beetween blood and tears

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~Narra Ana

-¿Dices que el destrozador de Chesapeake dejó de matar?-Greur me miró sobre la montura de sus gafas con un tono de incredulidad.-Todo el mundo sabe que el destripador mata a tres personas y desaparece.-Me empezaba a molestar su tono burlón, sarcástico. Oh señora Greur ¿intenta dejarme mal?

-¿Ha dejado de matar alguna vez durante mas de cuatro meses?-Me incliné hacia ella y noté como se tensaba. Se aclaró la garganta y miro hacia las hojas de su cuaderno, derrotada.

La señora Lucille Greur Haiser era la psicóloga de Samantha, y mía también. Tenía el pelo castaño, aunque su piel no aparentaba su edad, que eran aproximadamente los cincuenta. Llevaba un traje color rojo vino con una camisa blanca de vestir adornada con un pañuelo rojo con un motivo de olas japonesas. No llevaba maquillaje alguno. Los pendientes eran de diamantes. Era una persona nerviosa: las uñas estaban mordidas. También parecía que había trabajado duro toda su vida, pues sus manos tenían un aspecto áspero.

-Hableme de su adicción a la cocaína, señorita Heller.-Dijo con seriedad mirando su cuaderno y anotando algo. ¿Tendría la letra cursiva como antaño?
-Yo no lo llamo adicción. Queda mejor "solo lo uso cuando es debido".
-No me diga tonta a la cara señorita Heller.-Apreté la mandíbula con fuerza, dejándome caer con suavidad en el sillón.
-¿Qué quiere saber?-Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás, mientras, cruzaba mis piernas.
-¿Cuando empezó?
-Hace poco. Cosa de un año.
-¿Fue obligada o por voluntad propia?
-Obligada.-Anotó algo en cuaderno.
-¿Puede contarme que paso?
-Preferiría dejar eso para otra sesión señora Lucille.-Abrí los ojos y la miré fijamente. Esquivó mi mirada al echar un vistazo a su reloj en la muñeca derecha.
-Esta bien, de todas maneras, se ha terminado nuestra sesión por hoy.-Dijo suspirando y levantándose de su sitio, la imité cogiendo mi gabardina negra del diván que había pegado a la pared de mi derecha.-¿Me permite preguntarle algo más señorita Heller?-Me miró, súbitamente nerviosa, asentí y ví como tragaba saliva con dificultad.-A pesar de cuando tenia diez años, ¿paso otro lapsus de tiempo con el señor Lecter?
-Cuando tenia quince. La víspera de mi décimo sexto cumpleaños. Fueron casi seis meses aquella vez.
-¿Algo inusual?
-Sus horas de llegada. A veces llegaba sobre las cuatro o cinco de la madrugada.-Sus pupilas se dilataron y asintió nerviosa.
-Gracias. Era todo cuanto necesitaba saber.-Sonrió y abrió la puerta para que pudiera pasar.-¿Misma hora, mismo día?
-Por supuesto.-Sonreí.
-Perfecto. Pues hasta el viernes que viene Ana.-Respondió y cerró la puerta con rapidez, aunque suavemente. Eso era muy extraño, Lucille siempre había sido fría y seria. Nunca se ponía nerviosa.

Hasta ahora, claro.
El frío viento de Baltimore golpeo mi cara nada más salir por la puerta principal, dejando que mi cabello se meciera con el. Me reprimí internamente al haberme olvidado echarme la crema hidratante esa mañana. Empecé a andar por la calle llena de gente que iba y venía con rapidez, ajenos a su alrededor, metidos en sus propios mundos, bien por la música, bien por el cansancio. De repente un coche negro para a mi lado y me detengo, fijándome en el cristal polarizado y viendo mi reflejo en el, aprovechó para arreglar unos cabellos que han quedado fuera de su sitio.

-Vanidosa. Como siempre.-Dijo un hombre detrás de mí y sonreí.
-Yo también me alegro de verte Kevin.-El tipo rodó los ojos y solté una risita.-Te veo.

-Precisamente por eso lo hago.-Me doy la vuelta y me fundo en un abrazo con él.-Cuanto tiempo sin verte milenka.-Dejó su cabeza en mi cuello y me levantó ligeramente del suelo.
-Lo mismo digo grandullón. ¿Que tal va todo?
-Bien. El jefe quiere verte.-Suspiré.
-¿No sabe que existen las llamadas? Podría habérmelo dicho.-Puse las manos en mis caderas, molesta.
-Sabes como es. Igual que sabes que tendrás que ir en coche. Es muy terco en cuanto a tu manera de ir hacia allí. Ya sabes, eres su niña bonita y tal.-Una sonrisa se esparció por su cara mientras daba la vuelta al coche y abría la puerta del copiloto para mí y yo me metía dentro.

My Crimson ButterflyWhere stories live. Discover now