Capítulo V

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Si hubiese tenido que pedir ayuda a alguien, sin duda Hell se la habría pedido hasta al mismísimo diablo. Pero como era demasiado orgulloso para hacerlo y tenía la clara idea de que nada podía hundirlo, no tuvo más remedio que continuar allí tirado sobre su cama.

El teléfono sonaba constantemente. No le apetecía levantarse a cogerlo a pesar de que podía ver la pantalla iluminada y el rostro de su madre en ella. Estaba cabreado.

Finalmente estiró el brazo y lo alcanzó con parsimonia.

- ¿Mamá?

La voz al otro lado de la línea sonó bastante tensa.

- Hola, cielo, ¿ya habéis hecho eso?

- Mamá, sabes que no puedes llamar, no es seguro… - Hell se sentía estúpido explicándole cosas a su madre que ella sabía perfectamente.

- ¿Pero lo habéis hecho?

- Sí, la “niña” ya está en casa, pero me habéis dejado a mí el regalito. Papá se ha ido a Vermont y tú y las chicas por ahí de fiesta. Si vamos a “adoptar” habría que hablarlo antes de nada y no dejarme a mí  de niñero.

- Bueno, cielo, ya sabes cómo están las cosas, no podemos lloriquear en momentos de tormenta.

- ¡Yo no lloriqueo! - exclamó Hell.

Babe rió melodiosamente al otro lado de la línea.

- Asegúrate de que tiene todo lo que necesita. Hay ropa vieja de Tears en el desván y que coma por lo menos tres veces al día. Quiero se encuentre lo mejor que pueda.

- Mamá, está secuestrada - replicó Hell levantándose y comenzando a desvestirse -. No puede encontrarse bien ni quiero que se encuentre bien. ¿O es que se te olvida que es una Capaldi?

El silencio se hizo entre ellos. Su madre no era propensa a olvidar. Era una mujer vengativa, muy vengativa… Pero quería la cabeza de Rhett, no la de su hija.

- Haz lo que te he dicho - contestó su madre -. Y gracias, cariño, sé que ya te has independizado y que no tienes que encargarte de los líos de tu alocado padre, así que gracias.

Hell entró en el baño todavía con el teléfono en la mano. Sí, era cierto. Podría haberse negado en rotundo a encargarse de Kiara pero, ¿acaso no habían sus padres solucionado sus problemas cuando era tan solo un adolescente? Le faltaban dedos en las manos para contar las situaciones complicadas en las que se había metido con tan solo dieciséis o dieciocho años y que ahora le parecían una estupidez.

- Somos una familia - dijo él entrando en la bañera -, ¿si no nos ayudamos entre nosotros quién lo hará? Hay demasiados tiburones esperando a que caigamos.

Puso el teléfono sobre el borde de la bañera y se sumergió en el agua. Realmente necesitaba que sus músculos se relajasen. Encendió un cigarrillo mientras su madre continuaba explicándole algo acerca de comprar un nuevo coche del que se había enamorado en París.

Se escuchó un grito a la lejanía y seguidamente alguien aporreó la puerta del baño con insistencia. Cómo odiaba que lo molestasen cuando estaba estresado…

- ¡Señor, es la señorita Kiara! - exclamó Carmen - ¡Ha subido al tejado y se niega a bajar!

Hell casi se ahoga con el humo del tabaco al oír esto. Esperaba que su madre no se hubiese enterado de nada porque si no iba a tener un grave problema.

- Mamá, te llamo luego - cortó Hell a Babe -. Sí, tranquila, lo tengo todo controlado…

Cogió una toalla y se cubrió para no tener que enseñar a Carmen sus encantos, aunque no había nada que no hubiese visto ya pues había sido su niñera desde los dos años.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Where stories live. Discover now