Capítulo XXX

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-¿Sabes cuál es el problema?

Babe se limaba las uñas mientras observaba a su hijo des del otro lado de la habitación. No sabía exactamente qué se le estaba pasando por la cabeza pero suponía que nada bueno puesto que no levantaba la vista del suelo mientras apoyaba los antebrazos en sus rodillas en uno de los sillones de cuero.

-No – contestó Hell con voz monótona.

-Pues el problema es, cielo, que la situación te ha superado.

Dentro de la habitación pareció que un incendio arrasase la alfombra en el momento en el que Hell alzó los ojos y fulminó a su madre. Fue una mirada totalmente apabullante, una que Babe nunca le había visto y era eso lo que quería recuperar, a su impulsivo y cabeza hueca de siempre, su niño. Alguien a quién poder cuidar todavía.

-¿Que a mí me ha superado la situación? ¡¿A mí?!

-No voy a mentirte – continuó Babe sin dejar de atender su manicura -. Confiaba en ti. Y en Sky. Los dos me habéis decepcionado muchísimo. No creí que llegaseis a ser tan estúpidos y manipulables como para obedecerme en todo lo que ordenase.

Aquello fue la gota que colmó el vaso para Hell. Se levantó tras apartar el sillón hacia tras con brusquedad y un sonido sordo de arrastre y su madre alzó las manos y cerró los ojos como si esperase que llegase algún golpe. Por supuesto, ambos sabían que eso no iba a suceder.

-Yo también confiaba en ti, mamá – la voz de su hijo estaba cargada de decepción -. No has estado presente en el momento más doloroso de nuestras vidas. No has hecho nada, tan solo llorar y causar problemas. Creí a papá cuando dijo que eras fuerte, realmente lo hice. Y no quiero hacerte daño con lo que te estoy diciendo pero tú me estás provocando. No te atrevas a decirme ahora que...

Babe Capobianco se levantó lentamente y se irguió sobre sus tacones de quinientos dólares para acercarse a su hijo mediano. Enroscó los brazos alrededor de su cuello y le dio un profundo abrazo que a Hell le pareció el mejor del mundo.

-Vamos a solucionar esto, cariño – susurró -. Una vez firmemos esa maldita tregua con los Capaldi todo habrá terminado. Esta vez pienso asegurarme de que así sea. ¿De acuerdo?

Hell asintió y sonrió. Su madre colocó bien el cuello de su camiseta antes de volver a susurrar con voz fría:

-No vuelvas a hablarme en ese tono. No me importa que seas mi hijo, si vuelves a hacerlo mandaré a que te apaleen. Tu padre nunca mintió sobre mí, puedes darlo por seguro.

* * *

El lugar le trajo a Hell muy pero que muy malos recuerdos. La nave estaba intacta. Habían reparado los agujeros de bala sobre la superficie metálica y a la luz de la luna incluso parecía la misma de siempre, solo que ahora contenía el alma de DD. Entrar, firmar y salir, era todo lo que debía hacer. “Juro por lo más sagrado que como hagas algo que se salga de esas tres simples órdenes, Henry, te ingresaré en un centro de rehabilitación y reinserción social”, había advertido Babe.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Where stories live. Discover now