Pandemónium

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- Pandemónium
Sustantivo masculino.
Definición:
1. Lugar donde hay mucho ruido, griterío o confusión.
2. Reunión de demonios.

Puede hacer referencia a ambas cosas aquí, al final y al cabo la confusión y los demonios son la misma cosa perturbando nuestra mente, o eso dicen.

~Narra Ana
Hannibal me explica sobre la planta que me ha puesto en el té que llevo en mis manos. Se llama Kava-Kava, nativa del Pacífico Sur, beneficiosa para aquellos con problemas de ansiedad o depresión, bromeo del tema, a lo que el doctor me mira severamente.

-No lo admites, pero si sufres ansiedad por el trauma.-Sigue moviéndose por la cocina, dándome la espalda. En silencio, retiro dos pequeños manteles y todo lo necesario para la comida, llevando todo al comedor en unos cuantos viajes. -Hay que tener cuidado cuánto se toma, puede causar sueño, mareos, dolor de cabeza, problemas de visión y trastornos gastrointestinales.-Explica, de repente paro en seco al volver a la cocina.

-Air. Bach.-Veo como las comisuras de los labios de Hannibal se arquean ligeramente y como una sonrisa burbujea apremiante por salir a flote entre sus labios.-Me diste tortitas para desayunar ese día.-El alegre recuerdo invade mi mente y sonrío abiertamente.-Estaban muy buenas, dignas de un chef, por supuesto. Nunca he probado unas igual de esponjosas que las suyas.-Comentó mientras saco un vaso de la alacena.- ¿Vino, verdad?
-Sí.-Contesta Hannibal, dejando una pequeña jarra de cristal a mi lado con agua.

Los platos están preparados con un mimo inaudito. Las gyozas llevan un pequeño bol lleno de la salsa que había preparado horas antes junto a él. Dejo la jarra en el centro de la mesa, al lado del vino y mi taza de té aún caliente, bajo un poco la música clásica que empieza a llegar a su crescendo. Inspecciono en silencio al doctor al volver a la cocina. Aún lleva el delantal blanco atado a su cintura, esta impecable. La música cambia. Es triste, melancólica, también alegre, casi describe con los instrumentos un vaivén de emociones que abarcan todo el espectro de las mismas. Desde la rabia a la tristeza. El psiquiatra me insta a ir al comedor, con un gesto, durante mi trance se ha quitado el delantal. Me acercó con él a la mesa, este da una zancada, retira la silla para mí, ayudándome a sentarme. Le sonrió como agradecimiento.

Las manos, visiblemente ásperas del doctor entran en mi campo de visión. Están bronceadas, las venas excesivamente marcadas, sus dedos son gruesos y sus movimientos son gráciles, suaves, despreocupados. Envuelvo mi mundo de penumbra al cerrar los ojos. Oigo como una servilleta de tela es deshecha y un ligero sonido. Junto mis manos, orante, las coloco ante mi cara, susurrando un gracias. Itadakimasu.

Abro los ojos y Hannibal me está mirando con cara seria, aunque sus ojos delatan su curiosidad. Sonrió avergonzada.
-Se ha vuelto una pequeña costumbre.-Respondo rompiendo el contacto visual, cogiendo los palillos ante mí. Son negros, con un precioso cerezo que parece haber sido dibujado a mano.
-Todos deberíamos dar gracias cada vez que comemos. Sea lo que sea. Sin el ganadero no tendríamos la carne, sin la empresa que la trae a los locales no podríamos comprarla. Y casi se vuelve un ciclo infinito.-Dice con una leve sonrisa, ojeando la gyoza que agarra sin mucho esfuerzo entre sus palillos color azul oscuro.
-También a las habilidosas manos del chef, ya que sin él, esto...-Agarró una de las empanadillas.-...no sabría tan delicioso como estoy segura que sabe.-Sonrió.
-Bueno, a la Sous-Chef también hay que darle el mérito.-Sonríe y come una.-Por mucho que recurra a su infinita modestia, ha ayudado mucho en lo delicioso que esta este plato.-Recalca cuando ha terminado de masticar.

Comemos en relativo silencio. La salsa ha salido bien, aunque siento que le falta sal. La música está muy baja, como si fuera un mero accesorio. Y veo en sus ojos oscuros que está pensando en cuando atacar. Voy por la segunda gyoza.

My Crimson ButterflyWhere stories live. Discover now