capítulo 24

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Akira comenzaba a despertarse poco a poco, parpadeaba y emitía sonidos con su voz gruesa. - Se acabó la siesta.- Anuncié. Trataba de razonar, pero le era inútil.
- ¿Dónde estoy?- preguntó mientras tartamudeaba.
- Estás en una cruz, la cual se ubica dentro de la habitación en donde tu novia me suplicaba que parara.- Dije, rozando sus brazos y pecho con las yemas de mis dedos. El chico sonrió, pensó que había logrado algo.- Si tanto quieres saber, te lo diré. Tu novia fue una excelente carne para quemar, violar, saborear y torturar mientras lloraba, suplicaba y gritaba agónicamente.- La otra persona continuaba riéndose.
- Continúa.- Dijo, tratando de controlar su risa.
- ¿Piensas que no me di cuenta?- Dejé la micro cámara de audio a su vista, rápidamente, su sonrisa cambió. - No soy tan ingenuo.- Arrojé y pisé el artefacto en el suelo.
- La policía vendrá mañana a la mañana ¿Qué harás? ¿Me matarás y me arrojarás frente a la casa de mi madre, al igual que lo hiciste con Haname?- preguntó. El rubio saboreaba su "victoria".
- Si mal no recuerdo... Siempre haz tenido un gran problema acordándote de la dirección de mi hogar ¿Me lo puedes decir?- pregunté, sabía que se iba a equivocar.
La víctima pronunció la dirección... Era errónea. Su sonrisa de victoria se tornó a una desesperada.
- La dirección que dijiste es la de Elizabeth, mandaste policías a la casa de tu novia.- Comencé a reírme, Akira trataba de sacar de su base los grilletes para lograr escapar, pero era inútil.- Vamos a poner reglas...- Enumeré las cuatro sencillas reglas.
1) Si intentaba escapar o golpearme, sería castigado por ello.
2) Debe obedecer cualquier orden que le indique, de lo contrario, una muerte de sus seres queridos se hará presente.
3) Cada vez que cumpla correctamente con la orden dada, será recompensado.
4) No se nombrarán los nombres o echos de las dos anteriores víctimas.
Akira aceptó obligadamente.
- Genial, pero no puedo permitir que me tomes del pelo... Así que debes pagar y... grita todo lo que quieras que nadie te va a oír, las paredes están echas para ello.- Agarré el látigo de punta fina, lo arrojé hacia atrás de mi espalda y, con fuerza, lo volví a lanzar, haciendo que la parte de cuero negro impacte en el torso desnudo del rubio. Su piel tan delicada comenzaba a quebrarse, dejando ver rastros finos de su oscura sangre.
Sus gemidos agonizantes acompañaban al sonido del impacto del látigo, era divertido y agotador a la vez. Akira se retorcía en cada golpe: Cerraba las manos, clavando sus propias uñas en la palma de su mano; hacia gestos de dolor con gemidos; movía y abría los dedos de sus pies. Algunas que otras lágrimas lograban salir de sus ojos marrones.
Paré los azotes, lancé el látigo arriba de la camilla, trataba de controlar mi respiración y me acerqué al hombre crucificado.
Pasé mi lengua por algunas heridas, subiendo hasta su cuello y dejando una notoria marca morada. Lo liberé de los grilletes y cayó al suelo inmediatamente, lo llevé hasta el cadalso, amarrando al artefacto las muñecas y cuello de Akira. Cerré el candado, le bajé el bóxer que llevaba puesto y encadené sus tobillos uno con el otro.
Besé sus gruesos labios y susurre en su oído.
- Espero que estés cómodo, porque te quedaras un largo tiempo aquí...- Me despedí y cerré la puerta para irme.

Dulces sueños, Akira - chan....

Mi horrenda obsesión ●Reituki●Where stories live. Discover now