El chico misterioso

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Hogwarts está a la vista. Ese maravilloso castillo de ensueño para todos aquellos que no conocen a Dumbledore. El abuelete dice que es el sitio más seguro del mundo con sus perros de tres cabezas, un lago en el que las criaturas te ahogan, un bosque lleno de arañas gigantes, fantasmas que te amenazan... y Peeves. Esto es lo peor que hay en el castillo, salvo cuando le fastidia las clases a McGonagall y nos libramos del examen.

Seguro que os preguntáis: ¿la rarita no tiene amigos?

Pues no. Por eso me entretengo espiando a la gente. Si supiérais la de cosas que he averiguado en todos estos años... y aún me quedan los dos últimos por cursar. Creo que serán los más salseantes, o puede que humillantes.

-Aparta, rarita -me dice el amabilísimo ricitos de Gryffindor, Sirius Black.

-¿Sabe tu madre que te bañas desnudo en la fuente de la plaza cuando anochece? -sonrío.

Retrocedió tan rápido como avanzó y me llevó casi a rastras hacia un lado, pegándome contra la pared detrás de la gran puerta de entrada.

-Como le digas eso a alguien, te hago la vida imposible -intenta amenazarme.

-Eso ya lo haces, Black -le doy un golpe en la mano para que suelte mi túnica-. No eres buena persona.

-Sí lo soy.

-Desde que entré en este colegio, solo me has golpeado, humillado y destrozado mis cosas, incluso intentaste ahogarme en el lago.

-Tenía trece años.

-Tus excusas son patéticas -río-. Ahora tienes diecisiete y sigues haciéndolo.

-Sirius -habló una voz masculina detrás suya-, déjala.

Black soltó una risilla hipócrita para después pegarse a mi oído.

-No eres nadie, ¿entiendes? Nadie. Ni para mi, ni para ninguno de los que están ahora mismo sentados en esas mesas.

Se separó de mi, echó una mirada nada agradable al chico, que le miraba impasivo, y fue hacia donde segundos antes se había dirigido todo el grupo.

-Podrías decir algo así como "gracias por ayudarme" -dice el chico.

Vi que llevaba el uniforme de Slytherin. Lo había visto varias veces, sé que es prefecto... pero no sé su nombre. Nunca le vi hablar con nadie.

-No necesito que nadie me ayude.

-Ya veo -me escaneó de arriba abajo con la mirada-. Que te vaya bien.

Con ambas manos en los bolsillos de la túnica, caminó al Gran Comedor. Yo fui detrás, no me quedaba más remedio si no quería morir de hambre.

Aunque durante la comida estuve atenta a las miradas de Sirius, que llegaron a ser incómodas porque no apartaba la vista, a Peeves, que lanzaba comida desde el aire y los alumnos teníamos que esquivarla, y a la mesa de Slytherin en busca del misterioso chico.

Lo vi sentado casi a la otra esquina de la mesa al lado de Severus. Este, de vez en cuando, decía algo y el chico asentía.

Dumbledore dio su querido y grandioso discursito de todos los años, y nos mandó a dormir.

Bajé a las mazmorras con toda la casa, intenté no perder de vista en ningún momento al chico, pero cuando la pared se abrió, no volví a verlo.

-Mierda -susurré desde la puerta.

-¿No entras? -me preguntó una chica.

-Creo que me he dejado algo en le Gran Comedor -mentí-. Vuelvo en un momento.

Me alejé hasta perder la entrada a la sala común de vista y me senté en las escaleras.

>>Piensa, _______, piensa -susurro mientras me froto la sien.

-¿Hablas sola?

-JODER.

Grité y salté del tremendo susto que me llevé. Sentado tranquilamente a mi lado, estaba el chico misterioso.

-¿En qué tenías que pensar? -pregunta mirándome atentamente a los ojos.

Me pongo de pie frente a él de un salto como cuando tu madre va a echarte la bronca del siglo.

-¿CÓMO PUEDES ESTAR TAN TRANQUILO DESPUÉS DE CASI MATARME?

-Creeme, si quisiera matarte, ya lo habría hecho -dice tras una sonrisa cínica.

-HABLAS DE MATARME COMO QUIEN HABLA DE COMPRAR EL PAN. NO SOY TAN INSIGNIFICANTE, ¿ME OYES? NO SOY...

El chico se puso de pie y pegó su cara a la mía haciendo que nuestras narices se rozaran. Podía sentir su calmada respiración y mi agitado corazón.

-Si fuera doctor, te cortaría las cuerdas vocales -susurra-. Para ser siempre tan callada, gritas demasiado. Y te diría que tu muerte más probable, sea de corazón roto.

-¿Un infarto? -temblé ante la idea.

-Corazón roto -repite lentamente.

Se separa rápidamente dejándome de piedra. ¿Qué coño acaba de ocurrir?

>>¿Por qué no te metiste en la sala común? -preguntó mientras jugaba a deslizar los dedos entre las grietas de la piedra negra.

-Buscaba algo.

-Mmm... ¿y ese algo es moreno, tiene ojos oscuros y te acaba de paralizar por completo?

Tragué saliva como un elefante.

-No.

-Hazte un favor y deja de buscarme -parecía una orden-. No te gustará lo que soy, mucho menos lo que hago... y podrías salir dañada si olfateas donde no debes.

-No estaba...

-No me mientas. Sé muy bien quién eres, ______ Prayed.

Por fin me atreví a hacer la pregunta.

-¿Quién eres?

Aunque realmente no estaba segura de querer saber la respuesta.

-Averígualo.

Regulus Black y tú [COMPLETA]Where stories live. Discover now