Capítulo 08

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El lunes por la mañana abro los ojos antes de que suene el despertador, me quedo quieta mirando el techo, aunque mi cabeza está en otro mundo. Desde que Oliver me dejó frente a mi casa el pasado sábado, no he parado de pensar en lo mismo, en lo que dijo.

«¿Cuántas cosas te has perdido por temor?»

La respuesta me haría ver patética, incluso me aterra quemarme con el café caliente, es algo que no puedo controlar. Sin embargo, es cansado, es agotador no hacer las cosas que de verdad quiero hacer por una vez en la vida.

«Nunca tengas miedo de intentarlo»

También dijo eso, y yo me pregunto, ¿por qué no lo intento? ¿Por qué no me levanto de esta cama y hago algo distinto? Algo que siempre he querido hacer, pero que se supone no debería hacerlo, ¿por qué diablos no? ¿Quién demonios ha dictado la regla de que debo ser perfecta y ejemplar? ¿Mi madre? ¿Mis amigas? ¿Liam? ¿Yo? ¡Al carajo! ¡Que todo el mundo se vaya a la mierda!

Me levanto de golpe con esta nueva idea en la mente, quito la alarma del despertador antes de que suene. Me tardo veinte minutos en la ducha, me sumerjo en el armario aún con la toalla protegiendo mi cuerpo, busco algo distinto, no los colores de la temporada ni los que hacen resaltar mis ojos, solo algo que me guste y me haga sentir segura.

Encuentro una falda tubo negra que me llega a medio muslo, tiene dos cierres plateados en el lado derecho. Recuerdo que papá me la compró cuando fue de viaje a París el año pasado, por supuesto que mi madre me prohibió usarla, dijo: «es horrible, parece cuero, vas a parecer una de esas chicas Punk drogadictas», tuve que ocultarla en mi armario para que no la arrojara a la basura. Lou es una persona dominante y prejuiciosa.

Selecciono un suéter gris con mangas tres cuartos, tiene un estampado precioso, la silueta de la Torre Eiffel; tampoco es la prenda predilecta de mamá, odia el negro. Frente al espejo, me tomo mi tiempo para analizar mi rostro, por lo regular hago un maquillaje conservador, tonos cafés y rosas, pero esta vez no quiero eso. Solo delineo mis ojos, trazo una línea gorda de color negro, también marco la línea de agua.

Me seco el cabello y reviso la hora, es muy temprano todavía, es perfecto porque no quiero que mi madre me vea. Salgo de mi habitación con cautela, paso frente a su recámara, sigue en la cama. Bajo las escaleras de puntitas, es un infierno no hacer ruido cuando estoy usando botas.

Me siento segura en la planta baja, papá está sentado en el antecomedor de la cocina, alza la mirada y sonríe detrás de su cuchara.

—Tu madre se va a volver loca cuando te vea usando esa falda.

—No me la quitaré —respondo, al tiempo que me dirijo al refrigerador. Hay una hoja con las instrucciones de la dieta que mamá y yo seguimos, hoy debemos desayunar una taza de avena y medio vaso de jugo. Si mamá no necesita una dieta porque es bellísima, mucho menos yo.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora