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 Raúl tiene muchas cosas encima, tantas que todavía le sorprende que esté pudiendo con todo al mismo tiempo. Lo único que le quita un poco la losa que lleva sobre sus hombros es saber que, al menos, Fanny y Rosi están haciendo su trabajo como es debido. Nunca ha tenido que preocuparse por ellas, son autosuficientes y saben cómo tomar la iniciativa. Por desgracia, el resto de personas y personajes que lo rodean no resultan tan proactivos, más bien lo contrario. A menudo tiene la sensación de que dependen enteramente de él para hacer cualquier movimiento, lo que le añade una carga extra a su ya de por sí saturado nivel de trabajo.

En el caso de Aurora Coch, la chica pertenece al grupo de lastres.

Para ser sincero, Raúl nunca se había interesado por la vida de Aurora antes de que conociese a Ion Garrochotegui. Tras tantos años de coincidir con ella vagamente en los platós, algún que otro evento y de sacar información sobre ella para ganar dinero fácil, se ha dado cuenta de que nunca le había suscitado el menor interés la vida de esa chica antes de los dieciséis años. Toda esa etapa en la que fue estrella de tiras juveniles y cantante le resultaba totalmente indiferente porque no guardaba ninguna relación con el caso del chico muerto.

Por Ion, había sabido que ella tenía problemas con las drogas y el alcohol desde adolescente, pero no le daba mucha importancia porque eso es algo habitual entre los jóvenes ricos con ambientes desestructurados. Sabe que conoció a Ion por casualidad en una fiesta de conocidos en común y que tardaron poco en hacerse inseparables. A partir de ahí Raúl había recopilado un montón de cosas: sus trapicheos para conseguir según qué sustancias, un accidente de moto que sus padres intentaron ocultar con montañas de dinero, diferentes líos con la justicia y el sinfín de escándalos públicos que había protagonizado. También conocía a sus parejas y a las que no habían sido tan parejas, ligues de una noche que habían contactado con la prensa para dar una exclusiva y así sacar algo de dinero o meros espectadores de sus dramas cotidianos que también querían un pellizco del pastel.

Y, sin embargo, había obviado la parte más relevante de su vida: todo lo que hubo antes.

Sin Ion, Aurora Coch jamás le había suscitado el más mínimo interés. Pero tras aquel ataque que le había dado, costándole un día entero de trabajo y lo que eso supone económicamente, Raúl se había puesto a hacer sus deberes. Así averiguó que, nada más divorciarse, Martina ganó su custodia total. No le costó mucho, ya que Joaquim Coch —que en aquel momento acaba de heredar el imperio familiar— renunció a ella sin mucho problema y se dedicó a ver a su hija escasamente una o dos veces al mes y a pagar una manutención altísima.

Como los años gloriosos de Tina Latini como estrella juvenil del cine independiente de los ochenta habían llegado a su fin, decidió reinventarse a través de su hija. Así, cuando a Aurora apenas le acababan de salir los dientes de leche, la empezó a presentar a un sinfín de concursos musicales, la sacaba en entrevistas y la hizo actuar en un par de películas. Luego descubrió la tirada que tenían las novelas infantiles en Latinoamérica, y aprovechó para presentarla al casting de un culebrón para niños en Argentina que, para colmo de males, también era musical. De esa forma Aurora solo tenía seis años y no solo se pasaba la vida metida en un set de rodaje, sino que también iba de gira junto con el resto del elenco para actuaciones musicales en diversos teatros y escenarios tanto de las américas como de Israel, país dónde ese tipo de producciones tenían mucho éxito.

Aurora hizo un total de dos novelas infantiles antes de pasar a lo que sería su gran éxito cuando tenía trece años, en el que fue una de las protagonistas —y miembro del grupo musical que se formaría después— de la telenovela musical más exitosa de aquellos tiempos. Tenía cientos de miles de fans en el extranjero, aunque en España solo se la conociese por ser hija de alguien, y protagonizó todo un fenómeno que a día de hoy todavía tenía a sus grupos de nostálgicos deseando que en algún momento los antiguos protagonistas de sus fantasías juveniles se juntaran en un reencuentro.

El nudo gordianoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora