Capítulo 27

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Esta mañana, después de que llegué a casa y saludé a la abuela, llamé al hospital, pero la respuesta fue la misma de todos los días, mamá no quiere hablar conmigo, no sé si está viendo a otras personas, pero al menos a mí me está manteniendo lejos. Tal vez necesita su espacio, lo entiendo, sin embargo, yo también necesito que sea sincera por primera vez y deje de tratarme como si fuera una desconocida.

Voy rumbo al centro comercial con los ánimos decaídos, quedé de ver a las chicas en la fuente de la entrada, me tienta la idea de regresar y excusarme diciendo que estoy enferma o cualquier otra tontería que se me ocurra, no obstante, también creo que me vendría bien estar con personas divertidas, además, después llamaré a Oliver para que pase a recogerme, no puedo negarme a eso, aunque me sienta como la mierda.

Cindy agita su mano cuando me ve caminando hacia ellas, no es difícil encontrarlas si una de ellas tiene el cabello teñido de color púrpura. Kealsey, Darvelia y Aisha se levantan de un salto tan pronto me localizan.

Entramos al centro comercial y vagamos por todas las tiendas, observando los vestuarios colocados en los maniquíes, Darvelia dice que la mayoría de los colores se ven bien en mi piel, creo que ese es un gran cumplido viniendo de una experta. Me obliga a comprar una falda con estoperoles, argumentando que se adapta a la perfección con la blusa que estoy usando, también me obliga a ponérmela en el baño que está cerca de los restaurantes.

En una de las boutiques veo a Cindy rondando un vestido de color azul, elige una de las tallas, lo mira con los ojos brillosos, después esboza una sonrisa triste y termina colgándolo en el tubo. Ella se pierde entre los pasillos del local, me aproximo a la prenda y reviso la etiqueta.

—¿Qué crees que haces? Ni se te ocurra —susurra Darvelia acercándose y buscando a las chicas con la mirada, no están alrededor gracias al cielo.

—¿Tienes coche? —pregunto a lo que asiente, dudosa—. Genial.

Tomo el vestido, asegurándome de tomar la talla que Cindy eligió, espero que le quede. Me dirijo a la caja para pagar, también espero que mi tarjeta funcione. Una mano se cierra en mi muñeca y me detiene.

—Oye, Hannah, espera, no tienes por qué hacer esto, de verdad... —Interrumpo a Darvelia colocando mi mano frente a su rostro.

—Sí debo, me han dado los mejores recesos, solo quiero darles las gracias por haberme dado un pequeño lugar entre ustedes. —Mis comisuras tiemblan, las de ella también.

—Solo tienes que decirlo, no regalarnos vestidos nuevos —dice. La señorita de la caja nos observa con curiosidad. Le doy el vestido y la tarjeta de crédito.

—Esta es mi manera de decir gracias, quiero que vayan al baile de graduación y disfruten una última vez, aunque no haya chicos, yo también iré sola, así que seremos cuatro sin pareja. —Una vez que hago la compra, le doy la bolsa a Darvelia, ella me da una última sonrisa antes de salir casi corriendo de la tienda.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now