Capítulo IX

17.4K 1.3K 148
                                    

Notó la vista cansada cuando por fin consiguió abrir los ojos. Notaba un sabor agrio muy desagradable en la boca y tuvo que incorporarse para reprimir una arcada. ¿Dónde estaba? El lugar estaba en sombras y podía escuchar el sonido de una respiración entrecortada justo a su lado. La mano del intruso todavía persistía aferrada a la camiseta que llevaba puesta. Una camiseta demasiado holgada y grande para ser suya... Saltó de la cama con un grito ahogado.

Mierda, mierda, mierda. “¿Pero qué ha pasado?”, pensó, aterrorizada y retrocediendo hasta chocar contra el ventanal con un golpe seco. Hell se había removido entre las sábanas y había abierto los ojos perezosamente segundos atrás. Ahora la observaba divertido apoyado sobre un codo.

“Fue aquel refresco”, recordó llevándose las manos a la cabeza que le retumbaba, “La rubia debió echarle algo”. Se arrepintió muchísimo de no haber huido cuando todavía estaba a tiempo. Ni siquiera recordaba por qué lo había ayudado.

“Oh, por favor, ¿no se habrá atrevido a...?”. Prefirió no terminar la frase en su mente porque ya sabía la respuesta. ¿Por qué sino estaba en su cama con él medio desnuda? La había cagado. Solo quería tirarse por esa ventana que daba vistas al espléndido Nueva York de las seis de la mañana, pero por desgracia, no podían abrirse. Tuvo que continuar observando a Hell y dejar que él la observase a ella.

- ¿Has dormido bien, Kiara? - ronroneó con voz melosa.

Ella tragó saliva y recorrió la habitación con la vista, tal vez buscando una vía de escape, pero la única puerta estaba justo detrás de la cama y definitivamente no iba a arriesgarse a abandonar su zona de seguridad contra la ventana.

- Dime que no... - se atrevió a decir con un hilo de voz.

-¿Que no qué? - preguntó divertido mientras se levantaba.

Hizo un gesto de dolor al incorporarse por la herida del pecho y Kiara creyó que iba a desmayarse como había hecho en el coche, pero solo se tambaleó ligeramente hasta apoyarse contra la pared, justo frente a ella.

- ¿Me vas a contestar? - insistió sonriendo.

“Si se acerca más me moriré, no podré soportarlo”, pensó, aterrada ante la posibilidad de que hubiese abusado de ella.

- Dime que no me has tocado... - susurró.

Hell arqueó las cejas.

- ¡Eso me ofende, nena! - exclamó riendo - ¿No te acuerdas de nada?

Soltó una nueva carcajada ante la palidez de Kiara y tuvo que sentarse en la cama para recuperar el aliento. Si realmente había pasado, Kiara solo quería hacerse un ovillo en el suelo y echarse a llorar. Estaba manchada para siempre. Su padre no volvería a abrazarla, tal vez la repudiaría. Acostarse con un Capobianco era peor incluso que dispararle a alguien de su Familia. Cuando quiso darse cuenta, ya estaba en el suelo sollozando y Hell la observaba con curiosidad.

- No llores – dijo algo confundido -. No nos hemos acostado. En serio, nena, solo hemos dormido.

Kiara alzó los ojos llorosos y se limpió las lágrimas con rapidez.

- ¿De verdad?

- Si lo hubiésemos hecho, lo recordarías, créeme – insistió acercándose a ella y cargándola sobre su hombro -. No soy un violador, y muchos menos un pederasta.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Where stories live. Discover now