Memories and patients

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~Narra el Doctor Lecter.

Tal y como Jack prometió, Ana se quedó a dormir esa noche en su casa. Me lo había dicho esta mañana a las ocho mientras aún estaba en casa haciéndome el desayuno. De fondo escuchaba Air from the Ouverture No. 3 in D major de Johann Sebastian Bach.

Según terminé de desayunar, recogí todo y lave los platos. Desdoblé las mangas de mi camisa color rojo burdeos y me recoloqué la corbata rojo satín con dibujos de estilo cachemira al igual que mis gemelos. Me puse el chaleco de color negro y la chaqueta de mismo color, abotonando solo el botón del centro. Me miré en el espejo de la entrada antes de irme, debía admitir que podía aguantar con tres horas de sueño al día, pero el hecho de haber descansado poco no me ayudaría mucho a aguantar. Recogí mi gabardina del perchero al lado de la puerta, tras ponérmela, enrollé la bufanda de lana negra en mi cuello, guardé los guantes de cuero marrón en uno de mis bolsillos, recogí las llaves del coche y verifiqué que todas las luces estuvieran apagadas y la alarma encendida antes de irme y coger las llaves de casa.

En menos de veinte minutos ya estaba llegando a mi consulta por la puerta delantera, la trasera era solo para pacientes. Abrí la puerta y me encontré con la misma estancia que de costumbre: paredes color rojo sangre, un sofá color verde pastel a mi izquierda, unos sillones color verde musgo puestos uno frente a otro, al lado un diván con diversas almohadas. Alrededor de las cuatro paredes había diversos objetos, un armario cerrado con llave, una chimenea con dos sillas mirando hacia ella y mi escritorio. Dos grandes ventanas dejaban entrar una gran cantidad de luz natural dentro de la estancia, algo siempre agradable y las diversas columnas y molduras color verde sostenían el segundo piso que estaba rodeado por estanterías de madera oscura llenas de libros, a dicha planta se accedía a través de una escalera como las de las literas. Todavía tenía tiempo hasta el primer paciente, una señora con problemas de autoestima. Su cita era a las diez menos veinte, pero conociéndola, llegaría diez minutos tarde, al principio me enfadaba, pero ya me había acostumbrado a ello.

Deje mi chaqueta en el perchero que había en la esquina derecha, la igual que la del traje. Saqué una hoja de los cajones de la mesa y de otro un lápiz de dureza normal y un bisturí. Miré el reloj de mi muñeca eran las ocho y media de la mañana. Sonreí para mis adentros, mientras ponía Minuet and Badineire, también de Johann Sebastian Bach y procedí a dibujar sobre el lienzo en blanco ante mí dejándome llevar por la armonía de la música que llegaba a mis oídos.

~Narra Ana.

-Gracias por todo señora Crawford.-Sonreí mientras recibía un abrazo por parte de la mujer del Agente Crawford.

-Oh, por favor cariño, no es nada.-Me respondió mientras me abrazaba.-Ahora siéntate en la mesa, ¿quieres algo de especial para desayunar?-Me miraba con dulzura. Me acordé de mamá.

*Flashback*

-Vamos cariño, es hora de levantarse.-La dulce voz de mamá me sacó de mis sueños. Soñaba con un prado lleno de flores blancas preciosas. Mamá y yo estábamos sentadas encima de un mantel de picnic donde no hubiera flores, sus hábiles y gráciles manos untaban mantequilla en una rebanada de pan que hizo ella misma. La encanta hacer las cosas por su cuenta si puede, sobre todo los dulces o algo que tenga que ver con la masa. Miraba como la mantequilla se derretía en el pan que aún estaba humeante y caliente. Mamá me sonreí, feliz. Llevaba un vestido largo hasta las muñecas y los tobillos.

Estamos en un soleado día de primavera.

Mamá oculta algo.

My Crimson ButterflyWhere stories live. Discover now