Día 14: Libros

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Día 14: Libros

Autora: Chiru Less

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— No sabía que...podías...ser tan cruel, hermano mío.

— Es por tu bien, A-Yao.

Un quejido de dolor mezclado con un gemido de placer se dejó oír en medio de la oscuridad de aquella sala; era muy entrada la noche. Ningún discípulo, sirviente ni ser vivo se encontraba ya despierto, ningún testigo aparente de aquellos sonidos lujuriosos, de los golpes y maldiciones que eran oídos cada tantos minutos. La tenue luz de las velas a punto de consumirse definitivamente imprimían un aura mortecina a la sala de exquisitos muebles tallados de madera antigua, los cuadros de los antepasados como espectadores silenciosos e involuntarios.

Los cuerpos producían una sombra larga sobre una de las paredes; el más joven observaba los movimientos pausados de su acompañante a sus espaldas a través de su figura oscura en el muro blanco de la biblioteca, llena de libros antiquísimos. Le vio sosteniendo algo largo y delgado, azotarlo en su otra mano, apretándolo luego.

Y otro azote se dejó caer sobre sus nalgas desnudas. El dolor seguido del ardor no se hizo esperar, y aquella sensación desagradable para su cuerpo se transformaba en una experiencia extremadamente placentera para su mente. Su cuerpo se tambaleó hacia adelante pese a estar con ambas manos apoyadas sobre el escritorio, todo producto de la fuerza del golpe. Algunos papeles fueron a parar al suelo, olvidados. Otro quejido lastimero escapó entre sus labios, sin poder ocultar del todo el gozo que aquella situación le provocaba. Su espalda desnuda estaba cubierta de sudor, algunos de sus cabellos castaños pegados pegajosamente a ella, a su rostro.

A Lan XiChen le gustaba aquel tipo de juegos. No lo culpaba, él mismo lo había hecho adepto. La mezcla del dolor y el placer se había convertido en parte obligatoria de sus encuentros fortuitos y secretos, y lejos de aburrirse o caer en la cotidianeidad, Jin GuangYao los disfrutaba cada vez más.

Y es que su querido hermano jurado sí sabía divertirse. En el fondo, sabía que la mente de Lan XiChen, el líder de la secta Gusu Lan, caracterizada generalmente por su nobleza y solemnidad, estaba sumida en una encrucijada que no iba a poder resolver muy bien: por un lado, estaba su amor de hermano jurado, su confianza prácticamente ciega por Jin GuangYao, su amistad inquebrantable...pero por otro, se había sembrado una semilla de discordia y desconfianza que el Jade de Gusu Lan no quería dejar entrever, pero que Jin GuangYao podía incluso hasta olfatear.

Otro golpe más rudo vapuleó la parte trasera de su anatomía, obligándolo a fruncir el ceño y a morderse el labio inferior; se recostó contra la fría madera, aún de espaldas y sin querer hacer contacto visual con Lan XiChen, sabedor que su actitud esquiva lo incitaba aún más.

— Mírame, A-Yao.

— No tengo cara para hacerlo, Lan Huan.- susurró fingiendo una vergüenza que no sentía, para nada.

— ¿Estás arrepentido de tus actos?

— No lo estoy.

Otro azote se dejó caer, pero esta vez no fue provocado por la fusta que Lan XiChen manipulaba, sino por una de sus manos de largos dedos. La cachetada resonó en la estancia más que el sonido seco y amortiguado de aquel instrumento, incluso ardió aún más. La palma se quedó allí, apoyada en su piel maltratada, apretando. Ascendió lentamente, acariciando su espalda resbaladiza, fría por el sudor.

Fictober XiYaoWhere stories live. Discover now