capítulo 16

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A Shiroyama le costaba digerir la situación.
-No puedo ver más esto- Se acercó a la albina, tratando de liberarla.
- ¿Qué haces?- Pregunté, apuntando al morocho con la calibre de mi padre. Al quitarle el seguro, Yuu alzó las manos por encima de su cabeza.-Buen chico- Tratarlo como un perro era divertido.- Ahora, si no haces lo que te digo... Disparo- Shiroyama asintió con la cabeza.- Comienza a tocar a la zorra- Ordené.
El morocho comenzó a bajar sus manos lentamente, rozando la piel blanca -Pero sucia- de la chica. En un rápido movimiento, giró su brazo izquierdo hasta golpear brutalmente el arma y quitarla de mis manos débiles, deslizó su pierna hasta mi pie izquierdo y estirarlo, haciendo que mi tobillo de tuerza.
Yuu se subió en mis caderas, golpeado mi rostro con suma fuerza hasta cansarse y rodea mi cuello con sus manos. Me costaba respirar, manoteaba torpemente su rostro furioso y movía mis piernas para librarme de él. Veía borroso, las fuerzas se me agotaban, al igual que mi aire.
Shiroyama me soltó, llendo a liberar a Elizabeth.
Tocía mientras buscaba con la mirada el arma. Al no encontrarla, me arrastré hacia el cuchillo (que estaba debajo de la camilla), poniéndome de pie con dificultad y golpeando -con el mango del arma- en la cabeza del sujeto. Éste cayó al suelo, me senté en su cadera y con ambas manos sostenía el cuchillo por ensima de su pecho, él retenía entre sus manos el filo del arma.
- Hoy es tu último día, Yuu.- Dije, haciendo fuerza para que el cuchillo se clavara en el pecho del morocho.
- No, no es mi último día- Dijo, clavando su rodilla en mis testículos por encima del pantalón. Me dejó en el piso, con mi cuerpo doblado por el inmenso dolor, y se fue del apartamento.
Ambas chicas gritaron su nombre para que vuelva y sea su "héroe". Comencé a irme de la situación.
- Que cobarde!- Dije riéndome sin cesar.
Haname continuaba gritando el nombre del supuesto héroe.
- Ya cállate!- Ordené en un fuerte grito.
- Él regresará y te matará, maldito bastado- Las esperanzas de Haname eran extraordinariamente grandes.
- Claro que sí y verá esto.- Me levanté con dificultad, sequé la sangre en mi rostro y abrí la jaula. Tomé por los pelos a la castaña y la arrojé por afuera. La arrastré hasta el legendario gancho de carnicero, colgándola por el alambre de púas.
La vista era extraordinaria: Su cuerpo caía con pesadez, sus brazos estaban por arriba de su cabeza y su rostro dañado, mirada débil y cabello desaliñado. Perfecto para terminar el trabajo.
Volví para cerrar la puerta, tomar el cuchillo y arrastrar el gancho hacia la vista de la albina. Ella desvío la mirada.
Decidido, arranqué la botella - La cual contenía la menstruación de la chica-, ella gritó muy fuerte.
- Tranquila, que ya va a venir Yuu y solucionará todo.- Dije sarcástica mente.-Dí tus últimas palabras.- Ordené.
- Espero que te mueras imbécil, machista, psicópata!- gritó en mi cara.
- Interesantes palabras, se las diré a tus padres algún día.- Cuando terminé la frase; comencé a enterrar el cuchillo en distintas partes de su cuerpo, arrastrándolas hacia abajo, trazando semirectas y dejando ver su interior. La mujer gritaba desesperada, buscando ayuda.
En un momento, su carne estomacal no pudo sostener más la piel cortada profundamente y sus tripas salieron a la vista, cayendo en el piso y salpicando todo a su alrededor. La joven dejó de gritar y toser, para agonizar, aferrarse a los pocos segundos que le quedaban de vida y morir en el intento de insultarme.
Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, estaba satisfecho.

Mi horrenda obsesión ●Reituki●Where stories live. Discover now