Capítulo 6

2K 153 236
                                    


—Apoyate ahí.

Ago se había girado de golpe en la ducha al oír el ruido de la mampara y en esos momentos miraba a Raoul con los ojos como platos.

—¿Qué?

—Que pongas las manos en la pared.

—¿Qué haces? —preguntó, tras colocarse como le pedía.

—Enjabonarte.

No era eso lo que estaba haciendo. Le estaba introduciendo un dedo embadurnado de lubricante y Ago estaba tan sorprendido como excitado.

—¿Sireno? —acertó a preguntar mientras su cuerpo se perdía en las sensaciones que le provocaba Raoul.

—Mmm...

—¿Qué mosca te ha picado?

—Ninguna mosca.

—Ya... —En realidad le daba igual. Cualquier cosa que hiciera que Raoul entrara a la ducha y le tocara así, le parecía perfecta.

Raoul continuó masajeándole mientras paseaba su otra mano por los costados de su novio: por su espalda, sus hombros, a lo largo de su columna vertebral hasta llegar a sus caderas y apretarse más contra él.

—En este... —sopló en su oído— ...baño... —Volvió a subir la mano para enterrarla en el pelo de Agoney— ...solo follamos... —Tiró de un mechón. La cabeza de Ago se movió hacia atrás y Raoul aprovechó para lamer su cuello— ...nosotros.

Ago ya había perdido la capacidad de pensar. Su cuerpo se movía sin control, su piel buscaba el tacto de la otra, tan conocida y deseada.

—Ah... joder... sí... joder... —Apoyó la frente sobre sus manos para poder tomar aire—. ¿Sigues dándole vueltas a lo que dijo Ricky?

Raoul no le respondió. Parecía totalmente concentrado en frotar su erección contra el culo de su novio.

—Inclínate más —suspiró—. Joder... ¡Qué bueno!... Date la vuelta.

Obedeciendo, Ago se deleitó con la imagen de Raoul arrodillándose frente a él. Le volvía loco. Daba igual los años que pasaran, el hambre que sentía por él era insaciable. Raoul se tomó su tiempo, comenzó a acariciarle los muslos, soplando deliciosamente sobre su entrepierna pero sin llegar a tocarla. Ago sintió como cada célula de su cuerpo se estremecía.

—¿Y los niños? —murmuró con trabajo.

Raoul volvió a soplar. Ago gimió.

—Abajo con Jonás —respondió antes de lamer toda la longitud de la erección de Agoney.

Este tuvo que agarrarse al pelo rubio de su chico para no marearse.

—¿Y no ha subido Guille detrás de ti?

—Le he dicho que estaba enfadado contigo y que tenía que regañarte mucho.

Los ojos de Ago se abrieron para buscar su cara. Verlo allí, paseando su lengua por él, lo excitó más, si aquello era posible.

—¿Y por qué, si puede saberse? —quiso saber. Sin embargo, Raoul estaba demasiado ocupado apresándolo con su boca como para contestar—. Oh Dios, Raoul... joder...

—¿Soy bueno, eh? —se jactó orgulloso después de devorarlo durante unos minutos—. Porque dejaste la taza con el café a medio tomar en la mesa.

Ago soltó una carcajada.

—Si nunca te enfadas por eso.

—Me pillaste picajoso.

LO QUE ERESWhere stories live. Discover now