Cacho a Cacho

40 5 15
                                    


Cacho a cacho




Nunca podías dejar que viesen tus debilidades, ese era el mensaje que les daba Ricardo Zulueta, el productor ejecutivo de Bichitos, que más tarde también fue quien estaba a cargo del proyecto internacional para adolescentes en el que Aurora se encontraba: Problemáticos. Aurora solo tenía trece años cuando empezó la novela juvenil del momento, la cual empalmó con su éxito infantil. Para ella, poder cantar y bailar delante de miles de personas era un privilegio, un sueño por el que valían la pena decenas de horas de ensayos, repeticiones incansables de tomas y el hecho de estudiar en el plató de grabación, solo en contacto con sus compañeros de elenco, los cuales oscilaban entre los doce y los dieciocho años.

Ricardo Zulueta había hecho de ellos un éxito años atrás y ahora estaba volviendo a obrar el milagro. Pero los adolescentes no son iguales que los niños. Los adolescentes son rebeldes, inseguros, agresivos a veces, otras demasiado sensibles. Crecen, les cambian sus cuerpos, tienen sentimientos que no son capaces de entender o controlar. Cuestionan a la autoridad, se imponen ante los adultos, entran en una transformación constante cuyo ritmo no entienden, se sienten confusos todo el tiempo. Pero eso a Ricardo no le importaba. Ellos no eran niños, no eran futuros adultos, eran sencillamente productos. Ellos conformaban aquel mundo de color, sonrisas e historias inolvidables que cautivaba al público. Eran esos chicos y chicas de sonrisas perfectas, pelos a la moda y caras sin un ápice de acné que representaban el ejemplo de belleza hegemónica al cual todos los chavales de su edad debían aspirar. Todas sus producciones tenían ese aire fantasioso, colorista y limpio que le había catapultado al éxito así que él nunca aceptaba una mancha ni algo fuera de su lugar.

Si tenías una pareja debías ocultarla porque te debías a los fans, si te relacionabas con algún miembro del elenco pero la pareja no era potencial para la novela debías llevarla en secreto. Si estabas pasando por un mal rato por alguna situación familiar habías de callarte la boca, sonreír y firmar autógrafos durante horas sin que nadie notase ni por un momento que no eras la persona más feliz sobre la faz de la tierra. Si ganabas kilos de más debías hacer dieta, porque tenías que mantenerte guapo, perfecto y envidiable ante el público. Si tenías problemas con tu aspecto físico que te llevaban a un colapso en tu camerino, quizás vomitando, quizás haciéndote daño a ti mismo, entonces te ponías algo que ocultase los cortes o te reponías en cinco minutos y salías a hacer el show, porque tú eres el ejemplo para miles de niños y adolescentes y debías mostrarte como tal. Para Ricardo los problemas eran debilidades y las debilidades los defectos más grandes de un producto. Y si te consideraba un producto defectuoso, entonces estabas fuera.

Aurora nunca estuvo muy seguro de que aquello fuese del todo normal, pero cuando le comentaba a Tina alguna de esas cosas, ella sencillamente le restaba importancia.

"Así es el mundo del espectáculo" le decía, y luego se encogía de hombros como si tal cosa.

Aurora entendió entonces que debía encargarse ella sola de todo, que debía gestionar todos sus problemas hacia dentro, y que las cosas malas no eran más que molestias. Ella debía olvidarlo todo y sonreír. Debía dejar a un lado todas sus perturbaciones y seguir adelante. No podía detenerse por esas nimiedades porque entonces, como decía Ricardo, sería inservible. Y ella no podía permitirse eso. Lo único que había hecho desde niña era salir en la televisión, cantar y bailar. Esa era toda su personalidad, su seña de identidad, si de repente pasaba a ser un producto desgastado, ¿qué le quedaría? Así que solo podía pasar. Pasar absolutamente de todo. Disociar para no darle importancia a las cosas. Ni a los ensayos que terminaban a las once de la noche después de ocho horas previas grabando, ni a las giras interminables, ni a las firmas de discos, ni a las dietas estrictas, ni a las vásculas de peso constante, ni al hipercontrol sobre su vida. Todo era parte de lo necesario para seguir en la industria, y era la industria lo que hacía de ella algo válido.

El nudo gordianoWhere stories live. Discover now