Capítulo 19

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Con la tarde soleada sobre sus rostros y la brisa de mar arrullándoles, caminan la una al lado de la otra, entre silencios, conversaciones y risas, mientras chocan sus hombros y sus manos se rozan; con propósito o no, consciente o inconscientemente, no lo pueden evitar.

Clarke sonríe cuando siente a Lexa detenerse, sabe que se ha quedado atrás, una vez más, para captar algo con su cámara. Unos pasos más allá se da la vuelta, observa la concentración de la mujer con la cámara y la sonrisa pura que le sigue cuando, al parecer, consiguió lo que quería.

Lexa levanta la vista, le mira con cariño y camina hacia ella con una sonrisa que le adormece; Clarke solo es capaz de reaccionar a su cercanía cuando siente el disparador de la cámara sobre ella, sacude la cabeza y sonríe tímida.

—Me gusta capturar esos momentos en que te quedas perdida —dice Lexa mirándole con ternura, mientras se acerca más y acomoda un mechón rubio detrás de su oreja.

Clarke se estremece cuando siente sus dedos demorarse en el contorno de su oído y luego deslizarse hasta el lóbulo, antes de retirarse.


Clarke siente que algo está cambiando en Lexa, algo que le hace gravitar de manera diferente hacia su persona. Lo nota en pequeñas cosas que nacen de ella, como una caricia que permanece más de la cuenta, una mirada normal que de pronto se vuelve indescifrable o la disimulada atención que a veces parece prestar, sin darse cuenta, a sus labios.

Sabe que no tienen por qué significar algo, bien podrían ser impulsos inconscientes, curiosidad o simple confusión. Sin embargo, se siente increíblemente bien cuando eso sucede, porque incluso cuando la confusión atraviesa aquellos ojos, cada vez que parece darse cuenta de lo hizo, provoca un revoloteo absurdo en su corazón.

Todo comenzó en el muelle con ese ingenuo e inocente beso que Lexa inició; algo sorpresivo e inesperado, que por un momento le paralizó por completo.

Todavía permanece en ella la sensación qué dejo aquel simple contacto en su mejilla y luego en sus labios, pero cuando recuerda aquel momento, sabe que hizo lo correcto al separarse y detener cualquier cosa que podría haber ocurrido, porque vio el arrepentimiento en aquellos ojos tan pronto como se disculpó.

A veces, cree entender algunas de esas emociones que parpadear a través de sus ojos y generan esperanzas en su corazón, pero, no se hace expectativas, ni ilusiones, porque todo se siente incierto. Sin embargo, ha requerido de todo su esfuerzo no dejarse llevar por esos momentos que se dan entre ellas, cuando su corazón se vuelve loco y su mente desvaría con las posibilidades.

Es dolorosamente difícil mantener la prudencia, cuando la simple proximidad de aquella mujer le afecta tanto. Ha pensado en la posibilidad de guardar un poco de distancia, pero sabe que es imposible, cuando busca pasar todo el tiempo que le sea posible con ella; y probablemente sea una idiota, pero vive por esos momentos.


Clarke sonríe, con esa sonrisa torpe que solo le pertenece a Lexa y en respuesta recibe esa mirada tímida y avergonzada que parece esconder miles de secretos sola para ella.

Existe un entendimiento silencioso y continúan caminando con el sonido del mar rodeando sus pensamientos y el viento arremolinando sus emociones.

Clarke respira hondo y sus pulmones se expanden, levanta el rostro y cierra los ojos para ser acariciada por el tenue sol mientras caminan.

Lexa la sostiene por el codo cuando tropieza y se ríen cuando trastabillan las dos, se miran y poco a poco uno de esos momentos les atrapa.

Son momentos únicos, cargados de emociones indescifrables que les envuelven sin ser consientes y que les envía hacía una realidad alternativa; una donde solo existen las dos y donde el corazón cree que todo puede ser posible.

Un viaje inesperadoWhere stories live. Discover now