Capítulo 2

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Anne

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Anne

Han pasado dos días desde que llegué a Seattle. Es exactamente las diez en punto de la noche y me encuentro con Sophie en el jardín de los Brown a punto de hacer algo de lo que estoy segura me arrepentiré el resto de mi vida.

Eso, por no mencionar que nos la hemos pasado viendo películas sin dormir una jodida hora. Está demás decir cómo son mis ojeras.

Al final mi querida amiga me convenció de ayudarla con su "plan de venganza" contra el señor Sam, quien solo hizo lo mismo que cualquiera en su lugar.

Esa gata es el diablo felino.

—No sé por qué hago esto, Pelusa y yo nos odiamos a muerte.

—Porque soy tu mejor amiga y además... me debes una.

Sí, así logró que acabara en esta situación.

—Deja de mirarme así —se queja en un movimiento brusco que la hace pincharse con las espinas del arbusto en que estamos—. ¡Auch! —Acaricia su brazo arrugando la nariz.

—Es una señal, deberíamos volver —propongo.

—Como iba diciendo. —Ignora por completo mi comentario y continúa—: haremos eso, nos vamos a retorcer de la risa y para mañana estará todo olvidado.

—No sé por qué tu idea me parece demasiado exagerada. Solo la lanzó por la ventana.

Bueno dicho así suena bastante mal pero de igual forma su idea de vengarse es un poco excesiva.

—Además, ¿no que los gatos caen de pie?

—Pelusa está un poco... —Piensa cómo decirlo sin que suene ofensivo—. Rellenita.

—Está gorda, así de simple.

Hubiese muerto degollada por la gata de haberme escuchado pero, para mi suerte, según Sophie desde el incidente no la deja levantarse de su cuna.

Sí, la gata tiene cuna y hasta su propia cuenta en Instagram repleta de fotos.

—Vale, basta de plática. Centrémonos en el motivo por el que vinimos —demanda con tono autoritario.

De repente la puerta de la casa se abre. Nos escondemos bien detrás del arbusto ganándonos unos cuantos rasguños.

—A este paso acabaremos peor que el sillón del señor Brown —susurro por lo bajo.

Un chico al que no recuerdo haber visto antes emerge seguido por Ava, amiga de mi madre y esposa de nuestra víctima.

—¿Quién es él? —pregunto a mi compañera que observa con ojos de alcón al acecho.

—Se llama Roy, es el sobrino de Sam —responde sin apartar la vista.

Vuelvo la mirada al frente. La poca luz proveniente de la casa me permite detallar algunas cosas, no puedo ver su rostro al hallarse de espaldas pero sí la melena castaña. Lleva una chaqueta como las que usan los motociclistas, jeans y botas. Todo negro.

Apuesto por lo nuestro © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora