Noche por los pasillos

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Por increíble que parezca, en esta ocasión no me dormí. Les estuve esperando despierta hasta que aparecieron a las tres de la mañana. Venían demasiado serios.

-¿No deberías estar durmiendo? -pregunta Regulus entrando al baño.

-¿Qué te fumas?

Mi respuesta no fue la mejor, pero sarcasmo es mi segundo apellido.

>>Snape...

Nadie respondió. Simplemente se sentaron en sus camas esperando a que el otro diese explicaciones.

-Tuvimos una reunión de emergencia -explicó Severus-. Hay ciertas reglas que los mortífagos deben seguir. Una de ellas es no meterse en la vida de otros.

Los mortífagos son unos cursis.

-No te enrrolles tanto -le corta Regulus-. Petrifiqué a todos y les leí la mente.

-Lo de siempre. ¿Y qué? -pregunté sin entender.

-Que no fue nadie -resopla-. Y Cissy no sabe quien fue.

-Pero dijo que tenías una voz chillona y rasposa -recordó Snape-. Y tu voz es...

-Sexy.

Ups, mierda... lo dije en voz alta.

-Eso mismo -afirma Regulus guiñándome un ojo-. Pero no conozco a nadie con la voz así.

-Desde nuestra posición apenas pudimos oírlo. Solo susurraban -explica Severus-. ¿Y si fue tu hermano?

-Mi hermano tiene el mismo habla que yo.

Simplemente les escuchaba hablar e intentaba hacer memoria. ¿Quién podría ser tan estúpido para meterse con el más peligroso de los hermanos Black? Que sí, que es mi novio, pero es peligroso... y eso me pone much...

-¿En qué mierda piensas, Prayed? -Severus me saca de mi fantasía mental-. A ver si prestas atención.

-¿Todos los mortífagos sois de Slytherin? -pregunté sin saber muy bien por qué-. En este castillo más de uno podría dar el pego.

Si la vida real fuese como los comics, les habría salido una bombilla en la cabeza a cada uno. Regulus tensó la mandíbula, y Snape tragó saliva ruidosamente y empezó a intentar tranquilizar a Reg. Aunque yo no entendiese nada, Snape sí. Le conoce desde muchísimo antes que yo y por eso mismo se puso alerta. Se conoce sus arrebatos de ira mejor que nadie, mejor que yo...

-Lo mato.

Dicho eso, Regulus se levantó y fue hacia la puerta. Snape se interpuso delante y empezó a empujarle sin éxito.

-¡Ayúdame, cenutria! -me grita mi amigo el grasoso.

Le hice caso. Me abracé a la espalda de Regulus y tiré de él en vano. En vez de una pesa parecía un koala.

-¡REGULUS PARA! -gritamos a la vez.

Fue imposible detenerle. Terminó empujando a Severus a un lado y yo resbalé hasta el suelo por mi propio peso. Sin nada que se lo impidiera, salió por la puerta.

-Hay que pararlo, hay que pararlo, hay que pararlo -repitió Severus en bucle.

Estaba paralizado por el miedo. Lo único que estaba en mi mano era seguir a Regulus. Si fuese de día y hubiese alboroto, sería más fácil encontrarlo porque ya estaría dándole una paliza a quien sea que busca, pero como son las tres de la madrugada es casi imposible.

Todo el mundo tranquilo, tengo mis trucos de vieja. Tantos años deambulando por este castillo, hizo que forjase algunas amistades importantes.

-SEÑORA NORRIIIIIIIS -grité en medio de las mazmorras.

-Miaaaaau.

Ahí viene la pequeña gatita con más años que el árbol más antiguo de la huerta de tu abuela.

-Necesito que me ayudes -le rasco las orejitas-. ¿Sabes dónde está Regulus? -solo ronrroneó-. Necesito que me lleves a él.

Entendió como siempre. Me limité a seguirla por los oscuros y desiertos pasillos de Hogwarts. Lo peor es que solo notaba que subíamos y subíamos y subíamos. ¿Dónde mierda estamos?

-Deja de aporrearme -escuché la voz de una mujer-. Contraseña o adiós. ¡¿Qué digo?! LARGO DE AQUÍ. Eres un Slytherin, el peor de todos por si fuera poco.

-Eres un maldito cuadro -escuché a Regulus.

La gata siguió subiendo escaleras.

-¡Y tú un maleducado!

Iluminé con mi varita al frente. Por fin pude ponerle cara a la mujer. Era el cuadro que hace de puerta en la sala común de Gryffindor. En él reposaba una señora muy gorda.

>>APAGA ESO, NIÑA ESTÚPIDA.

-Voy a quemarte como no cierres el hocico de jabalí verrugoso que tienes por boca -amenacé y luego apunté a Regulus con la luz-. ¿Se puede saber qué haces aquí? Dijiste que no es tu hermano.

-No vengo a por mi hermano -empieza a bajar los escalones para alejarse del cuadro-. Es otra sucia rata que traiciona a todos... a sus amigos, a su señor...

-¿Y vas a mancharte las manos de sangre por alguien que no merece la pena? -me puse a su lado.

-Maté a mucha gente.

-Detallitos -intento restarle importancia.

Ya, ya, mi novio es un asesino literalmente. Por curioso que os parezca, no tengo nada de miedo.

-Estás más depravada que yo.

-Lo sé -sonrío como una caricatura-. Eso te encanta.

Me pegó a la barandilla y apretó su cuerpo contra el mío.

-Así que prefieres mi parte perversa -comienza a dejar besos por mi cuello-. Estás cambiando, Prayed. Juntarte conmigo no es sano.

-No es la salud lo que me importa ahora mismo -comenté.

Eso hizo que se le escapase una carcajada que molestó a los cuadros, pero gracias a ella, Severus pudo encontrarnos. Venía sudando como si hubiese corrido una maratón.

-¿Ha hecho algo? -pregunta fatigado.

-Tranquilo cortinillas, la noche es jóven y la vida larga -Regulus le da palmaditas en la espalda-. Mañana se acabará la suya.

Volvimos a la habitación con Severus medio a rastras. Este chico ya no puede con más disgustos.

Cuando llegamos se tiró en su cama sin destaparla y se quedó frito. Yo me tiré en la mía. No tenía sueño ninguno, pero ya vino Regulus a mimarme con caricias por la espalda.

>>¿Y si echamos a Severus? Podríamos ponerle la cama en medio de la sala común y hacer... cosas de adultos.

-Tentador.

-¿Lo hacemos?

Los dos miramos a Snape. Dormía plácidamente, por eso mismo no le hicimos esa puñeta.

-¿Otro día?

Regulus Black y tú [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora