Capítulo 7

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—Día 16—


Un dolor le golpeó de repente.

Su corazón late con fuerza y ​​su cabeza parece que en cualquier momento le va a explotar.

Voces, van y vienen.

Destellos luminosos se deslizan a través de sus párpados que se abren imperceptiblemente.

Trata de moverse, pero no puede.

Quiere decir algo, pero su voz no sale.

Su cuerpo parece atrofiado, al igual que su mente.

Sus ojos parpadean de nuevo, apenas abiertos, y la luz que se cuela a través de ellos los hace arder; los cierra con fuerza.

Inquietud.

Respiración dificultosa.

Más dolor.

Oscuridad.



Para Clarke siempre fue importante tener el control de sus emociones, sus sentimientos y todo lo que sucede en su vida en general; esa es una parte esencial de quién es como persona. Sin embargo, por primera vez en su vida, siente que todo está fuera de control.

Primero está el hecho de no poder manejar lo que comienza a sentir por alguien que se cruzó en su vida de una manera absolutamente surrealista y que apenas conoce. Una mujer que conoció de una manera inexplicable, que ha tomado cada parte de si y se ha metido profundamente en su corazón sin siquiera darse cuenta.

Lo segundo es lo que experimentó cuando casi pierde a aquella mujer. Un dolor indescriptible y una impotencia descomunal, una sensación que le hizo sentir completamente fuera de control, actuando sin pensar, totalmente desesperada.

Ver la vida de Lexa casi desaparecer frente a sus ojos, incapaz de hacer nada, fue lo peor que recuerda haber experimentado en su vida; nunca antes se había sentido tan impotente, asustada y perdida.

Desde allí todo se ha transformado en estrés, incertidumbre y preocupación constante; todo se siente fuera de su dominio. Aunque la realidad es que todo lo que sucede, en cuanto a la situación que vive con Lexa, desde que le conoció hasta hoy, siempre fue igual; está fuera de su control y le desespera.


Clarke respira profundo, se siente cansada y se encuentra en una extraña melancolía; ya no puede sentir a Lexa como antes y le extraña profundamente.

Su presencia y aquella conexión que existía entre ellas, ha desaparecido por completo, y sus días, desde entonces, ya no son iguales; algo falta.

Clarke sabe que no volverá a tener a Lexa de la misma manera en que le conoció pero guarda la secreta esperanza que pronto despertará.

Sin embargo, a veces, llegan pensamientos menos optimistas para atormentarle y hacerle sentir que la esperanza se escurre como agua por entres sus dedos.

¿Qué pasa si Lexa no despierta?

¿Nunca tendrá la oportunidad de conocerle realmente?

¿Nunca sabrá si el sonido de su voz es como lo ha escuchado?

Tal vez ella nunca sabrá si su sonrisa es como la imaginado.

Tal vez, simplemente, no está destinada a mirar los ojos que tanto deseaba ver.


La mente de Clarke, en los últimos días había sido un completo desastre; esperanza y desesperanza, dos sentimientos que han estado en una lucha constante.

Un viaje inesperadoWhere stories live. Discover now