Día 29 - Fiesta

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Fictober día 29

Fiesta

Autor: Dayan Walker

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Advertencia: XiYao hetero R18.

Tenía ocho años cuando fue llevado por primera vez a ese lugar. A pesar de su corta edad, Lan Xichen comprendía lo que estaba sucediendo con el mismo raciocinio que el de un adulto.

Sabía que fue secuestrado y posteriormente vendido al mejor postor. Sabía también lo que sucedía con el destino de aquellos niños que eran secuestrados para venderse a aquel que pagara más. Su tío se lo advirtió en su momento, le indicó que se cuidara, que no saliera a dar vueltas por el bosque en la fría soledad de la noche, pero no hizo caso, y ahora Lan Xichen no puede decirle a su tío que lo lamenta, lamenta su imprudencia.

Ni siquiera pudo decirle a su hermano: adiós.

El único consuelo de Lan Xichen es que fue el único en ser secuestrado.

Si con eso garantiza la vida de su hermano y la de su tío, de sacrificarse, entonces con gusto lo hace no una, sino diez veces.

El sedán que lo resguarda e impide ver más allá de aquel cuadrado recoveco es demasiado pequeño; pero Lan Xichen sabe que es de noche, muy entrada la noche, pues la luna alta en el cielo deja entrever con su fulgor un pequeño rayo de luz que se filtra por una de las rendijas.

Continúan moviéndose. Lan Xichen siente que suben por unas escaleras debido al tentativo movimiento que ejercen cuando ascienden.

Ha transcurrido una eternidad y cuando Lan Xichen cree que llegarán al cielo, el sedán se detiene. Lan Xichen se sienta correctamente sobre su columna, quedándose atento a cualquier movimiento. Pronto, siente cómo es descendido hasta que la base del sedán toca el suelo. Al instante, la puerta es, literalmente, arrancada.

Lan Xichen ve cómo una garra se ase al cuello de su túnica, sacándolo al momento.

Pronto se esboza la imagen más aterradora que ha visto: ojos rojos, piel nívea contorsionada por un insano placer y unos dientes afilados que apenas se ocultan tras una sonrisa psicótica. Lan Xichen amplía sus ojos pardos, su mirada adquiere temor ante lo que contempla: es un vampiro. Y uno salvaje.

El vampiro sonríe, apretando el agarre.

—Estás muy flaco, y eres demasiado mayor para la venta; a ver si el líder te desea —masculla, riéndose perversamente.

Lan Xichen traga saliva. El vampiro comienza a caminar en dirección a los gigantescos portones de madera blanca que poseen esbozos de peonías doradas sobre cada frente. Se pregunta internamente si ese es su final, si así morirá: succionado hasta la muerte por unos vampiros devoradores de carne.

Los portones comienzan a abrirse en un chasquido ominoso. Pronto, una figura imponente se esboza en el medio. Tiene un daopao elegante de dolor oro con una peonía dibujada justo sobre su pecho. Es alto, imponente. Su larga cabellera está prolijamente atada a una coleta alta, alrededor de esta se entrelaza una corona de flores de color blanco. A cada costado de aquel vampiro hay un séquito de féminas que lo acompañan, agasajándolo.

Su mirada ambarina se posa sobre Lan Xichen. Repentinamente, se siente pequeño bajo el escrutinio. La expresión del vampiro se cuartea, esbozándose una sonrisa lánguida que pronto oculta tras su abanico. Sus ojos barren de su persona al vampiro que aún tiene sujeta la zona de su cuello en un apretado agarre.

Fictober XiYaoWhere stories live. Discover now