Capítulo XXIII

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Oír hablar a su madre de la forma en la que lo estaba haciendo no solo lo hacía sentirse muy orgulloso sino también seguro y protegido, como cuando era pequeño y cualquier eventualidad podía solucionarse “contándoselo a mamá”. Era cierto que siempre había subestimado a su madre en estos temas y también que su padre siempre lo había advertido: “El día que tu madre despierte, hasta Satanás se lamentará de ello”. Ahora se sentía muy tonto por haberse preocupado tanto. Babe, pasase lo que pasase, iba a reaccionar. Y DD sabía esto como si de sí mismo le hubiesen preguntado.

-Quiero a Golding fuera.

Hell salió de sus ensoñaciones y recorrió los rostros de los demás presentes con la mirada. En la mesa no sobraban las caras reflejando incredulidad, inseguridad e incluso miedo.

-¿Jack Golding? - preguntó Hell a su madre algo confuso.

-Sí, Jack Golding – Babe hizo una cruz en la lista -. Lo quiero fuera.

-No podemos sacar a Golding de la cárcel, ¿es consciente de los problemas que acarrearía hacer eso? - Taylor intentó no sonar agresivo.

-A nosotros ninguno.

-Pero a los Black sí – el Sr. Collins clavó sus pequeños ojos en ella -. Será una masacre. El pequeño fue quién lo metió allí, ¿no?

-Mamá, Golding no es una buena opción, ya sabes que esa gente controla mucho negocios turbulentos incluso para nosotros, no es una buena...- intentó persuadir Hell.

-Thomas Black conspiró contra esta Familia. Conspiró contra mi marido. Él mató a DD. Si a alguien le importa lo que pueda pasarle a los Black, por favor, que se levante y se marche – Babe recorrió la mesa con la mirada, desafiante -. DD sabía algo y por eso lo mataron. Quiero saber ese algo, y si alguien puede saberlo, ese es Jack Golding.

El silencio invadió la habitación durante un par de minutos. Hell sabía que nadie iba a ponerse en contra de su madre, pero también sabía que solo hacía falta uno para que todo se les viniese encima. Por eso sostenía la mano de Babe bajo la mesa, porque veía cómo todo se derrumbaba y su madre era el único pilar estable en todo aquel montón de escombros.

-Yo puedo sacar a Golding – el Sr. Collins se abrochó un botón del chaleco que aprisionaba su rechoncha barriga -. Pero quiero un pago por ello.

Babe presionó la mano de Hell bajo la mesa para que se mantuviese en silencio.

-¿Me vas a cobrar, Fred? - el tono de Babe fue irónico.

-A ti no, preciosa. A Jack. Quiero la mitad de sus redes.

-Eso tendrás que negociarlo con él.

-Si lo negocio con él, lo más probable es que él acabe libre y yo en una cuneta, ¿no crees?

Babe solo asintió y prometió realizar una nueva reunión cuando Jack Golding estuviese fuera. Hell realmente intentó no abrir la boca, realmente intentó mantenerse sereno en toda la reunión porque así se lo había prometido a sí mismo y a su difunto padre. Pero cuando Babe mencionó a Nick Reynolds, cuando manifestó su intención de que Reynolds los ayudase y cuando expresó cómo iba a conseguirlo, la bilis le subió por la garganta.

Cocaína (Saga Adrenalina I)Where stories live. Discover now