•11 | No deseo detenerlo.

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Humeante café americano y croissant relleno de chocolate para KemBung, café sencillo sin azúcar para Jungkook y un vaso de té de canela para el pensativo Taehyung, es lo que ocupa esa pequeña mesa de color beige desgastada que yace cerca de la ventana de aquel diminuto lugar. Taehyung está incómodo. No entiende cómo es que ha terminado sentado entre ambos hombres escuchando un montón de historias que no termina de entender al ser un recién llegado, y si, ese pensamiento hace que su mano se presione mucho más alrededor de la circular taza.

Soy un recién llegado. Ellos tienen historias juntos, ellos son una familia...Yo...

El dorso de la mano de Jungkook toca sutilmente su brazo que está puesto sobre la superficie lisa de la mesa, llamando su atención que quería volar lejos de ellos entre pensamientos llenos de culpa y verdades a medias. Sus ojitos cafés que alcanzan a ver aquella sonrisa débil que es direccionada al hombre mayor que continúa hablando sin prestar cuidado hacia aquel roce, desea convertirse en el lente de alguna cámara para poder capturar el hermoso momento en que las bolsitas bajo los ojos de Jungkook se arrugan y sus dientes sobresalen. Como sus dedos tocan el puente de su nariz, mientras niega entre una baja carcajada llena de vida.

Maldición. Es tan hermoso.

Incluso sabiendo cuán doloroso será, Taehyung está dispuesto a lanzarse al vacío sin paracaídas alguno, si solo ese hombre que comparte una vida con una mujer hermosa, y una familia que aparenta ser perfecta, le diera el mínimo permiso de convertir su vida en algo de lo que quizás se arrepentirá después, lo haría sin pensarlo demasiado. Es doloroso ese pensar, es destructivo el saber que terminará destrozado, y destrozando a otros, e incluso así desear entregarse a ello con los ojos cerrados.

¿Qué más da? Su vida desde siempre ha sido un desastre, un huracán que destruyendo todo a su alrededor. Él jamás ha sido consciente de todo lo que ha hecho hasta que está hecho, pero... Justo ahora está al tanto de lo que puede ocasionar y todavía así, anhela hacerlo. Se siente como aquella primera vez a sus 17 años que le ofrecieron drogas, por supuesto que sabía que estaba mal, claro que recordaba aquellas clases donde eran expuestas las muchas razones para huir de ellas. Pero ahí estuvo, con una sonrisa masoquista lo hizo, primero pastillas, luego fueron cigarrillos, ya cuando se sentía que debía subir de nivel probó de manera intravenosa, cuando no había otra forma fue en polvo... Y terminó siendo mierda. Mierda que daba mierda, y recibía pura mierda.

No se siente orgulloso de lo que fue, ni de lo que es. Sin embargo, es demasiado tarde para llorar sobre los errores antiguos... Debo cometer nuevos para arrepentirme de ellos más adelante. Otro toque ligero, pero significativo para el rubio, quema la zona que ha sido levemente rozada cosquilleando sin sentido, mandando más respuestas por su sistema nervioso de las que haya experimentado antes. Mierda. Es tarde para volver, es tarde para dejar de dar mierda a las personas.

Sr. Jeon | KookvWhere stories live. Discover now