Capítulo 06

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Le pedí a Oliver que me dejara a unas cuadras de mi casa como el día del hospital, corrí por las escaleras y me encerré en mi habitación actuando como un ninja, sin hacer ruido. Me quedo hasta tarde haciendo la tarea y perdiendo el tiempo para no ver a mis padres, entre más retrase el momento mejor. A eso de las ocho y media, mamá grita desde la planta baja que la cena ya está lista.

Entrar al comedor es como caminar por un campo minado, como lanzarse al vacío y temer que no funcione el paracaídas. Siento que en cualquier instante vamos a explotar, que ella dirá algo o que lo hará él.

La mesa ya está puesta, me coloco en mi lugar sin mirar a nadie. En el centro se encuentra un cuenco hondo repleto de ensalada, junto a este un plato ovalado con dos filetes de carne.

Papá agarra su tenedor, juega con el cubierto y observa a mi madre de reojo. Dios, espero que no diga nada que haga que se ponga histérica.

Eugene Carson se enamoró de Lou cuando esta le arrojó una taza de café hirviendo por accidente, mi padre una vez me contó —era pequeña y no entendía por qué peleaban todo el tiempo— que se levantó con molestia pues se estaba quemando, levantó los ojos dispuesto a insultar si hacía falta, pero se quedó perdido en sus ojos claros.

No era ciega, papá la procuró muchas veces, hacía todo para que mamá se sintiera bien, le compraba cualquier cosa que pidiera; a pesar de que ella nunca fue la esposa más cariñosa y comprensiva del mundo. Pero un día ese ambiente cambió drásticamente, ya no hubo atenciones, solo gritos, ya ni siquiera intentaban llevarse bien, siempre estaban a la defensiva, esperando que el otro dijera algo para atacarlo. Y cuando a mí se me ocurrió preguntar qué estaba sucediendo, recibí un regaño por parte de mi madre que me dejó claro que no era de mi incumbencia, aunque fueran mis progenitores.

Espero a que Lou agarre su comida, en ocasiones me guío así para que no se moleste si me equivoco de platillo. Agarra ensalada con unas pinzas y yo quiero jalarme los cabellos, daría cualquier cosa por probar un poco de filete, no obstante, lo del otro día ya fue suficiente drama por ahora, por lo que me sirvo lo mismo que ella. Por el rabillo de mi ojo alcanzo a ver que mi padre aprieta la mandíbula, entierra el tenedor en la carne haciendo ruido.

—¿Cómo estuvo tu día hoy, cielo? —me pregunta papá con tono suave. Genial, solo cumplí con la mitad de mi horario, me fui con un chico a un bar de mala muerte, me pasó alquitrán, nicotina y monóxido de carbono de boca a boca. No puedo decirle eso o me mandará a un convento.

—Bien, en la escuela hay muchos nervios porque se acerca la graduación.

—Pero ese no es problema para ti. —Guiña el ojo, no puedo detener la sonrisa que se forma en mi boca—. ¿Ya te decidiste por una universidad?

Le doy una mirada por debajo de mis pestañas a mi madre, semanas atrás ella me dejó claro cuál es la que más me conviene, por supuesto que no es la que me agrada, es la que cumple con sus expectativas.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now