Capítulo 02

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—Hannah, mira nada más cómo vienes —dice mi madre apenas entro a la casa. Se acerca dando pasos largos en sus tacones altos.

—Estoy bien, mamá. —La esquivo justo cuando va a tomarme el brazo. No tengo ganas de ser cuestionada, y no quiero mentirle asegurando que no ha pasado nada malo entre Liam y yo esta noche ni ninguna otra.

Con la ropa goteando, subo las escaleras corriendo, una vez en mi habitación, cierro la puerta con seguro, me recargo en la madera y lanzo un suspiro. Mis cabellos se pegan a mi cara, gotas de agua recorren mi piel, la ropa comienza a picar debido a lo pegada que está. Me deshago del vestido y lo arrojo al suelo. Había elegido este atuendo semanas atrás, creyendo que a Liam le gustaría, tenía la esperanza de que la pasaríamos bien, ¡qué equivocada estaba! Fue peor que otras veces.

Sin ponerme pijama, voy hacia la cama y me dejo caer, agarro la almohada y la abrazo como si se tratara de un oso de peluche, trago saliva con fuerza para retener las lágrimas que quieren salir, mis ojos queman tanto que no puedo retenerlas más. Estoy segura de que me ignorará por unos días mientras se divierte con alguna chica y luego vendrá a casa y me pedirá disculpas, dirá cosas agradables, me prometeré no caer esta vez; pero al final romperé mis promesas y seguiré siendo la misma tonta de siempre.

Escucho pasos afuera de mi alcoba, me apresuro a cerrar los párpados justo a tiempo pues alguien abre la puerta, pronto los tacones de mi madre cruzan el umbral y se aproximan a mi cama. Escucho un suspiro melancólico, no me gusta ignorarla o no contarle lo que me pasa, ella es la única amiga que tengo. Quizá sus consejos no son los mejores del mundo, sin embargo, la quiero, solo somos ella y yo.

Mamá sale de mi habitación, no sin antes cubrir mi cuerpo con una sábana.


El lunes abro los ojos antes de que suene el despertador, miro por un bien rato el reloj digital, observo cómo cambian los minutos, faltan cinco para que pueda levantarme, odio despertar antes de que suene la alarma. El sonsonete se deja escuchar, por lo que no me queda otra opción más que ponerme de pie.

Me planto frente al armario y abro las puertas blancas de techo a piso, mis ojos pasean por las prendas perfectamente colgadas por colores, temporada y estampados. Elijo una de mis faldas más bonitas, es de color blanco y me llega arriba de la rodilla, tiene encaje en el borde inferior; mi blusa rosa combinará con mi labial favorito, todo quedará perfecto con aquellos zapatos que mamá compró en Italia una vez.

Me pongo los pupilentes de contacto, frente al espejo me maquillo, cubro las imperfecciones de mi rostro y escondo las ganas que tengo de quedarme en la cama ya que no quiero ver a todas esas personas que solo están esperando que caiga para burlarse de mí en silencio.

Sonrío lo más que puedo, tal vez me lo crea si me digo una y otra vez que soy feliz, quizá sea lo suficientemente convincente como para que los demás lo crean también.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now