pelo húmedo, cuando jugaba con su hijo, cuando me miraba como si quisiera devorarme.

—Odio que él no haya sabido cocinarte la mejor de las pizzas —susurró. Sonreí por la alusión, pero me encogí de hombros.

—Buenas noches, Adri —dije y él suspiró.

—Buenas noches, Marti.

—Buenas noches, Marti

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Una chica como yoWhere stories live. Discover now