capitulo 15

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CAPITULO 15

Andres era la clase de persona que con el tiempo, uno llega a respetar y admirar. Con tan solo veinte y siete años, se había convertido en el Jefe del Departamento de Investigaciones de Darskey (DID). Se convirtió en el mejor Investigador del área y era uno de los mas solicitados en todo el continente Europeo, solo los mejores casos le llegaban a el, no había ninguno que el fallara, era, el mejor. Constaba de un sueldo de 160,000 € mensuales, pese a eso, era conocido por su humildad, solía tratar amablemente a sus trabajadores, no le gustaba presumir lo que tenía y siempre ayudaba a quien lo necesitara, aquello le había ayudado a ganarse el cariño de muchos de sus

compañeros y el aprecio del pueblo.

Andrés había tenido un infancia mala, una madre que lo odiaba, un padre borracho y violento, un hermano drogadicto (que había sido asesinado cuando tenia cuatro años), y una pequeña hermana, a la que el solía cuidar con mucho esmero, asistió al colegio publico y como muchos nació en Darskey. Cuando cumplió 10 años, su hermana pequeña desapareció, a sus a padres no pareció importarles, la Policía no halló rastro o pista de ella, y dos meses después la encontraron en el bosque sin vida, había sido torturada y violentada, jamás se hallo el culpable. Dos años después, cuando cumplió 12 años, su madre murió de cáncer, y solo seis meses después su padre por una sobredosis de alcohol, el gobierno lo envío con una tía en Boston, donde pudo estudiar y terminar su carrera de criminologia y regreso a los veinte y cinco años, postulando se como detective en el DID.

01-03-1970<< Andrés Espinoza >>

-Andrés, que harás cuando seas grande? - Pregunta mi hermana, sentada aun en el pequeño diván y observando a través de la ventana de la habitación.

Mmmm, no lo se, tal vez irme de aquí -. Le contesto, ella voltea y me observa, sus ojos azules brillan con algo que no pude identificar y vuelve su mirada al cielo.

-Me llevaras contigo??-. Me dice, su voz es baja que apenas logro escucharla.

- Claro que si tonta, eres mi hermana, te prometí que te llevaría a Londres, lo recuerdas. Le digo, ella voltea y me sonríe, cerrando ambos ojos y con ambos hoyuelos en sus mejillas.

- ¡Capitán! -

Levanto la mirada del cuadro en mi mano y observo la entrada de mi oficina, en el marco de esta se encontraba Eliasar Maval, detective a mi cargo. Coloco la fotografía sobre mi escritorio y vuelvo la mirada hacia el hombre en la puerta.

- Necesita algo detective Maval?? -

Señor se solicita su presencia en la Feria de Darskey, hay un homicidio. -. Contesta, en su mirada hay algo indescriptible, algo inquietante.

- Quién la solicita?? -

- El gobernador. Responde, asiento y me levanto de mi silla, rodeo mi escritorio y camino hacia la entrada.

Venga conmigo Maval y traiga a la detective Keller. El asiente y sale detrás de mi, se desvía hacia uno de los tantos escritorio, en la cual se encontraba una mujer pelirroja de ojos miel, piel blanca, de blusa verde, pantalón negro y de negro abrigo. La mujer se levanta coge su arma y la coloca en en funda, ambos caminan y se detiene al llegar.

- Buenos días Capitán -. Me dice la mujer y inclino la cabeza un poco.

- Buenos días detective Keller, vamonos - Ambos asienten y camina detrás de mi.

Al llegar al lugar, nos vimos atrapados por un mar de gente, gritaban y ordenaban, los guardias trataban contenerlos y uno de ellos nos encamino a la carpa del gobernador.

Cuando entramos a la carpa, la primera dama lloraba desconsoladamente sobre los brazos del gobernador, quien intentaba calmar a su mujer, pero su condición no era la mejor, igual que ella, el también lloraba. Había otras personas en el lugar, dos parejas más, que al igual que el gobernador y su esposa lloraban de igual manera desconsolada. Los empleados del gobernador los observaban con tristeza en el rostro y uno que otro también lloraba.

- Señor... Señor, el Jefe del Departamento de Investigaciones de Darskey y Capitán de la Comisaría 8 ya se encuentra aquí... Señor -. Decía la mujer secretaria del gobernador. Este al principio pareció no oírla, pero cuando la mujer le volvió a hablar, este asintió y me observó, con una mirada llena de tristeza y dolor. Un nudo se formaba lentamente en mi garganta, odiaba no saber que sucedía.

El gobernador se separó de su mujer y llamó con la mano a su secretaria, quien acudió hacia la primera dama y la abrazo con fuerza. La primera dama de nuevo, rompió a llorar.

Ya separado de su mujer, pude observar mejor al gobernador, su camisa antes blanca ahora roja llamó de forma inmediata mi atención, sus manos también se encontraban iguales, sangre, que había sucedido??. El gobernador se levantó del suelo y se postró frente a mi, con ambos rojos e hinchados de tanto llorar y una lagrima traicionera bajando de sus mejillas.

- Señor gobernador. Estrecho su mano.

- Capitán Espinoza. -. Estrecha mi mano y por unos segundos no me dice nada.

- Yo... No. Se lo dejare claro, porque en este momento solo quiero irme de aquí -.

Me dice, su mirada se vuelve fría y oscura, pero sin dejar de ser triste.

- Usted se encuentra en este lugar, para investigar el homicidio de tres niños, en unos momentos tendrá toda la información que necesite, pero por favor... por favor... encuentre al maldito infeliz, que asesin...

No termina de decir antes quebrarse, las lágrimas mojan su rostro y estaba a punto de caer al suelo si no hubiese detenido.

- Por favor... por favor... Espinoza... encuentra lo, encuentra lo, encuentra al maldito que me arrebato... que me asesino a mi niño... mi Emilio, mi pequeño niño...-.

La sorpresa se ve reflejada en mi rastro, uno de los hombres del lugar, y se que su amigo, toma al gobernador y lo sienta sobre una silla, mientras este lloraba sobre su amigo.

El nudo sobre mi garganta me impedía hablar, mis detectives solo me observan sin saber que decir, la carpa se lleno de llantos del gobernador y su esposa, y de aquellas dos parejas, que puedo estar completamente seguro, que son los padres de los otros niños.

Respiro algunas veces, intentando calmarme antes de ponerme a llorar y me acerco hacia el gobernador. Cuando yo conocí al gobernador Enrique Zamorano por primera vez, fue cuando volví a Darskey, hace cinco años, para aquel entonces su hijo solo tenía siete años, era algo mimado, pero amado. El gobernador me había contado que el parto de su mujer había sido complicado, y estuvo a punto de perderlos a los dos, Emilio Enrique Zamorano lo nombro.

- Señor... Señor escúchame - El gobernador se alejo de su amigo y me observó con ambos ojos llorosos y acuosos.

- Le prometo señor... Le prometo que no voy a descansar hasta hallar al responsable, y le juro señor que se lo traeré de frente para que la justicia, la cobre usted -. Le digo y el asiente en lágrimas, me levanto y camino hacia mis detectives, ambos me miran a espera de instrucciones.

- Reúnan toda la información posible -. Ambos asienten y abandonan la carpa.

- Capitán... lo llevo hacia la escena del crimen. Me dice el mismo guardia que me escolta hacia aquí, y también abandono la carpa.

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