Capítulo 5

2.1K 175 335
                                    


A Jonás le dejó tan tocado ver a su hermano que, durante todo el puente, no se pudo quitar de la cabeza la conversación que habían mantenido. Por eso, apenas participó en la comida que celebraron Raoul y Ago el martes. De hecho, si estaba allí era por educación, porque lo único que deseaba era tumbarse en la cama a dormir. Sin embargo, sentado en una de las sillas del salón, hacía que escuchaba mientras los demás se dedicaban a reír y a charlar. La mesa estaba repleta de copas, vino y algún postre todavía a medio comer. Amanda y Guille ya se habían tirado en el sofá, un poco hartos de las conversaciones de "mayores".

—Vicente —comentó Ricky tras recuperarse de una carcajada por algún comentario que acababa de soltar Raoul—, no sé cómo tienes todavía valor para venir aquí sabiendo que dedicamos la mayor parte del tiempo a hablar del colegio.

Vicente, que había aprendido de Aitana cómo adivinar lo que podía ser el inicio de alguna broma malintencionada por parte de Ricky, se limitó a encoger los hombros y dar otro sorbo a su vaso de vino.

—Pues igual que tu novio —le respondió.

Ricky chasqueó la lengua.

—Es que a Kibo le recompenso antes, después y, si podemos escaparnos al baño de Ago y Raoul, durante.

—¿No tendréis los santos cojones de follar en mi baño? —replicó este último echando chispas por los ojos.

—Sí —afirmó Ricky.

—No, Raoul —negó Kibo a la vez.

Y Jonás lo miró con las mejillas ligeramente coloreadas, pues todavía recordaba la mamada que no tenía que haber escuchado unos meses atrás.

—¿Tú sabías eso?

Raoul, que se había quedado con la respuesta que le interesaba, estaba mirando a su novio, todavía con el ceño fruncido.

—Cariño —lo tranquilizó Ago—, que te está diciendo Kibo que es mentira.

Ricky lo miró enfadado.

—¿Y por qué te fías de Kibo más que de mí que somos amigos desde hace más de siete años?

—Porque tenemos un pasado en común.

—¡Una polla! —exclamó Ricky.

—¡Agoney! —bramó Raoul.

—Ya empezamos —suspiró Aitana.

Las carcajadas de Ago y Kibo resonaron en la sala al ver la reacción de sus amigos y a Jonás no le quedó más remedio que sonreír. Ago era un cabrón disfrazado de hombre encantador. Incluso tuvo la desfachatez de, después de soltar esas palabras, acercar su mano a la mejilla de Raoul para acariciarle, por lo que se llevó un manotazo que le hizo reír más fuerte.

Kibo parecía tener ganas también de continuar picando a su novio, así que, inclinándose hacia él, le comentó:

—Ago se fía más de mí porque soy un tío serio, amor.

—¿Y yo no? —le preguntó Ricky, señalándose.

—Tú eres perfecto.

Y diciendo eso tuvo suerte, porque Ricky le agarró por el cuello para arrasar su boca con un beso demasiado largo para el gusto de Vicente.

—Qué grima dais, en serio.

Un poco sí que la daban, admitió Jonás para sus adentros. Sin embargo, entonces, le vino otro pensamiento a la mente; uno que le sorprendió bastante porque jamás en toda su vida había sentido esa necesidad. Y, sin darse apenas cuenta, se encontró preguntándose cómo sería tener una complicidad con alguien como la que tenían las parejas que estaban sentadas con él. Tener la confianza de gastarse bromas pesadas, sabiendo que luego podrías disculparte con un beso y que todo iba a estar bien. Poder querer con libertad, sin vivir acojonado y temiendo que, en cualquier momento, esa persona se fuera a ir dejándote en la mierda, solo y perdido otra vez.

LO QUE ERESWhere stories live. Discover now