No mires a los ojos de la gente

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Para que quede claro, todos los títulos de cada capítulo son, a su vez, títulos de canciones. Por si os apetece buscarlas. 




No mires a los ojos de la gente



Ana nunca ha sido precisamente un genio. Pese a la posición de sus padres y la seriedad de sus trabajos, jamás ha estado interesada en la política, los acontecimientos sociales importantes o los problemas del mundo en general. Era una alumna mediocre en el colegio, fue un poco desastre en la universidad y se negó a cursar un máster porque estudiar siempre le ha dado un dolor de cabeza considerable. Sin embargo, si de algo ha podido presumir siempre, es de su excesivo y puntilloso perfeccionismo a la hora de organizar eventos sociales. Sus fiestas de cumpleaños eran conocidas entre todos los alumnos de su prestigioso colegio privado por no solo ser las mejores, sino por salir siempre bien. Desde los trece años nunca dejó que sus padres se encargaran de organizarle nada, lo hacía ella misma, porque si quieres algo bien hecho tienes que encargarte de ello personalmente.

Conforme fue creciendo, sus fiestas de cumpleaños pasaron a ser las fiestas de sus amigos. Ella se encargaba de organizar los eventos sorpresa, de buscar el regalo perfecto, de comprarlo y de hacer que todo saliese a pedir de boca. Organizó la fiesta de graduación de su colegio, la cena de despedida, el viaje de fin de instituto y todos los grandes eventos de la universidad pese a pasar bastante poco por las clases. Ha organizado despedidas de soltera, babyshowers y todo lo que le han propuesto porque la idea de estar al mando y tener que hacer que todo se mantenga en su sitio justo no solo le fascina, sino que también le proporciona una enorme paz mental.

No obstante, el proceso de organización le causa un estrés tremendo, lo que lejos de ser tan angustiante como parece, a ella le produce una especie de placer malsano derivado de algún tipo de trasfondo masoquista que no logra entender, pero que le hace sentir más activa que nunca.

Quienes no la conocen piensan que solo es una chica superficial con poco cerebro y demasiada fijación por la moda y las redes sociales. Pero quienes realmente han pasado tiempo con ella saben que toda esa personalidad frívola y despreocupada desaparece cuando está a cargo de una planificación importante. Probablemente por esa razón, Bruno no puede dejar de mirarla con las cejas levantadas mientras ella tiene una acalorada discusión por teléfono con los que se encargan del puesto de postres en la que asegura será la mayor fiesta de la temporada Madrileña.

—Estamos hablando de trescientas personas invitadas, no puedes ponerme solo dos platos de macaroons —comenta con una seriedad bastante impropia de ella. Su voz suena dominante, acalorada y cargada de una vehemencia que no se corresponde en absoluto con su tono dócil y despreocupado de siempre—. Además especifiqué que lo quiero todo en tonos rosa y pastel. Es el motivo de la decoración, si tienes que hacer que los cupcakes sigan una gama cromática concreta entonces te apañas con el frosting. Sí, ya sé que es un pedido grande, pero esto no es una boda dónde la gente vaya a terminar por los suelos, es un evento social lleno de cámaras. La gente beberá lo estrictamente necesario para pasarlo bien sin montar escándalo, así que tienen que haber reposiciones durante toda la noche. Sí, pero es que no me interesan para nada las excusas, te comprometiste a cumplir la condiciones y lo vas a hacer o te pongo una demanda por incumplimiento contractual. Buenas tardes.

Cuelga el teléfono y en lugar de quejarse como habitualmente hace, se acerca a la mesa de Hugo, que ha dejado sus aires de diva del drag a un lado para centrarse únicamente en los últimos preparativos de la fiesta. Ana mira la pantalla y frunce el ceño.

El nudo gordianoWhere stories live. Discover now