17.

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Capitulo largo

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Capitulo largo.

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Lía empezaba a tener el presentimiento de que la propuesta de Enzo sobre ir a su habitación para mejor comodidad, no era solo por eso. Pero algo en el fondo le da un impulso de aún así acompañarlo.

A penas entra, puede ver aquello que Matías le contó, sobre como compartían una habitación que para ella era como una jaula, en dos.

Él y Matías deben llevarse muy bien para no haberse matado ya viviendo así.

—Podés sentarte dónde quieras. —le dice abriendo el armario frente a él, para empezar a sacar las prendas que necesitan.

Lo único que Lía le pidió, era un par de pantalones en los cuales ella pudiera basarse, y unas camisetas para lo mismo, la idea original era que Enzo subiera por ellos, y listo. Pero él insistió en que sería más cómodo con su armario a la mano, y ahí estaban.

Lía se adentra mucho más en la habitación, y dando un vistazo a su al rededor, su mirada se concentra en lo que parece ser el buró de noche de Matías a lado de su cama, ahí tenía un marco con la foto de él, Enzo, y Juan, en algún lugar de Argentina.

Tan tierno.

Piensa acercándose a ver lo demás que había encima, y solo tenía una lámpara de noche, y un porro a medio quemar.

Sencillo hasta en la decoración.

Por otro lado, en el buró de enfrente, precisamente el de Enzo, tenía encima varios libros, un par de gafas, una planta, un espejo, y todo eso estaba perfectamente en orden.

Lía opta por sentarse en la orilla de una de las camas. Y dejando un pequeño maletín con sus utensilios en el suelo, voltea a ver al chico.

—... ¿Cuál te gusta más, esta? —pregunta alzando una de las dos camisetas que tenía en manos— ¿O esta?

—Mejor dicho, ¿A ti cuál te gusta más?

—Pues, vas a destrozarla, podés quedarte con la que sea. —dice despreocupado, tomando asiento frente a ella.

—¿Estás seguro? —Lía las toma, piensa en que podría la restante podría servirle si cometía un error.

—Seguro, quédatelas. —dice entregándoselas, y después de eso, la mira.

Ve como las analiza con atención, no sabe que es lo que le puede mirar tanto a una simple camiseta, pero le gusta como sus grandes ojos miran de un lado a otro.

El silencio en la habitación se hizo presente, para ese punto, Lía ya no estaba tan nerviosa, así que soltó una carcajada de vergüenza, cuando volteó a ver a Enzo, y se dio cuenta que había estado viendo su rostro de concentración. Sabe lo tonta que se ve cuando lo hace.

—... ¿Qué pasa? —pregunta Enzo entre risas viéndola carcajear.

—No, nada. Solo eres muy extraño. —confiesa.

—¿Ah, yo?, ¿Por qué? —Enzo frunce el ceño, y se acomoda para escucharla.

—Un día me dices que podemos ser amigos, otro día Matías tiene que presentarnos, y después tienes la confianza de invitarme a tu habitación. —explica entre risitas—. Y además me miras muy extraño.

—Bueno, no soy el único que miente. —recrimina con una sonrisa—. Vos pudiste haber dicho que me conocías.

—Técnicamente no nos conocemos. —dice alzando los hombros.

—Entonces no mentí.

—Un poco.

—Vos también mentís, ¿O qué pensás que no te escuché hacerte la pobrecita con Matías? —le pregunta burlón. Ella rueda los ojos sabiendo lo que va a decir—... Un día nadabas como atleta, y al siguiente estabas encima de Mati.

—Era solo para convivir. —suelta, sonando completamente sarcástica.

—¿Esa es tu forma de convivir?

—No, no con todos. —se apresura a decir.

—¿Solo con Matías?

—Bueno... —dice empezando a ponerse nerviosa— ¿Por qué haces tantas preguntas?

—Mhm. —alza los hombros negando—. Simple curiosidad.

—Pues no seas tan curioso. Y vamos ya a hacer las últimas medidas, ven. —pide poniéndose de pie. Pero el espacio entre ambas camas es tan pequeño, que cuando Enzo se pone de pie, quedan casi atrapados ahí—... Pésima tú idea de hacerlo aquí.

Ninguno de los dos se anima a separarse, la respiración de Lía empieza a sonar más dura después de una risita nerviosa que soltó cuando lo tuvo tan cerca, y eso era una gran señal de que debían alejarse ya.

Tenerla así de cerca no era bueno para él, no era bueno en sí. Pero le es imposible quitarle la vista a ese brillo que tienen los ojos de la chica, y la mente se le nubla, con el único pensamiento de besarla de una buena vez.

Aún así lucha, trata de despejar su mente, pero le es imposible.

Enzo la ve, sus miradas conectan, y lo piensa. En serio se lo piensa.

Pero el corazón se le acelera a él antes que a ella, cuando siente que esos ojos que lo ven como en espera de algo, le piden lo mismo que tanto quiere. Y en un arrebatado movimiento que simplemente no pudo controlar, la toma por la cintura con ambas manos, terminando de juntar sus cuerpos de forma brusca.

Ni siquiera necesita acercarse, porque tan pronto la tiene junto a él, la chica se pone de puntitas, tomándolo de la parte trasera del cuello, y Enzo se deja llevar.

Que se joda Matías y su chistecito.

Es lo único que piensa, cuando al fin siente los labios de Lía contra los suyos.

Una vez sus bocas se acarician, la lengua de Enzo no tarda en pedir paso, y Lía era lo único que tenía en mente. Sus lenguas chocan, empezando un sonido de chasqueos, que es lo único que se escucha en la habitación, junto a sus aceleradas respiraciones.

Eran los nervios, la adrenalina, las ganas, sentirla aferrarse a su cuerpo. Lo que tenían a Enzo tan intranquilo.

Pues comenzó a subir una de sus manos hasta la nuca de Lía, para profundizar el beso lo más que se pudiera. Una parte de él, le decía que sería la única vez que podría hacerlo, así que solo le pasa por la cabeza, llevarlo hasta donde se pudiera.

Antes de que Lía no fuera capaz volver a verlo a la cara, o antes de que Matías se enterara.

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Estaba muy emocionada por escribir este capítulo, y estoy muy emocionado por empezar ya con los demás, espero cumplir sus expectativas. Y como siempre muchas gracias por votar 🫶💗

JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora