Capítulo VIII

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El contacto de algo frío sobre su cabeza provocó que abriese los ojos violentamente. Los ojos azules de Hannah se encontraron con los suyos y lo único que pudo hacer fue suspirar de alivio. Intentó incorporarse pero un fuerte pinchazo de dolor le recorrió el cuerpo.

- No, no, quédate quieto…- susurró ella acariciándole la mejilla – Eso es, cierra los ojos…

Hell obedeció a regañadientes y se mordió el labio inferior. ¿Qué demonios había pasado? Ah, sí, se había desmayado…El maldito de Gary le había disparado a traición, con una escopeta nada más ni nada menos. ¡Y, mierda, le dolía demasiado! Necesitaba un cigarrillo.

Entonces, como un tornado furioso de recuerdos confusos, se le vino algo a la mente. Una imagen, una imagen borrosa.

- ¡Kiara! – exclamó incorporándose de golpe - ¡Joder, joder, joder!

Ignoró el dolor que se había extendido por todo el cuerpo como si de fuego se tratase. El fuego no le importaba; Hell sabía jugar con las llamas.

Estaban el su habitación del ático, con grandes ventanales que mostraban las increíbles vistas de Nueva York. Había varias vendas manchadas de rojo esparcidas por el suelo, un botiquín, una botella de tequila, y su camisa rota tirada en la cama junto a él. La habitación era muy lujosa y espaciosa, digna de salir en una revista de decoración de interiores, pero lo que a él le importaba ahora mismo es que faltaba alguien allí. Alguien que podía costarle la vida.

- ¡¿Dónde está?! – gritó alterado - ¡Mierda, mi padre me va a matar! ¡Joder, estúpida niñata!

Hannah intentó tranquilizarlo pero no lo consiguió. Hell era mucho más fuerte y la apartó con la máxima delicadeza posible para buscar su pistola en el armario.

- Está en el salón – contestó Hannah cogiéndole el rostro entre sus manos -. Si te refieres a la niña de pelo oscuro y cara bonita, está en el salón.

En aquel momento la habría besado de puro alivio, y es lo que hizo. Junto sus labios con los de la rubia y esta lo apartó ligeramente.

- Acuéstate. Ya – ordenó.

- No, no… Tengo que vigilarla, tengo que… - contestó aturdido.

- Hell, yo puedo cuidar de ella, ¿vale? ¿Quién es?

Hell frunció el ceño y se apoyó en la pared para asomarse por la puerta encristalada. El gigantesco salón de doble altura estaba muy bien distribuido y decorado. Los muebles modernos parecían combinar a la perfección con algunas reliquias históricas tales como un baúl francés del siglo XVIII. En uno de los sofás de cuero negro, Kiara permanecía dormida con la respiración acompasada.

- La hija de Rhett Capaldi – contestó -. Es demasiado largo de contar…

Hannah se cruzó de brazos.

- Bueno, es lo mínimo que puedes hacer para agradecerme que te haya salvado el culo.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Where stories live. Discover now