☆ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ sᴇɪs

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Minho apagó el cigarrillo en cuanto escuchó unas voces bastantes conocidas

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Minho apagó el cigarrillo en cuanto escuchó unas voces bastantes conocidas.

Sabía que fumar en el baño no era lo indicado, pero necesitaba fumarse al menos hasta la mitad de uno, y si lo suspendían cinco dias mejor, porque en serio necesitaba unas vacaciones. Eso de fumar hasta la mitad era mentira, pero en cuanto escuchó la risita de Jisung junto a la de Jeongin, corrió a pagarlo, lo último que quería era un sermón irritante por parte del rubio.

Sin embargo no salió del cubículo, se quedó sentado en el sanitario, tratando de averiguar de qué carajos estaban hablando, o riendo. Y al escuchar el nombre de Changbin y que había tomado del brazo a Felix para encerrarlo en un salón, lo alertó.

—¿Entraron para hacer el sin respeto? —preguntó Jeongin, lo sabía porque su voz era muy diferente a la de Jisung, incluso a la de su hermano.

—¿Hablas de hablar sin respeto... o sea sin honoríficos? Porque Felix ya habla sin honoríficos, no hace falta encerrarlo en un salón para eso...

Minho rió, maldiciendo porque seguramente ambos lo escucharon, así que para disimular, trató de tirar la cadena, y no fue nada sorpresivo que no haya agua. Mordió su labio inferior y salió sin más del cubículo, posando sus ojos sobre Jisung, notando como esta vez tenía dos broches que ataban su cabello de ambos lados, dejando sobre su frente el flequillo. Maldijo otra vez, queriendo apartar los ojos, pero no podia, entonces dibujó una sonrisa socarrona, esperando a que se le ocurra algo para burlarse de lo que acababa de decir.

—Los dejo solos —cantó Jeongin, corriendo hacia el pasillo, cerrando la puerta detrás de sí, para que nadie interrumpa.

Aquello ocasionó que el nerviosismo llegara al cuerpo del rubio, más porque escuchó lo que acabó de decir y, por la cara que había puesto su amigo, le hizo entender que lo que dijo fue erróneo. Totalmente erróneo.

—Así que... —su voz profunda resonó en todo el lugar—. Hablar sin honoríficos... ya veo de donde aprendiste.

—Pues de usted, porque tampoco escucho que me hable con respeto —elevó sus hombros, quitándole importanda, en verdad no quería pelear.

No cuando hace dos noches la habían pasado juntos, aunque no fue entre risas o muchas películas porque ambos estaban cansados, pero durmieron en la misma cama y amanecieron más que abrazados.

Y le dolía que en el día de ayer, Minho no le haya hablado, ni siquiera una palabra del trabajo.

No quería pelear con él, pero lo que sus fosas nasales captaron lo irritó. Más que nada porque Minho era una persona que no mide lo que hace, ni en donde lo hace. No tenía problema con que fumara –al menos uno por día, así se notaba que cuidaba de su salud–, lo que le causaba problema era que no se preocupaba en donde lo hacía.

—¿Estaba fumando? —preguntó en un susurro, levantando la cabeza y sus ojos, para posarlos sobre los de Minho, notando como éstos estaban rojos.

—Niño, eso no es de tu incumbencia.

—¿Niño? —frunció su entrecejo, recordando el momento en el que lo había llamado por su nombre, pensando seriamente que ese apodo quedó en el pasado—. Pensé que ibas a llamarme por mi nombre.

—¿Tienes uno?

Aquello tomó al menor desprevenido: el tono, la sequededad y sobre todo la lejanía. Unas leves cosquillas se hicieron presentes en su estómago, las cuales se extendieron por todo su cuerpo hasta llegar a sus ojos en forma de lágrimas.

—¿P-Por qué me trata así? Y-Yo no le hice nada malo —su voz se quebró por completo.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas coloradas. Tenía tantas preguntas del porqué tratarlo así, pero su voz fue opacada por los sollosos.

Minho estaba mordiéndose fuertemente el labio inferior, sabiendo que había metido la pata. O más bien la había embarrado y sería bastante difícil sacarla de ahí. Estaba claro que las palabras no eran lo suyo, y eso no serviría de nada, así que se acercó a él y llevó sus manos hacia el rostro ajeno, alzando la cabeza, necesitando que esos ojos lo miren. Con sus dedos pulgares acariciaba la piel suave, sacaba todo rastro de lágrimas.

—¿Por qué es malo y luego bueno? ¿Por qué juega de ésta manera conmigo?

—No lo sé —contestó en un susurro.

Aunque no era la respuesta que buscaba, Jisung sabía que estaba siendo sincero.

Por primera vez, Minho estaba siendo sincero.

Por primera vez, Minho estaba siendo sincero

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━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora