capitulo 22

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23-03-1970

Y aquí estoy, en uno de los cuantos autobuses que se dispusieron para el campamento, sentando junto a la ventana, compañero de asiento de un chico que no paraba de repetir la historia del lugar en el que acamparemos, La reserva de Dafne, nombrada así, en honor a una ninfa de la mitología griega, la guardina de los árboles. Esta reserva había sido descubierta en el año de 1911, por unos exploradores que se habían perdido, paso a ser propiedad de Rodrigo Monte, un multimillonario de la época y poco después de que este muriera, la propiedad paso a ser de un musulmán de nombre Algir Manson, fue en 1941 cuando la propiedad fue declarada como una reserva protegida y perteneciente al no tan pequeño pueblo de Darskey.

La gente solia visitar la reserva, solo podía pensar en ella, como una bella creación de lo que la Madre Naturaleza puede hacer.

Alicia igualmente había asistido, pero por normas, los autobuses que se pidieron para el campamento, habían sido divididos en dos, para alumnos de secundaria y primaria, así que Alicia se encontraba en alguno de los autobuses para los de primaria.

Carmela se encontraba sentada cuatro asientos detrás de mi, se encontraba hablando muy animada con su compañera de asiento, una niña de cabello negro y ojos azules, Jonathan en cambio estaba sentado tres asientos delante de mi, a mi derecha, el venía jugando a las cartas con su compañero de asiento, un niño moreno, rubio y de ojos avellana, y ambos se veían muy animado.

Bueno, al menos ellos si parecen estar divirtiéndose, en cierto modo creo que llego a envidiarles, para mi mala suerte, mi compañero de asiento, un niño castaño, de lentes, y ojos oscuros, comenzó a hablarme de Albert Einstein y una biografía completa del que fue uno de los mejores científicos de la época, solté un lago suspiro y me prepare mentalmente para la larga clase de historia de parte de mi compañero.

Para cuando llegamos a la reserva de Darskey, ya habían pasado dos horas, y ya eran las nueve de la mañana, los profesores Humberto, Karina y Elena nos acompañaban ese día, ellos y otros tres profesores a los que no conocía, llamados Alvaro, Patricia y Donovan, serían los encargados de supervisar a los alumnos de secundaria, la verdad, demasiados profesores para muy pocos alumnos de secundaria que asistieron.

El lugar era extremadamente hermoso, sus árboles eran grandes, pero muy bonitos, habían pequeños estanques por todos los lugar, unas cabañas de maderas muy elegantes, dispersadas por todo el lugar y una gran área con juegos para divertirnos.

Pero antes de poder entrar a las cabañas, frente a nosotros había un hilera de ocho personas, sentadas sobre escritorios de madera, con grandes sonrisas en el rostro y varios tazones con lo que parecían ser brazaletes de diferentes colores. Los profesores nos hicieron formas filas, y las personas en los escritorios nos dieron a elegir, un brazalete de color, entre Verde, Rojo, Azul, Amarillo, Naranja, Negro y Gris. Yo elegí un brazalete color azul, la mujer delante de mi me sonrió y escribio mi nombre en una libreta azul.

- Tu cabaña es la azul -. Dijo la mujer

Esta levanto un pañuelo azul y un señor alto, vestido completamente de azul, se acerco a nosotros y me escolto por un camino de tierra azul, con piedras del mismo color, y flores igualmente de azules, cuando llegamos lo primero que vi fue una gran cabaña azul, con gran letrero en la entra "Casa Azul" decía el letrero, en la entrada había una mujer igualmente vestida de azul, con algunas cajas abiertas y vacías a su derecha y otras cerradas a su izquierda, nos acercamos a la mujer quien me sonrió, pidió mi nombre y lo anoto de nuevo en una libreta azul, me entrego un pequeño papel con un número escrito en el, tres playeras azules y una gorra azul.

- El número sobre ese papel, es el número de la cama que te asigne, es al azar, podrás encontrar el número de la cama sobre un letrero pequeño sobre esta -. Me dijo la chica, asentí y entre a la cabaña

Si por afuera la cabaña era enorme, por dentro lo era aún más, tenia tres pisos y unos grandes ventanales cubiertos por grandes cortinas azules, las camas eran individuales, con sabanas y cobertores azules y para terminar almohadas azules, algunos niños ya estaban sobre sus camas, guardando sus cosas en un mediano baul azul, con una pizarra blanca para escribir su nombre, y algunos ya estaban hablando con los compañeros de las camas cercanas, sobre el techo, en grande palabras y escritorio en azul marino, habia algo escrito "Camas 41 a la 60".

- En este piso solo encontrarás las camas 41 hasta las 60, eso es lo que quiere decir -. Dicen, vuelvo mi vista y me encuentro con un chico mirándome con una gran sonrisa en el rostro, el chico tenía la piel negra, unos ojos azules que parecian brillar, cabello corto y negro, llevándon ya puesta su playera azul.

- Hola mucho gusto, mi nombre es Thomas, estudiante de secundaria, soy de 1° E y tu?? Como te llamas?? -. Me dice mientras me extiende su mano, la cual acepto rápidamente - Hola mucho gusto, yo me llamo Alexander, igualmente estudiante de secundaria, y yo soy de 1° G. Le respondo y el me sonríe

Un gusto Alexander, cual es tu cama?? - Pregunta y le entrego el papelito que me había entregado la mujer de afuera.

La siete eh?? Pregunta y yo asiento - bueno es allá arriba, te acompaño - Me dice y ambos caminamos hacia la escaleras, igualmente azules. Nos vemos en la obligacion de subir todas las escaleras, pues mi piso era el último, en este había muy pocos niños, todos guardando su ropa en el baúl, y rápidamente puedo visualizar a Jonathan sobre la la cama seis.

Este cierra su baúl y al voltear y verme, rápidamente me saluda, haciéndome una señal para que me acercara, Thomas y yo caminamos hacia la cama siete y dejo mi mochila sobre esta.

- Te toco la cama continua a la mía Alex, esto no puede ser coincidencia - Dice Jonathan mientras me sonreía.

- Jonathan este es Thomas, de 1° E - Le digo a Jonathan y este le extiende la mano a Tomas, aún si perder su sonrisa.

- Mucho gusto Dice Jonathan y Thomas acepta la mano, igualmente con una sonrisa en el rostro.

Cuando termine de guardar mis cosas en el baúl, y los tres ya estuviéramos vestidos con la playera azul y gorra del mismo color sobre nuestras cabezas, bajamos rapidamente las
escaleras y salimos de la gran cabaña, ya a fuera, habían algunos niños de la casa azul, hablando y jugando con sus compañeros y otros con niños de diferentes casas. En la entrada un estaba la misma mujer de antes, solo que esta vez entregando algunos panfletos a todos los niños que salian de cabaña, en el panfleto estaba la lista de las actividades que podíamos hacer, eran libres, así que cada uno podía elegir la actividad que más quisiera.

- Yo opino que primero vayamos a explorar el lugar y ya luego elegimos la actividad que queramos - Nos dice Thomas y Jonathan y yo asentimos, primeros nos dedicamos a recorrer los estanques que rodeaban las cabañas, observando los distintos tamos y formas de estos y justo al pasar por el estanque de la casa violeta, nos vimos arrojados al suelo por una alegre Carmela, quien venía saliendo de la casa violeta.

- Pero donde estaban?? Y quien es?? - Pregunta Carmela aun sobre nosotros.

- Ahorita te presento si quieres, incluso puedes casarte con el, pero por amor a todo lo bueno en la vida, levántate de encima, que pasas más de lo que aparentas. - Dice Jonathan mientras manoteaba exageradamente.

- Eres un exagerado Jonathan, ni que pesará mucho. Dice Carmela y se levanta.

- Alguien anoto las placas?? -. Dice Thomas y los tres lo miramos confundidos.

Cuales placas??- Pregunto y el sonríe.

- Del hipopótamo que nos aplastó-  Termina de decir y Jonathan y yo estallamos de risa, Carmela solo se lanzaron contra el niño y golpeó su hombro derecho.

Cuando terminamos de reír, me levanto del suelo y seguido de mi, Jonathan, Carmela y Thomas.

- Carmela te presento a nuestro buen amigo de 1°E, Thomas. Presento y Thomas extiende de nuevo su mano.

- Un placer Señorita Hipopótamo digo Señorita Carmela -. Y de nuevo Jonathan y yo caemos al suelo riéndonos, Carmela se sonroja y corre detrás del niño, que al verla correr hacia el, corre velozmente hasta ocultarse detrás de Jonathan que ya se había levantado.

- Perdón, perdón, perdón Dice Thomas y Carmela se detiene con una sonrisa.

- Eso era lo que quería escuchar, un placer señor Thomas -. Dice alegre y está vez los cuatro nos comenzamos a reír.

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