Capítulo 23

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Nota: Habrá un salto de tiempo importante por el final del capítulo para poder ajustar la historia de Lexa de manera coherente y sostenible hacía los próximos, porque una historia como la suya, de la manera en que la quiero contar, es difícil de resolver rápidamente y solo en un par de capítulos; por lo tanto, en los siguientes capítulos, el presente se ira mezclando con recuerdos, lo que nos permitirá ver qué pasó con las vidas de nuestros personajes, como evolucionaron y hasta donde les condujeron.


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La violencia, el abuso y las agresiones, en cualquiera de sus formas, emocional, psicológica, física, sexual, han sido un actor silencioso, desde siempre, en nuestra sociedad.

Es una realidad que no distingue género, edad u estrato social, que vive detrás de la invisibilidad cotidiana y de los matices de la indiferencia.

¿Cuántas veces, quizás, sin querer, hemos sido ajenos a un grito de auxilio o inconscientes al peso de la violencia que arrastran quienes pasan por nuestro lado?

Pocos son capaces de denunciar hechos tan repudiables y condenables para que no queden en absoluta impunidad, porque, son más las historias que se entierran por el peso del dolor y las voces que se apagan por el miedo.

Es una realidad cruda pero cierta, dramática pero real; que año a año crece y se vuelve cada vez más frecuente; oculta pero casi naturalizada.

Qué el oído no se haga sordo al grito contiguo y la empatía nunca se diluya, para que la atrocidad no se haga costumbre y el silencio no sea el final de nadie más.


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Cuando Clarke conoció la historia de Lexa fue fuerte e impactante, le trastocó profundamente y fue difícil de escuchar, mucho de más asimilar; despotricó internamente, se llenó indignación y aborreció a todos quienes le habían dejado en una situación tan vulnerable y desprotegida.

Le dolió y sufrió por ella, fue consciente de las marcas que dejaron en su vida, pero lo sintió con la distancia que existía entre los hechos y el relato.

Sin embargo, lo acontecido hoy, ha sido completamente diferente, porque lo vivió en tiempo presente, de manera cruda y directa.

Nunca sintió tanto miedo, impotencia e incertidumbre como hoy, incluso experimentó emociones y sentimientos que jamás había conocido, tales como el odio y la ira.


Han sido las horas más largas de toda su vida, porque desde qué escuchó aquel grito de auxilió que atravesó su corazón, con esa voz teñida de desesperación y angustia, que suplicaba ser escuchada, hasta alcanzarle en el hospital posteriormente, ha sido como estar atrapada en un bucle lento y sin sentido, del cual no puede salir.

Necesitaba ver y estar con Lexa para hacerle saber que estaba allí, con ella y para ella, incluso sabiendo que podría encontrarse con un muro levantado a su alrededor difícil de atravesar.

Para su sorpresa, Lexa, le permitió estar a su lado en el hospital, sin embargo, está preocupada porque nunca le había visto igual, ni siquiera en sus peores momentos, esos cuando libraba aquellas luchas que le hacían perderse en el tiempo y en el espacio, donde quedaba atrapada en algún lugar de su mente y en los recuerdos.

No es algo que haya dicho o alguna reacción en particular que haya tendido, más bien es esa pasividad silenciosa en la que se encuentra la que le hace ruido y esa lejanía vacía que hay detrás de su mirada la que le asusta.

Un viaje inesperadoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon