Todo ocurre en esa habitación

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Los siguientes días fueron extraños. Yo estaba más callada de lo normal, Regulus solo me hablaba si era necesario y controlaba sus palabras, y luego estaba Severus... ese pobre chico quedó traumatizado cuando vio que estábamos en su cama.

-Eh, mocosa -susurra Regulus que está sentado a mi lado. Simplemente le miro y espero a que continúe-. ¿Te apetece venir conmigo?

-¿A dónde? -pregunto intrigada.

-A mi habitación. Tengo algo para ti.

-Empiezo a pensar que no te gusta salir de ahí.

El profesor Slughorn anunció el termine de la clase. Menos mal, porque odio hablar en susurros.

-Prefiero no salir de ahí -observa alrededor nuestra-. No me gusta ser el centro de atención.

Miro alrededor. Prácticamente toda la clase está mirándonos de reojo o directamente mientras recogen sus cosas.

>>Vámonos.

Me pone una mano en la espalda y me empuja despacio hasta salir de ahí.

-Has cambiado.

-No.

-Sí. Hasta hace poco te daba igual si te miraban o no, te gustaba destacar... y eras más agresivo.

-Sigo siendo así.

-Demuéstralo -le reté.

Sin esperarlo, Regulus me sujetó del brazo y me pegó de espaldas a la pared con brusquedad. Pegó su cuerpo al mío impidiendo que me moviera, me obligó a alzar mi cara y me miró imponente.

-Te gustan los chicos malos -sonríe triunfante-. No esperaba que tuvieras ese lado perverso.

Si tú supieras...

>>Te brillan los ojos cada vez que paso por tu mente, cada vez que pronuncias mi nombre, y te muerdes el labio por el lado izquierdo cada vez que me ves -acaricia mi labio con su dedo-. ¿En qué piensas, pervertida?

En que necesito cambiarme las bragas.

Acabo de quedar con la mente más blanca que un iglú. ¿Cómo mierda se da cuenta de todas esas cosas?

>>Mira alrededor -susurra en mi oído-. Sigue sin importarme si me miran, sigo destacando, y puedes comprobar que sigo teniendo autoridad.

Se separó de mi y se largó sin esperarme. Yo me quedé estática en el sitio escuchando murmullos alrededor.
Me costó reaccionar, pero para cuando lo hice ya era tarde porque Regulus estaba totalmente fuera de mi alcance.

Lo único que pude hacer fue ir a su habitación y entrar de golpe para cantarle las cuarenta. La primera imagen que vi al entrar, nunca en la vida la olvidaré.

Severus con el pelo recogido, guantes, cepillo en mano, un limpiador y una marcarilla, estaba frotando su colchón.

-¿Te has meado? -pregunté sorprendida.

-No, pedazo est... -frenó la frase cuando escuchó la puerta del baño-. No lo limpio por gusto -frota con fuerza-. Pero fuisteis vosotros los que quisisteis retozar en mi colchón.

-Pero no hicimos nada -respondí-. Tan solo estuvimos hablando.

-En una posición bastante extraña.

-Si te hubieses quedado quietecito en el sofá como prometiste, seguro que tu cama no estaría tan limpia -comenta Regulus hurgando en el cajón de su mesilla.

-Repugnante -dice Snape-. Y si vine, es porque el sofá es más incómodo que dormir sobre hierro -continúa limpiando.

-TÚ -grité. Con eso hice botar al pobre Severus y logré que Regulus me mirase-. ¿CÓMO SE TE OCURRE HACERME ESO AHÍ EN MEDIO? ¿TE DAS CUENTA DE LO QUE HAS DICHO? ¿POR QUÉ MIERDA ME DEJASTE SOLA?

Regulus Black y tú [COMPLETA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt